Carles Puigdemont teme que se produzcan episodios de violencia callejera fuera de control en respuesta a una posible aplicación del artículo 155 por parte del Gobierno central. La militancia de la CUP está incandescente. Los activistas de ANC y Òmnium esperan con ansiedad la decisión de la Audiencia Nacional tras la declaración de sus respectos líderes, 'los dos Jordis', que este lunes comparecen ante el tribunal. También el mayor Josep Lluís Trapero acude a declarar ante los jueces. "El ambiente esta muy cargado y se teme que una chispa produzca situaciones explosivas", comenta un dirigente nacionalista.
"Compromiso con la paz, el civismo y la serenidad", pidió a los suyos el presidente de la Generalitat este domingo en el acto en memoria del aniversario del fusilamiento de Companys, el 'president' que promovió un golpe de Estado contra la República en 1934. Dirigentes de la Generalitat y del PDeCat, el partido en el Gobierno, temen que la situación se les vaya de las manos, y se desborden las calles. Tras el envío del requerimiento por parte de Moncloa al 'president', las organizaciones que controlan las movilizaciones populares han invocado con entusiasmo la necesidad de respuestas masivas y contundentes.
El 'Govern' se esfuerza en estas horas en tranquilizar las aguas turbulentas, por ahora con un éxito impredecible. Puigdemont ha confesado en su círculo más próximo sus temores a que las movilizaciones desemboquen en episodios violentos, lo que despojaría al sector independentista de ese aura de 'revolución de la sonrisa' que han intentado transmitir desde el principio. "Las imágenes de la policía en el 1-O quedarían eclipsadas por unas calles catalanes erizadas de revueltas y escenas radicales", comentan estas fuentes.
Los universitarios vuelven al Campus
Los universitarios, que han pasado más tiempo en las calles que en las aulas desde el principio de curso, parecen haber vuelto al Campus, a la espera quizás de otro pistoletazo de salida, otra invocación a la huelga. En la CUP nadie se conforma con soluciones negociadas. En sus filas hay más agitadores que políticos, más extremistas que pacíficos simpatizantes. En la ANC también se respira un ánimo de revancha, tras la para ellos frustante sesión del 10-O, cuanto Puigdemont dejó en suspenso una independencia no proclamada con la épica que esperaban. Jordi Sánchez, líder de este movimiento, reclamaba el sábado a sus seguidores "una respuesta no violenta" a lo que pueda ocurrir este lunes en la Audiencia.
Europa rechazaría en forma tajante no sólo las pretensiones de los separatistas, que no han despertado simpatía alguna en el ámbito internacional, sino que despejaría algunas de sus dudas en el caso de que el independentismo abrace la vía más violenta. Estos son los temores que más inquietan a algunos miembros del Ejecutivo catalán, que temen lo que pueda ocurrir en Cataluña en la próxima semana, que se adivina rebosante de crispación. Artur Mas, quien fuera uno de los más apasionados impulsores de la respuesta en las calles, ha cambiado de criterio y opta ahora por aconsejar la retirada de la DUI y la celebración de elecciones. "Casi todo es posible sin violencia. De lo contrario, tenemos las de perder", concluyen.