Negociar, dialogar, acordar… Son los verbos que se declinan ahora en Moncloa. La raquítica minoría con que cuenta Mariano Rajoy en el Parlamento le han forzado a cambiar radicalmente su forma de hacer política. Tender la mano, alcanzar consensos, mirar hacia el futuro. Actitudes que ya se han plasmado en una serie de medidas que han producido cierta perplejidad entre un sector de la militancia popular, que teme que, a la larga, produzca efectos lesivos para los intereses futuros de su formación.
Aumento del Salario Mínimo, impuesto de sociedades, generoso retoque del techo autonómico, cambio en la fiscalidad de algunos productos, erradicación de las reválidas… En menos de un mes desde su confirmación en la Moncloa, el equipo de Rajoy ha puesto en marcha una serie de medidas con el objeto de sacar adelante dos trámites fundamentales para evitar de volver a las urnas: aprobar el techo de gasto y los presupuestos del Estado.
Rajoy ha puesto en marcha una serie de medidas para sacar adelante dos trámites fundamentales y evitar de volver a las urnas
Rajoy ha comandado, con sigilo y en primera persona, buena parte de las negociaciones llevadas a cabo con el PSOE para poner en marcha la maquinaria del Estado y sepultar los daños causados por largos meses de bloqueo institucional. Transigir y llegar a acuerdos forman parte del nuevo guión gubernamental. “Ahora hay que gestionar de otro modo, ya no tenemos mayoría absoluta, hay que olvidarse de algunos postulados”, explican fuentes del equipo de Gobierno. "No se va a tocar nada fundamental, como lo relativo a la unidad de España y la igualdad entre los españoles".
Iniciativas desconcertantes
Un PSOE descabezado y desnortado, a la espera de recomponer su liderazgo, ha mantenido una actitud exigente, luego de su gran sacrificio de entregarle la presidencia a Rajoy mediante su polémica abstención en la investidura. Javier Fernández, líder de la Gestora provisional, alejado de todo afán de protagonismo, ha acordado con Rajoy algunos puntos fundamentales para permitir que la locomotora del Estado se ponga de nuevo a andar.
El PSOE trata de capitalizar los cambios que está impulsando el Gobierno en aras de mantener una estabilidad parlamentaria y evitar sobresaltos
El Gobierno ha tenido que incurrir en concesiones que chirrían directamente en su electorado, como el aumento de impuestos al sector empresarial, el comienzo de la voladura de la Ley de Educación, el incremento del Salario Mínimo. Y se anuncian nuevos pasos en esa dirección como elaborar un ataúd para la Ley de Seguridad Ciudadana, quizás algunos cambios en la Reforma Laboral. Iniciativas legales que en su momento el PP defendió con ahínco y que ahora corren peligro, al menos si se escucha a los portavoces socialistas.
El PSOE, sumido en su laberinto, trata de capitalizar estos cambios que está impulsando el Gobierno en aras de mantener una estabilidad parlamentaria y evitar sobresaltos. Es el PP quien renuncia, o quizás el que va a tener que renunciar, a algunos de sus planteamientos y son los socialistas quienes se atribuyen estos éxitos. Ciudadanos, que incluyó algunas de estas medidas ahora aprobadas en su pacto con el PP, no ha logrado en esta etapa el protagonismo deseado. El partido de Rivera contempla cariacontecido esta especie de resurrección del bipartidismo del que ya ha empezado a hablarse en el mundillo político. Podemos, por su parte, radicaliza su postura. Pablo Iglesias vuelve a la calle mientras trata de acallar un creciente malestar interno. Los dos partidos menores parecen ajenos a las jugadas de importancia que se suceden en el tablero.
No hay preocupación alguna en Moncloa ante esta nueva situación en la que el Gobierno aparece como protagonista de continuas concesiones. “Es lo que toca ahora, no hay otra”, comentan. Algunas pueden resultar particularmente urticantes para su electorado, como los pasos que habrán de darse con el PNV de cara a su apoyo en los presupuestos o los que impulsa la vicepresidenta Sáenz de Santamaría en el ‘frente catalán’ para amainar el reto secesionista. Los pactos con los nacionalistas siempre tienen difícil venta. “En Europa han ido cayendo los jefes de Gobierno, uno tras otro, en unos meses. Ya sólo quedan Rajoy y Merkel. Y veremos cómo sale la primera ministra alemana en sus elecciones”, explican estas fuentes. “Rajoy tiene la piel de elefante”, comentan, parafraseando a la dirigente germana.
La inquietud es palpable y quizás creciente en algunos sectores del PP. Determinados dirigentes de la formación son conscientes de que esta legislatura va a ser endiablada y que, al final, les va a pasar factura. “Vamos a quedar como los villanos de la película, los que traicionan algunos de sus principios. Y el PSOE, si lo hace bien, emergerá de esta etapa enrarecida como el partido alternativa de Gobierno, sin mancharse ni desgastarse”, explican con cierta preocupación. En estos círculos, ciertamente minoritarios, se comenta que este cortoplacismo que lleva a cabo el Ejecutivo, obligado por las circunstancias, puede resultar letal para la formación conservadora. “Alguien tiene que pensar lo que puede ocurrir en 2020”. Previsiblemente no será ya Rajoy el candidato y “el PP se habrá dejado demasiados pelos en la gatera tras una gestión de Gobierno repleta de dificultades”, concluyen.