Mariano Rajoy no ve tan mayor a una Constitución a punto de convertirse en cuarentona. “Son algunos años, pero también son pocos”, declaraba en el patio del Congreso durante la ceremonia de homenaje a la Carta Magna en su 39 aniversario. No hay prisa en reformarla, no se dan las circunstancias requeridas y nadie sabe cómo hacerlo, resumen en su entorno. “No voy a permitir que se destruya la soberanía nacional, lo que sea España lo decidirán todos los españoles”, insistía.
Cambiarle el traje a la ley de leyes no es prioridad alguna para el presidente del Gobierno. No figura entre las urgencias de su agenda, en la que destaca como asunto puntero la convulsión separatista en Cataluña, las elecciones del 21D y, en segundo término, los presupuestos del próximo año, que ya están casi a punto en el horno del PNV.
El PP va a participar en la comisión territorial que impulsa el PSOE como gesto de diálogo. Pero sin esperanza alguna de llegar a buen término. Así lo hacen saber algunos dirigentes de Moncloa. Pero no hay esperanzas de avanzar. Rajoy sabe que en ese territorio espeso y tenebroso, hay más que perder que puntos a ganar. Y a la vuelta de un año, se abre un largo periodo electoral, con autonómicas, municipales, europeas y, quizás también, generales. Todo al 19. "¿Qué debate es ese?", respondió sobre su posible candidatura. "Me encuentro bien, ¿no se nota?. ¿Por qué no voy a presentarme? No he hecho nada malo", confió entre bromas a los periodistas en el tradicional aparte de los pasillos del Congreso. Rajoy piensa en las urnas más que en el incómodo y proceloso reto de darle la vuelta a la Carta Magna.
De ahí su empeño en mostrar su incólume escepticismo sobre los cambios constitucionales, uno de los asuntos de la fría mañana del cumpleaños institucional. “El debate es surrealista”, señaló, con el dedo apuntando en dirección al PSOE. “No se concreta ni una propuesta, no se especifica lo que se quiere, además no entiendo eso de que debemos hacernos los simpáticos con una gente que no lo es”. En suma, nada de cambiar los pilares del Estado para dar satisfacción a quienes pretenden derruirlo.
Cataluña no estuvo presente apenas en las intervenciones de los líderes políticos. Tan sólo Ana Pastor, presidenta de la Cámara, lanzó una defensa de la ley frente a quienes pretenden destruirla. Sin micrófonos, Rajoy no eludió sin embargo el asunto que más quebraderos ha causado al Estado en los últimos cuarenta años. Le preguntaron sobre Puigdemont y la retirada de la euroorden por parte del Supremo. "Me trae sin cuidado lo que haga ese señor". E insistió en que "ya seas presidente o conserje, está sometido a la ley". Eso sí, entre Arrimadas e Iceta, claros favoritos de la filas constitucionalistas en las encuestas, zanjó con un inconfundible "yo prefiero a Albiol". El viernes sube el presidente a Lérida a apoyarlo.
Que se pongan a trabajar
La fiesta de la Constitución confirmó lo que todo el mundo sospecha. El presidente del Gobierno no va a abordar la reforma de la Carta Magna en esta legislatura. Pedro Sánchez, de regreso a la celebración tras un año de ausencia debido a la tormenta del PSOE, le urgía a ello, en su deslavazada intervención ante los medios. Susana Díaz, que intervino justo a continuación del jefe de filas del PSOE, se sumó a la templanza de Rajoy. “Ni el PP ni Podemos quieren, por lo que no se hará”, vino a concluir. La ‘lideresa’ andaluza tan sólo tiene prisa en que Rajoy solvente cuanto antes la financiación autonómica, cuestión que para el jefe del Ejecutivo requiere el apoyo socialista. “Si este asunto urge, como dicen, que se apliquen, que se pongan a trabajar, a mí tampoco me gusta el actual modelo, que es el del PSOE de Zapatero”.
Las turbulencias en Cataluña, la cita del 21-D, el enigma de Puigdemont, la defensa de la soberanía nacional son los argumentos a los que se aferra Rajoy para defender sus reticencias frente a ests cambios. Albert Rivera, “con la cabeza en el Congreso pero el corazón en Cataluña”, insistía en que defiende una reforma del texto pero no una ruptura, porque ha sido de enorme utilidad estos 40 años. Pablo Iglesias, que se dignó reaparecer por la Cámara en tan sonado día, “dada la gravedad del momento”, plantea “un diálogo de país” para abordar la reforma. ¿Y para qué está el Congreso?, le responden desde el resto de los partidos mayoritarios.
Abrazos navideños
La fiesta de la Constitución reunió menos presencias que en ediciones anteriores. Incluso se podía caminar con cierta soltura por el Salón de los Pasos Perdidos. Se ausentaron ocho presidentes autonómicos, incluido el de Asturias. Cristina Cifuentes, presidenta de Madrid, exhibió un corazón rojigualda que despertó enorme admiración. Se ausentaron los nacionalistas, el PNV, Bildu, aunque por el nacionalismo catalán se dejó ver el senador Cleríes, del PDeCAT, quien no dudó en posar amablemente en la fila de los jefes de filas parlamentarios. Sí estuvieron presentes Miquel Roca y Josep Borrell, que acapararon buena parte de la atención de los presentes, en especial de los periodistas.
Hubo algunos 'mano a mano' muy enjundioso, en especial el de Sánchez con Iglesias, que hablaron de que Borgen es Iceta, para uno, o Domenech para otro. Incluso Rivera dejó una premonición muy comentada: Arrimadas será la presidenta y no hay problema en que Iceta se encargue de la vicepresidencia. Los pactos postelectorales dan mucho juego. Iglesias, arrebatado de un inusitado espíritu navideño hasta se fotografío junto a Rivera, tras un cariñoso abrazo. La alcaldesa de Madrid, Manuel Carmena, se hizo algún selfie.
La sombra de Puigdemont sobrevolaba desde Bruselas. Elogios unánimes al requiebro del juez Llarena que ha desbaratado la estrategia de defensa del expresidente de la Generalitat, que se enfrenta ahora a un escenario comprometido. Su retorno a España ya no depende de la Justicia belga, sino tan sólo de él mismo. En su intervención de este miércoles desde la capital belga tan sólo logró alinear unos recurrentes argumentos sobre ‘el ridículo’ de los tribunales españoles.
Los comicios del 21D circularon con intensidad por los comentarios y conversaciones del Congreso. Arrimadas despierta pasiones, incluso entre algunos dirigentes socialistas, que no terminan de ver clara la línea de Iceta, basculante y, por momentos, desconcertante. “Ciudadanos se ha adueñado del voto útil”, reconocía un diputado del PSOE. En Ciudadanos hay esperanza en la movilización de los constitucionalistas. Incluso ven a Arrimadas de presidenta y a Iceta de vicepresidente, al decir de la gente de Rivera. También se insistió mucho en la pugna feroz entre los independentistas. “Van a muerte, Junqueras y Puigdemont se van a arrollar, eso sí que es el choque de trenes”, apuntaban en estas fuentes.