Pedro Sánchez ha cumplido su amenaza. El presidente del Gobierno acudirá a la investidura sin los apoyos necesarios para ganarla salvo milagro de última hora. La previsible derrota de Sánchez dará dos meses al candidato PSOE para intentar formar Gobierno o conducir el país a nuevas elecciones generales en noviembre.
Sánchez ha estirado los plazos al límite, pero no ha conseguido nada dos meses después de las elecciones. El presidente se marcha a la Cumbre del G20 en Japón y ha fijado una reunión con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, el martes 2 de julio para poner fecha al debate de investidura. Todo apunta a la segunda o tercera semana de julio. Si fracasa, como así parece, habrá dos meses para volver a intentarlo o los españoles regresarán a las urnas otra vez el 3 o el 10 de noviembre.
España se asoma a un bloqueo político de un año largo, en el que cada partido juega al reparto de culpas. El PSOE obtuvo 123 diputados el 28-A. Es la representación más baja de un ganador en las urnas para formar Gobierno. La mayoría absoluta es 176. Mariano Rajoy también logró 123 escaños en 2015, pero declinó ir a la investidura.
Acuerdo imposible con Podemos
Con estos mimbres, Sánchez ha sido incapaz de alcanzar un acuerdo con Unidas Podemos, al que considera su "socio preferente", ni con nacionalista y separatistas. La mayoría que le aupó a La Moncloa en la moción de censura hace aguas. El choque es supuestamente por la negativa del PSOE a formar un Gobierno de coalición. La oferta de Sánchez a Iglesias es para cargos de responsabilidad; secretarías de Estado a los sumo.
El PSOE acusa a Podemos de querer votar en contra de la investidura por no aceptar esta fórmula de "cooperación". Mientras que la formación morada asegura que Sánchez comenta en privado que su intención es buscar el apoyo de la "derecha". Todos se desmienten unos a otros.
"Nos apena que el candidato socialista busque el apoyo de la derecha; nos apena también que no solamente amenacen con una repetición electoral sino que quieran ir a una investidura fallida", ha dicho la portavoz de Podemos, Irene Montero.
"Desde el minuto cero, desde el día siguiente de las elecciones, hemos dejado claro que Unidas Podemos es nuestro socio preferente", ha respondido la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra. "Les hemos hecho una oferta, un gobierno de cooperación, basado en tres ejes: contenidos, cooperación institucional y cooperación parlamentaria. Les hemos ofertado también una comisión de seguimiento a ese acuerdo. Y la respuesta en principio ha sido que no".
"No entiendo las declaraciones de Irene Montero, porque no es esa la realidad", ha añadido.
La dirección de Podemos no es que crea que la situación con el PSOE está mal. Es que dan por hecho que ni siquiera hay negociación. Sánchez ha optado por no ceder un milímetro y confía en que sea Pablo Iglesias el que se desgaste.
La vía Ciudadanos
Por si esta partida fracasa e Iglesias no cede, el presidente juega en otra mesa y con otra baraja al apoyo o la abstención de Ciudadanos. Sánchez no ha hecho una oferta concreta a la formación naranja pero amaga con hacerlo si Podemos tumba la investidura.
De momento, se habla de una abstención por responsabilidad y sentido de Estado. La presión ha surtido efecto. Un sector de Ciudadanos pide abrir esa negociación. La salida de Toni Roldán y la presión de Luis Garicano han abierto una grieta en la formación naranja. Albert Rivera se mantiene firme en la posición de no investir a Sánchez.
La duda es si el PSOE dará o no el paso convertir a Ciudadanos en su socio preferente. Fuentes socialistas insisten en que el socio es "de momento" Podemos. Pero tampoco se cierra la puerta de Ciudadanos. Los dos partidos suman 180 escaños y tienen una mayoría absoluta estable.
"Ciudadanos debería hacer un ejercicio de responsabilidad y abstenerse ya como hicimos algunos en 2016, y bien duro que resultó en clave interna", dicen estas fuentes. ¿Y si Podemos tumba la investidura el PSOE valoraría la opción de cambiar de socio? "A ver si llega eso", responden.