El terremoto político de la fallida investidura de Pedro Sánchez amenaza con alcanzar al grupo confederal de Unidas Podemos. Al menos dos actores del grupo político parlamentario, Izquierda Unida y Equo, cuestionaron en los minutos previos a la votación del pasado jueves la decisión de enrocarse en la abstención. Pablo Iglesias se negó a ceder y preparó un golpe sorpresa que no surtió el efecto esperado. Ahora todas las miradas están puestas de cara adentro, con el temor a defecciones y críticas.
Después de 2016, ahora 2019. Dos investiduras y dos abstenciones, ambas muy cuestionadas. Hace tres años fue por negarse a permitir un gobierno rojo-naranja (con Ciudadanos), mientras que ahora la cuestión era entrar en el Ejecutivo, aunque fuera por la puerta de atrás, tal y como iban denunciando los miembros de Podemos.
En una reunión de la cúpula de Unidas Podemos, celebrada pocos minutos antes de la votación de investidura del pasado jueves, los principales dirigentes del grupo hablaron claro. No había unanimidad y se manifestaron dudas ante la decisión de Iglesias de negarse a aceptar la propuesta de Sánchez. Algunos apuntaron a la oportunidad de ceder para entrar en el Gobierno: una oportunidad histórica para Unidas Podemos.
Según fuentes de Podemos, en el propio partido morado ya desde el día anterior (miércoles) los móviles echaban humo. Algunos sostienen que la cúpula morada empezó a decantarse por ceder y aceptar la última oferta del PSOE: una vicepresidencia y cuatro ministerios.
Montero e Iglesias, entre el sí y el no
Aun asumiendo que esas carteras estaban en realidad despojadas de fondos y competencias, la posibilidad de que Irene Montero, número dos de Podemos, llegara a la vicepresidencia del Gobierno despertaba mucho interés. Incluso en la propia Montero, según fuentes del partido morado.
Quien, sin embargo, iba hacia el no era Iglesias. Fuentes de Podemos afirman que fue el líder morado quien rompió en un primer momento las negociaciones el miércoles, tras constatar la actitud cerrada del PSOE. Luego reculó, e intentó reconducir el asunto hablando personalmente con Sánchez. Pero todo estaba bloqueado. Las filtraciones del PSOE de dos documentos de la negociación en la noche de ese día volvió a irritar a Iglesias.
Carmen Calvo, la interlocutora elegida por el socialista, tampoco lo ponía fácil. En Podemos confiaban en que fuera Adriana Lastra la encargada de tender puentes. Sabían que Calvo pertenece, como José Luis Ábalos, al segmento más reacio a firmar una coalición con Podemos. Leyeron la decisión de poner a Calvo al otro lado del teléfono como una declaración de intenciones de Sánchez.
Iglesias y los suyos aplazaron la decisión a escasos minutos antes de la votación. Incluso con cierto pánico por algunos diputados, que según afirman fuentes del partido se enteraron a última hora y a través de los móviles de la consigna del partido. Por la mañana, unos frenéticos e inútiles intentos de Podemos de rebajaron sus exigencias chocaron otra vez con el muro socialista.
Enfado en IU
Iglesias intentó entonces sorprender con una propuesta final desde el propio Congreso. Dijo renunciar al ministerio de Trabajo, pero pidió competencias en políticas activas al empleo. Algunos diputados de Unidas Podemos aseguran no saber que Iglesias habría hecho esa oferta. Esta vez fue Lastra quien le cerró la puerta. Y lo hizo acusando a Podemos de no tener el monopolio de la izquierda. La suerte estaba echada.
Detrás del escenario, sin embargo, algunos importantes dirigentes de IU y Equo torcían el gesto. Entre ellos el propio coordinador, Alberto Garzón, como adelantó Vozpópuli. Su planteamiento había sido de buscar la conciliación hasta el último minuto, con la opción final de aceptar la oferta de los socialistas. Antes de la votación, IU llegó a pedir un receso a la mesa del Congreso para retrasar la votación. Era el último intento para intentar modificar la decisión final. Pero no fue aceptada.
Los socialistas, por su parte, manifestaban desde las bancadas del Congreso su preocupación. No pocos dirigentes socialistas temían que Iglesias acabara cediendo y que a partir de hoy se hablara de coalición rojo-morada. Un asesor de La Moncloa comentó después de la investidura fallida: “Todo tuyo Íñigo Errejón”.
El difícil escenario de septiembre
El fantasma de Errejón, por un lado, y el miedo a que finalmente Sánchez en septiembre decida no proponer nada a Unidas Podemos son los argumentos esgrimidos por los críticos a la estrategia de Iglesias. Ahora para Unidas Podemos se abre un escenario de incertidumbre.
El liderazgo interno de Iglesias dependía y mucho de cómo se gestionaba la posible coalición con el PSOE. Fracasado este intento, el peligro es que algunos dirigentes miren con más interés a los movimientos de Errejón. Otro problema es que cunda el pánico por la ocasión perdida y que la formación se vea afectada en la moral.
Este último punto, el anímico, es quizás el aspecto en el que la cúpula de Podemos deberá trabajar con más intensidad a partir de hoy. A la salida del Congreso, las caras de algunos diputados de Unidas Podemos reflejaban aflicción y decepción. Oficialmente el partido morado confía en llegar a un acuerdo en septiembre. Los más optimistas aseguraban: “El PSOE no quiere elecciones”. Pero desde La Moncloa los mensajes apuntaban ya a nuevas elecciones en noviembre. Justo lo que quería evitar Iglesias.