España

¿Precedente de plantón de la Península a Canarias como los Menas?

Los puertos como Las Palmas debieron cerrarse por epidemias de fiebre amarilla a mitad de sequías que generó una colapso social

Los canarios están perplejos este verano con la respuesta que hay en la Península de su clase política con el reparto de los niños migrantes que se encuentran varados en Canarias tras llegar en cayuco. Hay 5.500 y desde las islas se pide que el resto de España acoge la mitad; pero las CC.AA no se aclaran bajo argumentos técnicos de corte financiero y las presiones de Vox al PP, que controla buena parte de las regiones peninsulares. Los socios nacionalistas del PSOE, que siempre han generado simpatías en las islas, tampoco quieren y apuntan, con unos territorios con extensiones kilométricas muchos más amplios que Canarias, que bastante hacen ya.

No es la primera vez que la Península se desconecta de un problema de derechos humanos surgido en Canarias. En el año 1847 Las Palmas fue asolada por una invasión de langosta africana y que se cebó sobre un producto básico en la cesta de la compra de las islas desde 1519: la papa. El profesor de Historia de la Universidad de La Laguna, Antonio Macías Hernández, recuerda que en 1835 el archipiélago tenía 233.789 personas y en 1857, 234.804. En Gran Canaria había en 1835 67.500 y en 1857 de 68.066, es decir, un aumento mínimo que expone los problemas de alimentación que tocó soportar a las islas. En el populoso barrio de San José en Las Palmas el 75% de sus vecinos emigró al Caribe.

El hambre en las islas generó un problema mayor: forzó a la mano de obra cualificada de la época para sectores como el agrario a irse a América. Hubo una "mortalidad catastrófica que asoló al archipiélago, especialmente a Gran Canaria", detalla María José Betancor Gómez, profesora Titular de Historia de la Medicina de la ULPGC. Para colmo, en Las Palmas la hambruna coincidió con la epidemia de fiebre amarilla de 1846 y 1847 que evolucionó en dos brotes. Según todas las fuentes vino de Tenerife por una escala de una fragata que procedía de Cuba. Madrid en 1847 reaccionó de la siguiente forma. El 19 de abril de ese año el Gobierno central condonó la transferencias de recaudaciones. Sirva como ejemplo que, en mayo de 1846, una obra tan poco costosa como la construcción de una fuente para el abastecimiento público en la Plaza de San Francisco en Telde fue imposible de hacer ni aún con recolectas porque no había dinero en las administraciones.

Gregorio Chil y Naranjo, médico formado en Francia, historiador y antropólogo canario, pionero de la arqueología prehistórica en Canarias, en un manifiesto solicitando ayuda sentenció: "Esto es una calamidad espantosa sin ejemplo en la historia de u pueblos ha afligido hoy a una parte de la Provincia, las islas de Lanzarote y Fuerteventura, víctimas por ocho años consecutivos de escasísimas cosechas, han llegado hoy al punto, que los hombres constituidos en sociedad tienen derecho al socorro de sus semejantes". La miseria era tan espantosa en estas dos islas, que sus habitantes se negaban a volver a ellas, pues era ir a una muerte segura. Pero siguen los años y 1847 queda atrás. En 1862 una terrible sequía hubo que racionar agua y la agricultura volvió a verse ahogada y agravado este menú con la incomunicación con Tenerife y Gran Canaria epidemia de fiebre amarilla que afectaba a estas islas entre 12 de noviembre de 1862 y 17 de enero de 1863.

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