España

El fracaso de Madrid 2020 decepciona en Zarzuela y tumba la idea de "los Juegos de Felipe VI"

Iban a ser los Juegos del Príncipe. Desde que aceptara la presidencia de Honor de la candidatura de Madrid 2020, como antes habían hecho sus padres para las de 2012 y 2016, Don Felipe aceptó el reto como algo que va mucho más allá de lo estrictamente protocolario. Un desafío personal y una oportunidad excepcional.

Iban a ser "Los Juegos de Felipe VI", como se apuntaba en medios de la candidatura española. Los Juegos de Madrid permitirían ofrecer al mundo la imagen de una España renovada, una España de futuro. Al margen de los supuestos beneficios económicos, nada evidentes por cierto, y la evidente repercusión internacional para la capital española, la única de Europa que nunca ha sido sede olímpica, los Juegos llegarían en un momento en el que nuestro país ya habría superado algunos de los más serios problemas que tiene planteados en estos momentos.

Los planes del Rey

Muchos pensaban que, de haber salido las cosas en forma distinta en Buenos Aires, incluso Su Majestad el Rey podría acariciar la idea de dar un paso al costado y ceder el trono a su hijo. Sería una oportunidad muy adecuada. Algunos observadores próximos a la Zarzuela siempre han comentado que Don Juan Carlos jamás pensaría en abdicar, caso de que lo hiciera alguna vez, hasta haber resuelto tres de los principales problemas que sacuden ahora a España y a la Corona. El escándalo Urdagarín; la severa crisis económica que arroja un saldo de desempleo entre los jóvenes españoles que duplica la media europea y el permanente riesgo que amenaza la estructura Constitucional del Estado a causa del acoso de los nacionalismos excluyentes. En especial, Cataluña.

De haber sido Madrid la elegida, incluso el Rey podría haber decidido ceder el trono a su hijo

Para 2020, esos tres elementos se habrían evaporado o al menos amainado. Sería entonces llegado el momento para, aprovechando la cita olímpica, con España en el centro del interés mundial, meditar sobre la posibilidad de un relevo en la Jefatura del Estado. "Los Juegos de Felipe VI" se harían entonces realidad.

Proyectos por la borda

El batacazo de Buenos Aires ha desbaratado muchos planes y no sólo los que pudieran afectar a la Corona. En Moncloa también se acariciaba la concesión de la sede olímpica a Madrid como un mensaje inequívoco de que el mundo volvía a confiar en nuestro país, y, por ende, en las reformas que está llevando a cabo este Gobierno. Sin hablar del efecto más directo y evidente sobre el color político del Ayuntamiento madrileño y la continuidad de su alcaldesa como candidata en las próximas elecciones.

En Moncloa acariciaban la concesión de la sede olímpica a Madrid como un mensaje de que el mundo volvía confiar en España

Desde el minuto uno, Don Felipe se volcó afanosamente en su papel de principal promotor y defensor de nuestra candidatura. Ha desplegado una actividad infatigable, visitando infraestructuras, entrevistándose con miembros del COI, fomentando apariciones públicas y hasta reclutando incorporaciones al equipo nacional.

Pau Gasol desveló en su intervención en Buenos Aires, brillante y eficaz aunque no pudo verse por televisión a causa de la caída de la señal televisiva, que había sido el Príncipe quien le convocó para que se sumara a las filas de la candidatura española. Así lo hizo, con inteligencia y mesura. El baloncestista fue seguramente el más prudente al manifestarse sobre las posibilidades de Madrid en las horas previas a la gran votación.

Junto a la Princesa

La intervención del Príncipe de Asturias en esa ceremonia del COI en Buenos Aires, donde se encontraba acompañado por la princesa Letizia, resultó ejemplar. Sin duda, la más alabada de cuantas ofreció la familia olímpica española. Transmitió una imagen de solvencia, solidez y al mismo tiempo de simpatía y amabilidad. Un paso muy estudiado y muy trabajado en el que el Príncipe se volcó con generosidad y entusiasmo.

El impecable paso del príncipe Felipe por Buenos Aires ha sido el factor más positivo del funesto fin de semana olímpico

Mucho se jugaba el Heredero de la Corona en este envite. Había mucho que perder pero también había una enorme baza que ganar. Don Felipe se iba a convertir indefectiblemente en el rostro de la victoria o de la derrota. Esto último, ya hemos visto, no ha sido así. Su impecable paso por Buenos Aires ha sido el factor más positivo del funesto fin de semana olímpico.

Otros miembros del equipo español, principalemente Alejandro Blanco al frente del COE, se han llevado lógicamente el mayor peso en la responsabilidad de esta derrota. Blanco y su gente ofrecieron una imagen titubeante y poco convincente. Pese a contar con una candidatura firme, no se estuvo a la altura de las circunstancias en su defensa. Parecía que nada se ha aprendido de los otros dos fiascos previos.

El principal problema de la apuesta española ha sido la imagen de economía quebradiza que todavía se ofrece al mundo

Pero el principal problema para la apuesta española ha sido, evidentemente, la imagen de economía quebradiza que todavía se ofrece al mundo. El COI no quiere sorpresas en este terreno. Bastante mal lo está pasando con el caso de Río, un foco de imprevistos e inconvenientes de todo tipo, incluso financieros. El COI quiere tranquilidad en este campo y optó por la seguridad de la candidatura japonesa, que requiere aún enormes inversiones pero que tiene el presupuesto en la mano para llevarlas a cabo.

El sueño de Madrid como sede de "los Juegos de Felipe VI" se ha esfumado. El Príncipe, notablemente afectado tras el desastre, salió a dar la cara y afrontó el revés con suma entereza, en su línea. "Hay que digerir el revés, levantarnos y seguir nuestro camino", dijo, luego de comentar que los Reyes "comparten nuestra tristeza y felicitan a todo el equipo".

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