Las islas Canarias se acercan al 2025 con calima procedente del Sáhara. Los estudios científicos hechos en Francia y España revelan una exposición de los isleños a las radiaciones de explosiones nucleares por el viento del Sáhara que llega al archipiélago. Hay dos casos: el accidente nuclear de Chernóbil y los ensayos controlados de Francia en Argelia.
Francia realizó una serie de pruebas nucleares en el desierto argelino entre 1960 y 1966. Aunque fuentes oficiales francesas cifran en 17 el número total de detonaciones, historiadores argelinos estiman una cifra significativamente mayor, alrededor de 57. La primera de estas pruebas, denominada 'Gerboise Bleue', tuvo lugar el 13 de febrero de 1960 en el Sahara. Las consecuencias de estos ensayos para la población y el medio ambiente argelinos han sido devastadoras, con estimaciones que apuntan a decenas de miles de víctimas y daños ecológicos a largo plazo.
Más lejos de Argelia y de Canarias está Ucrania. Un estudio realizado por las universidades de La Laguna y Málaga, publicado en el Journal of Geochemical Exploration, revela que la calima transporta isótopos de cesio (134Cs y 137Cs) vinculados al accidente nuclear de Chernóbil de 1986. Estos radionúclidos, detectados en los suelos de Tenerife, habrían llegado a Canarias a través del polvo sahariano en suspensión. Los datos analizados provienen del Laboratorio de Física Médica y Radiactividad y explican cómo este fenómeno atmosférico traspasó contaminantes de origen antropogénico desde el norte de África hasta Canarias.
El estudio es sobre Chernóbil de 1986 pero Canarias está más cerca de Argelia que de Ucrania. Y Francia llevó a cabo cuatro ensayos nucleares con bombas entre 1960 y 1961 en el Sáhara, antes de que Argelia alcanzara su independencia. Tras este período, las pruebas continuaron con otras 13 explosiones adicionales hasta 1966. Aunque Argelia ya era un Estado independiente, las autoridades permitieron al Ejército francés permanecer en el Sáhara como zona de operaciones durante cinco años más, hasta su retirada.
En Argelia, para detonar de forma encubierta sus armas atómicas y competir con otras naciones, el ejército francés construyó dos bases nucleares en el Sahara: el Centro Sahariano de Experimentos Militares (CSEM, o Centro Sahariano de Experimentos Militares) en Reggane y, a unos 600 kilómetros al sureste, en In Ecker, el Centro de Experimentos Militares de los Oasis (CEMO, o Centro de Pruebas Militares de los Oasis). El CSEM incluía laboratorios y talleres subterráneos y estaba diseñado para unos 10.000 civiles y militares franceses, mientras que el CEMO estaba previsto para aproximadamente 2.000 funcionarios civiles y militares franceses.
La arena fundida radiactiva que es la jerboasita (o, para utilizar la descripción del OIEA, "el material negro, vítreo y poroso") apareció en un documental de 2008 'Viento de arena: el Sahara de los ensayos nucleares', dirigido por Larbi Benchiha. Además de documentar la construcción del CSEM y sus restos radiactivos, la película también retrata una investigación realizada por Bruno Barillot, cofundador del Observatorio Francés de Armamentos, un centro francés independiente sin fines de lucro fundado en 1984 en Lyon. En el documental, Barillot afirma que esta arena fundida fue claramente vitrificada por el calor de las explosiones atómicas e incorporó materias contenidas en la bomba. Barillot menciona que, si y cuando esta materia contaminada antropogénica se rompe, puede liberarse polvo de plutonio, lo cual es altamente peligroso, y recuerda a los espectadores que la vida media del plutonio es de aproximadamente 24.400 años.
La investigación más reciente, la liderada por María López Pérez en la Universidad de La Laguna, concluye que los isótopos liberados durante el accidente nuclear no llegaron directamente a Canarias. En cambio, fueron primeros depositados en el norte de África y posteriormente resuspendidos por tormentas de polvo que los trasladaron a las islas. Aunque las concentraciones detectadas en los suelos y el aire de Tenerife son bajas, el hallazgo refuerza la necesidad de seguir monitorizando el impacto ambiental de la calima en la región.
Entre los hallazgos más relevantes, se destaca que las bajas concentraciones de cesio en las islas no representan un riesgo significativo para la población. Los episodios de calima son un vehículo clave en la transferencia de estos contaminantes hacia Canarias. Esta línea de investigación complementa estudios previos del FIMERALL sobre el impacto radiológico del polvo sahariano, que han contribuido a comprender mejor la relación entre la calima y la radiación ionizante.
El estudio subraya la importancia de seguir analizando la interacción entre eventos atmosféricos y contaminantes radiactivos. Acontecimientos recientes, como la intensa calima de diciembre de 2024, febrero de 2020, justo antes de la alarma nacional por el Covid19, que paralizó los aeropuertos canarios durante 42 horas, refuerzan la relevancia de esta investigación. Este tipo de episodios evidencia cómo factores naturales y antropogénicos pueden combinarse, afectando no solo el medio ambiente, sino también la salud pública y las infraestructuras de Canarias.
En el momento en que se recopilaron los datos en los años 90, no se contaba con una visión integral de cómo los episodios de polvo sahariano en suspensión contribuían a la presencia de radionúclidos en los suelos de Canarias. Además, la falta de series temporales prolongadas impide explicar con precisión la aparición de estos isótopos de origen antropogénico. Este vacío de conocimiento ha sido subsanado gracias a los trabajos previos de la investigadora María López Pérez, de la Universidad de La Laguna (ULL), cuyo análisis ha permitido ofrecer una explicación plausible que ahora se recoge en este nuevo artículo científico, del cual es. autora principal.
Según López, "a pesar de la gran distancia entre Canarias y la central nuclear de Chernóbil, la fuente más probable de las concentraciones de Cesio 134 y 137 detectadas en los suelos de las Islas Canarias occidentales en los años 90 fue la resuspensión de terrenos y arenas previamente contaminadas por dichos isótopos de origen artificial". Estos materiales radiactivos liberados durante el desastre nuclear se dispersaron principalmente por Europa, pero también alcanzaron otras partes del hemisferio norte en pequeñas cantidades.
Las simulaciones realizadas sobre las columnas radiactivas emitidas tras el accidente de Chernóbil no muestran una ruta directa de deposición hacia las islas Canarias occidentales en los días inmediatamente posteriores al evento. Sin embargo, los investigadores sugieren que la hipótesis más probable es que los isótopos se depositaran inicialmente en el suelo del norte de África y, más tarde, quedarían resuspendidos en la atmósfera. Este hallazgo refuerza el papel del polvo sahariano como vehículo de transporte de contaminantes hacia las Islas Canarias, un fenómeno que añade complejidad al estudio de los radionúclidos y su impacto ambiental. La investigación pone de relieve la importancia de entender cómo interactúan los procesos naturales, como las tormentas de polvo, con las consecuencias de eventos nucleares de alcance global.