El presidente del Gobierno Mariano Rajoy compareció este miércoles en la Audiencia Nacional entre medidas de seguridad extremas y privilegios por ser el jefe del Ejecutivo español. En primer lugar, el líder del Partido Popular accedió a la sede del tribunal por el garaje en su vehículo blindado, sin que el centenar de medios de comunicación gráficos agolpados en la puerta de la Audiencia pudiese captar la imagen de su llegada a la sede judicial.
Ya dentro del edificio fue recibido por el presidente de la Audiencia, José Ramón Navarro, en un acto de deferencia con el máximo representante del Ejecutivo. También se evitó que Rajoy tuviese algún contacto no deseado con los periodistas, a los que se les impidió circular libremente por el edificio una vez que el presidente se encontraba dentro del mismo. El edificio estaba tomado por agentes de policía que vigilaban los movimientos de la prensa.
También fue privilegiada la situación que Mariano Rajoy ocupó dentro de la sala de vistas. El tribunal presidido por el magistrado Ángel Hurtado decidió que el presidente se sentase en un estrado al lado de la autoridad judicial. Nada de estar en el mismo plano que los miembros del banquillo de los acusados. Por cierto, un banquillo hoy desierto con la única presencia del ex alcalde de Majadahonda, Guillermo Ortega.
En el otro extremo del tribunal, también una imagen hasta ahora inédita en el juicio. El fiscal jefe Anticorrupción, Alejandro Luzón, sentado junto a las fiscales del caso en “un acto de cortesía” con el presidente.
Una vez que comenzó el interrogatorio, el presidente de la Sala permitió que, al igual de testigos que han declarado en el juicio de la Primera Época de la trama Gürtel, se preguntase a Rajoy por la contabilidad opaca del partido.
El presidente del Gobierno juró decir verdad y respondió a aproximadamente un centenar de cuestiones que le fueron planteadas. Hurtado declaró improcedentes catorce de las preguntas planteadas a lo largo de las dos horas de interrogatorios y mantuvo rifirrafes tanto con el letrado de Luis Bárcenas, Joaquín Ruiz de Infante, como con el de la acusación Adade, Mariano Benítez de Lugo. Ambas acusaciones formularon distintas protestas. Asimismo, en una de las ocasiones, el magistrado también lanzó un aviso al líder del PP al que insinuó que evitase ese tipo de respuestas.