"Quiero abrazarte, pero no puedo". Esa es la frase que más se oye estos días en las residencias de mayores. Después de tres meses de aislamiento en sus habitaciones y únicamente con el teléfono como vía de comunicación, residentes y familiares se reencuentran bajo fuertes medidas de seguridad.
El protocolo de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid establece que estas visitas deben ser de un único familiar, con cita previa, con una duración de media hora y tras superar controles de temperatura y cuestionarios.
"Así es la vida y así la tenemos que llevar", dice con resignación Juan Antonio Blázquez, un albaceteño de 89 años que vive en la residencia Orpea de Villanueva de la Cañada (Madrid). Él ha superado el virus, pero asegura que apenas se ha enterado. Ahora celebra poder ver a una de sus cuatro hijas, María del Prado, aunque sea manteniendo la distancia.
"Me han robado este tiempo"
Para Juan Antonio la lucha ha sido doble. Además de contraer la enfermedad ha tenido que hacer frente a la pérdida reciente de su mujer. "Verse de repente aislado sin tener a su esposa, a sus hijos, sus nietos, ha sido muy duro", narra a Vozpópuli María del Prado.
"Me han robado este tiempo. Me lo han robado a mí y se lo han robado a él", asegura sobre la situación vivida durante estos tres meses. Ahora, con la 'desescalada', siente "impotencia" al no poder abrazar a su padre mientras la gente se junta en las terrazas, y pide responsabilidad para que su angustia y la de tantos otros familiares y residentes no se extienda más en el tiempo.
"Hay que centrarse en ellos y luchar para que estén bien y puedan hacer una vida normal", apunta María del Prado sobre la tragedia que ha supuesto el coronavirus para los mayores.
Residencias de mayores
Los centros de mayores se han convertido en el principal foco de la pandemia. Solo en la Comunidad de Madrid 5.975 decesos de un total de 8.691 se han producido en residencias.
Habría que valorar toda la situación que se ha vivido y ver cuáles han sido los puntos más débiles"
Sobre el impacto de estas cifras en la imagen de los centros y en la toma de decisiones de las familias para el cuidado de sus mayores, desde Orpea Villanueva de la Cañada creen que además del precio y la ubicación "ahora hay una tercera variable que es cómo protegen a los mayores las residencias". "Habría que valorar toda la situación que se ha vivido y ver cuáles han sido los puntos más débiles en este sentido", apunta Inmaculada Cobos, directora de la residencia madrileña.
En este centro han llegado a ser 250 personas trabajando durante las semanas más críticas. Su directora destaca la disposición y colaboración de todos los empleados, pero también la de los propios residentes, que suman un total de 328. "Ellos mismos son los que justificaban a las familias que no pudiesen venir. A lo largo de su vida han vivido diferentes situaciones de complejidad y esto han sabido afrontarlo con mucha entereza", concluye.