Quice días después de su tronante discurso contra la rebelión de los independentistas catalanes, el Rey don Felipe vuelve a hacer uso de la palabra. En vísperas del Consejo de Ministros que pondrá en marcha la aplicación del artículo 155, y ante un horizonte rebosante de incertidumbres en Cataluña, Su Majestad volverá a hablar en público en la entrega de los premios Princesa de Asturias en Oviedo.
Por primera vez en 35 años, un presidente del Gobierno asistirá a los actos. Rajoy estará presente. Hay motivo. En esta ocasión, la UE recibe el premio a la Concordia y la capital asturiana será escenario de una 'minicumbre europea' ya que hasta allí se desplazarán Junker, Tajiani y Tusk, los tres líderes de las principales instituciones comunitarias. Todos ellos se han mostrado muy firmes en los últimos días en defensa de la Constitución española y en contra de las ambiciones secesionistas del Gobierno catalán.
No es habitualmente un mensaje político el que dedica el Rey en esta ceremonia. Nunca lo ha sido. Es un acontecimiento social y cultural. El pasado año, la ceremonia coincidió casi en las fechas con el segundo intento de investidura de Mariano Rajoy. Ninguna referencia a la actualidad política salpicó aquel día el mensaje de la Corona. Las circunstancias extraordinarias de este año obligan a modificar el libreto de la sesión. Al menos en cuanto al contenido del mensaje de don Felipe. Habrá referencias a la unidad y a la defensa de la legalidad, de acuerdo con fuentes próximas al Gabinete.
El Rey recibió felicitaciones desde toda España, y numerosas llamadas de líderes mundiales, tras su intervención del 3 de octubre, una severa advertencia a los secesionistas catalanes que promueven un golpe contra la democracia española. En la recepción en Palacio del pasado 12 de octubre. don Felipe cosechó asimismo nutridos elogios por sus palabras, que alentaron a un sector de la sociedad que quizás considera excesivamente contemporizadora la actitud que mantiene el Gobierno.
Arbitraje y moderación
En la Zarzuela se viven jornadas de intensa preocupación. "Es una situación dura y va para largo", comentaban en el entorno de la Casa durante la recepción en el Palacio Real. Desde entonces, la situación ha empeorado. Carles Puigdemont renuncia a dar un paso atrás y amenaza con proclamar la independencia en el caso de que el Gobierno ponga en marcha el artículo en cuestión. Una situación de vértigo, un horizonte sin, de momento, salida clara. Una situación "de extrema gravedad", según subrayó en sus palabras del día 3 el Jefe del Estado.
La Casa ha oxigenado la agenda del Rey. Se reduce levemente su actividad sin recluirse en Palacio. "Los españoles le tienen que ver, hay que mantener la normalidad, dentro de lo posible", señalan fuentes de su entorno. Su mandato constitucional de defensa de la unidad de la Nación es nítido y preciso. A él se ciñe. Arbitraje y moderación dentro de lo que señala la Carta Magna.
El desafío secesionista será el protagonista ausente de la velada en el teatro Campoamor. La princesa Leonor tampoco estará presente este año en la entrega de los galardones que llevan su nombre. El 31 de este mes cumple 12 años. Su padre, don Felipe, pronunció su primer discurso en estos premios al cumplir los 13 años. Quizás en la próxima edición la princesa de Asturias sea ya la encargada de dirigir el mensaje a los premiados.