"Que nadie se autoproclame candidato antes de tiempo", había recomendado Rita Barberá a mediados de la semana pasada, un par de días antes de que se consumara su visita sorpresa a Madrid. Tres horas estuvo la alcaldesa de Valencia con Mariano Rajoy, con quien mantiene unas relaciones espléndidas.
Nada trascendió de la larga sentada, la segunda que mantiene el presidente del Gobierno con un alto cargo municipal del partido. El martes anterior fue Ana Botella quien acudió a la Moncloa para anunciar que no seguía en la carrera, que no aspiraría a presentarse a las municipales.
Símbolos del PP
Madrid y Valencia son los grandes desafíos del partido en el Gobierno de cara a la próxima contienda electoral. Dos bastiones fundamentales para el partido y dos símbolos inequívocos de su poder territorial. Hay inquietud en la dirigencia del PP ante lo que anuncian las encuestas en ambas plazas, donde puede perder las cómodas mayorías de las que ahora disfrutan.
Rita Barberá, cinco mandatos ya como alcaldesa de Valencia, mostró síntomas de cansancio hace un par de años e incluso le comentó a su círculo más íntimo su voluntad de no repetir, de seguir en la política desde una segunda o tercera fila. Demasiado tiempo en el cargo pese al amor que siente por su ciudad y por su cometido. De unos meses para acá, sin embargo, su punto de vista ha variado. Ya no le importa seguir y le ha dicho a su partido que puede contar con ella. En su largo almuerzo con Rajoy se habló de este asunto, así como de la reforma electoral para que pueda gobernar el acalde más votado, una iniciativa que el Gobierno quiere sacar adelante incluso en solitario.
Otro serio problema tiene el PP en la presidencia de la Comunidad ya que Alberto Fabra, su actual titular, aparece bajo mínimos en las encuestas. No resulta demasiado valorado por sus conciudadanos y su tirón popular aparece bajo mínimos. Ya hace tiempo que en Moncloa se habla de buscar una alternativa para la presidencia. Incluso se le dio una especie de ultimátum en su momento para que espabilara, para que reaccionara, visto el desastre de su gestión.
El escollo europeo
Por eso se ha hablado de que el favorito de Moncloa es Esteban González Pons, uno de los dirigentes del partido con mayor relevancia en la zona levantina. Pons es un hombre muy próximo a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y no tanto de la secretaria general del PP. Este fin de semana por ejemplo asistió a la reunión de las juventudes del partido, en su condición de vicesecretario de Estudios y Programas. Precisamente el viernes, mientras Barberá almorzaba en Madrid, Dolores Cospedal se encontraba en Valencia. El problema estriba en que González Pons ha sido elegido eurodiputado en las últimas elecciones al Parlamento de la UE, donde además ejerce como portavoz adjunto de la delegación del PP. Este sería el mayor de los inconvenientes, casi insuperable. "Que nadie se autoproclame candidato", como anunció Barberá, porque en estos asuntos casi todo es posible.
También brujulea en estas quinielas el inevitable nombre de García-Margallo. El ministro de Asuntos Exteriores es diputado por Valencia y mantiene una relación constante con ese territorio y desarrolla una línea muy crítica con el actual presidente. En la comunidad levantina empiezan ya a moverse los partidos y ya no se disimulan nervios ni se ocultan maniobras. Por ejemplo, Toni Cantó, diputado nacional, ha mostrado su decisión de presentarse a las primarias por UPyD frente a Alexis Marí, el actual hombre de Rosa Díez en la región. La batalla valenciana amenaza con resultar muy intensa.