Comentan quienes han seguido muy de cerca la trayectoria de Mariano Rajoy desde su andadura política en Galicia que si algo ha demostrado el presidente es “ser un hábil superviviente” en todas las tormentas a las que ha hecho frente. Los viejos del lugar recuerdan como a finales de la década de los noventa promovió la caída en desgracia de José Cuiña, pese a haber sido uno de los principales artífices de la victoria del PP en aquellas tierras en medio del enfrentamiento entre el sector de la boina y el del birrete. Tanto era el poder de Cuiña en aquella época que con todas las medallas electorales en su fajín vio la ocasión de demostrar su dominio en el congreso regional de su partido situando en el gallinero –en Galicia se le denomina ‘poleiro’– ni más ni menos que a Mariano Rajoy y a José Manuel Romay Beccaría, entonces ministros de José María Aznar y ahora destinados temporalmente en La Moncloa y en el Consejo de Estado. El desplante no gustó nada en Madrid y Cuiña empezó a cavar su propia tumba.
Rajoy sobrevivió a Cuiña, a Bárcenas y ahora lo hará a Rato, se afirma en el Gobierno
Casi dos décadas después, a Rajoy le saltó el ‘caso Bárcenas’, ya como presidente del Gobierno, y cuando el PSOE creía que le tenía contra las cuerdas y mordiendo la lona –debate monográfico con Rubalcaba el 1 de agosto de 2013– consiguió salvarse a los puntos reconociendo que había sido un inmenso error confiar en un tesorero de ese pelaje. Rajoy consiguió resistir, pero desde entonces el PP no levanta cabeza en las encuestas sufriendo un duro castigo en las elecciones europeas del año pasado y en las autonómicas celebradas hace un mes escaso en Andalucía.
La corrupción está identificada por Pedro Arriola, el oráculo de Rajoy, como uno de los principales sumideros por donde se han evaporado cuatro de los casi once millones de votos obtenidos por el PP en las últimas legislativas, lo que ha llevado desde hace tiempo al núcleo duro del Gobierno a la conclusión de que si no se gestiona bien la forma de enfrentarse a ella, puede provocar en un tiempo récord una hecatombe electoral cuya próxima parada se sitúa en los comicios del 24 de mayo. ¿Por qué no dar la vuelta a la situación y convertir esta bandera en una potente herramienta electoral?, se llevan preguntando hace meses en La Moncloa.
Salvoconducto para que Podemos logre 100 diputados
Desde finales del año pasado, el Gobierno publicita con escaso éxito de público su paquete de regeneración democrática, en el que entran medidas como la conversión de la financiación ilegal de los partidos en delito, la declaración obligatoria de bienes por todos los cargos públicos, el aumento de los controles sobre incompatibilidades o la agilización de los procesos judiciales. El PSOE ha nadado contra corriente en todo este tiempo explotando, entre otros frentes, la amnistía fiscal de 2012 y denunciando el uso partidista que, en su opinión, el Gobierno está haciendo de la Agencia Tributaria. Y en medio de un mar de escándalos, que van desde los ERE andaluces hasta el latrocinio de la familia Pujol, pasando por la Púnica y las réplicas de Gürtel o el caso Nóos, el PP vive ahora con desolación como Rodrigo Rato, situado durante años como uno de los referentes del milagro económico español, puede acabar en prisión contaminando todo el ciclo electoral y, lo que es más preocupante, entregando el salvoconducto a Podemos para que se instale en el Congreso de aquí a ocho meses con más de un centenar de diputados.
"Es pornográfico admitirlo, pero al Gobierno le conviene la foto de Rato en la cárcel", opina un alto cargo
Frente al canguelo de una parte de la dirección del PP y también de un sector del Gobierno por este terremoto, tanto Rajoy como Cristóbal Montoro, uno de los ministros en quien más confía, han decidido dar esta batalla para demostrar que van a muerte contra los corruptos, caiga quien caiga. El contexto no es sencillo, se admite en el Gabinete. “Falta poco más de un mes para las elecciones que decidirán los gobiernos de 13 comunidades y más de 8.000 ayuntamientos y vamos a demostrar que somos implacables en la lucha contra la corrupción”. Tanto Rajoy como Montoro han dado a la Policía y a la Agencia Tributaria “toda la libertad” para que este ciclo electoral no interfiera en su trabajo, convencidos de que el ciudadano sabrá apreciar, al final, su compromiso, después de la mácula dejada por el ‘caso Bárcenas’, refieren fuentes gubernamentales. El mismo criterio vale para la unidad de blanqueo que, dependiente del Ministerio de Economía, investiga el origen del patrimonio del exvicepresidente.
Es pornográfico admitirlo, afirma un alto cargo, “pero en estos momentos al Gobierno y al partido les conviene la foto de Rato en la cárcel”. Sería el testimonio palpable de que Rajoy no se casa con nadie y de que no está dispuesto a conceder ningún trato de favor, abundan las fuentes. Y ponen un ejemplo evidente: “Si Rato dice que avisó al Gobierno de que iba a acogerse a la amnistía fiscal, algo que nadie constata, se ha demostrado que lo que perseguía con ello no lo ha obtenido, pues al final se le ha tratado como a un ciudadano corriente. Aquí quien la hace la paga”.
"Por encima de amigos y enemigos"
Montoro ha sido el ministro que con mayor énfasis ha cogido esta enseña. El pasado jueves, se subió a la tribuna del Congreso para lanzar estas advertencias ante una audiencia del PP un tanto desorientada: “Muchas personas, entre ellas algunas de sus señorías, se escandalizan y atacan al Gobierno cuando en los medios de comunicación se publican informaciones sobre las actuaciones que realiza la Agencia Tributaria, en las que incluso aparecen nombres de personas de relevancia social. A mí lo que me escandalizaría sería que estas actuaciones no se hicieran, y que personas con relevancia social no pudieran ser investigadas. En la lucha contra el fraude y contra la corrupción el respeto a la ley y el interés general están por encima de todo; por encima de intereses políticos o electorales, por encima de compañeros y de rivales, por encima de amigos y de enemigos. Y que cada cual responda de sus actos”.
Montoro ha dictado en el Congreso el bando que guiará la estrategia del PP hasta las elecciones
El bando hasta las elecciones generales previstas para noviembre está, pues, dictado, sin que pueda descartarse que la misteriosa lista de los 705 contribuyentes que se acogieron a la amnistía y son investigados por presunto delito de blanqueo depare otras sorpresas que hagan temblar los cimientos de algunas fuerzas políticas, PSOE incluido, y tal vez los del país.