Societat Civil Catalana (SCC) se presentó el pasado miércoles 23, día de Sant Jordi, en el teatro Victoria de Barcelona para presentar a la sociedad catalana su propuesta, que viene a engrosar las filas del llamado 'unionismo' -aunque su presidente rechace este término- en un momento en que todo apoyo es bienvenido. Para su presidente, el directivo de ventas afincado en Sant Cugat del Vallés José Rosiñol, el motivo de su aparición es "la preocupación. Creemos que a todos los catalanes y al resto de españoles nos está llevando el secesionismo a un callejón sin salida" cimentado en la perversión del lenguaje. "Estamos preocupados porque una parte de la sociedad catalana, que no es secesionista, sea silenciada, y queremos romper esta espiral del silencio".
El rechazo a "un referéndum para separarse del resto del país" es el leit motiv de esta asociación, que va a convocar un acto la última semana de junio en Barcelona, además de una concentración en Tarragona para el 'onze de setembre'. Entre ambos actos, programan hasta 15 actos en pueblos interiores de Catalunya, donde más fuerte es el independentismo, con el objetivo de hacer de contrapeso a los actos presuntamente masivos que se adivinan por parte de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), la organización independentista que, bajo la dirección de Carme Forcadell y haciendo uso de dinero público de los impuestos de todos los catalanes, lleva dos años marcando el paso al president Artur Mas cada vez con más virulencia.
Rosiñol atiende a Vozpópuli vía telefónica y con suma prudencia, pues SCC es una asociación de ciudadanos y su objetivo es alejarse de los partidos lo más posible, y por supuesto "no decir a ningún gobierno lo que tiene que hacer". Pese a ello, en su acto de presentación el pasado miércoles estuvieron presentes miembros de PP, PSC, Ciutadans, UPyD, Vox e incluso de Plataforma per Catalunya (PxC), partido ultraderechista surgido en Vic y liderado en su momento por el polémico Josep Anglada. "Lo que nosotros queremos es que la sociedad vea innecesaria y contraproducente esta consulta y hacerlo de forma racional. No el debate de los sentimientos y las emociones sino desde lo racional", dice Rosiñol, que rechaza que su posición sea 'unionista': "Yo no soy unionista, no tengo nada que unir. Apostamos por la unión en la diversidad, y creemos que la diversidad permite la perfectibilidad de la democracia, es algo inherente a cualquier democracia. No sólo te permite tener más fuerza, es que es mucho mejor para una sociedad".
Contra el referéndum
Rosiñol se muestra escéptico ante la fecha mágica: 9 de noviembre de 2014. ¿Sacará Mas las urnas a la calle como había prometido? ¿Habrá elecciones plebiscitarias en esa fecha, tal vez con los partidos formando bloques a favor y en contra de la consulta? "El 9 de noviembre se va exponiendo continuamente pero de facto no hay nada convocado oficialmente. Forma parte de la narración política pero no está convocado todavía" dice el catalán, que recuerda que su asociación sólo va a apoyar "tres máximas: respeto a la ley, Estado de derecho y democracia, hacer las cosas dentro de la ley". Y por ello son los políticos "de Congreso y Senado" los que tienen que hacer las propuestas.
"Ninguna asociación puede arrogarse la representatividad de la sociedad. Aquí hay ciudadanos y todos tienen los mismos derechos"
El portavoz de la asociación apoya la idea de que, si se hiciera la llamada "consulta" a los catalanes, ganaría el no a la independencia. Pero entonces, ¿por qué no permitir un referéndum si se piensa que se va a ganar como ha hecho Londres con Escocia? Societat Civil lo rechaza porque en estas condiciones legales no es posible y porque "no es una consulta como se dice sino un referéndum de autodeterminación. ¿Quieres romper con el resto de españoles, sí o no? A mí esto emocionalmente me deja tocado", asegura este profesional liberal, de "madre de Jumilla (Murcia) y padre catalán", que cree que el referéndum, consulta o como quiera llamársele está preparándose por los nacionalistas catalanes "para que salga el sí" y en cualquier caso sería "un mal negocio" por la ruptura que traería.
Rosiñol abona la teoría de la espiral del silencio formulada por la alemana Elisabeth Noelle-Neumann en 1977. "Somos mayoría social pero hay que romper con la espiral del silencio. Lo de hablar en voz baja en cafeterías. Cuando acabó el evento del teatro Victoria fuera había unas 600 personas y salimos a saludar. La gente cuando hablaba conmigo y mi compañera era como una liberación, pensar que pueden expresarse en voz alta. Si coges el CEO (Centre d'Estudis d'Opinió, el CIS catalán) verás que un 75% de los catalanes se siente vinculado con España de algún modo". El resto son los que no sienten nada bueno por España, representados en esa ANC que, recuerda Rosiñol "tiene 37.000 afiliados o asociados. Eso es lo que representan" en una Cataluña de 7,5 millones de habitantes.
"Ninguna asociación puede arrogarse la representatividad de la sociedad porque no estamos en el romanticismo del XIX. Aquí hay ciudadanos, al igual que en el resto de España hay distintas sensibilidades. No hay ciudadanos de segunda y todos tienen el mismo tipo de derechos. La gente con problemas se tiene que expresar sin miedo, que se movilicen con nosotros o con quien quieran. Hay que reivindicar la igualdad de derechos", dice José, que ve "un problema de calidad democrática" en Catalunya agravado por los problemas económicos.