El veto del PSOE a Cristóbal Montoro como interlocutor la negociación presupuestaria y el boicot de las comunidades socialistas a la propuesta del nuevo techo de déficit planteado por Hacienda evidencian la enorme distancia entre el nuevo equipo socialista y el Ejecutivo desde la llegada de Pedro Sánchez.
Mariano Rajoy aún no se ha entrevistado con el secretario general del PSOE, que acudirá en audiencia a la Zarzuela este martes. Las relaciones entre ambos, poco fluidas en la anterior etapa, no han hecho más que empeorar. El presidente del Gobierno recibió con displicencia el anuncio del boicot a Montoro, a quien sigue apoyando. "Nada se puede negociar con quien no quiere negociar", dijo Rajoy, en palabras muy similares a las que suele utilizar para referirse a Carles Puigdemont, el presidente de la Generalitat. Desde Moncloa se subrayó como 'inaudita' esta actitud, prácticamente sin precedentes.
Los puentes con el PSOE parecen rotos. Tan solo queda en pie el mínimo vínculo que mantiene activo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que mantiene informada a la dirección socialisa, así como al PSC, de cuantos pasos se ejecutan dentro de la 'operación diálogo' con las fuerzas políticas y sociales catalanes. Santamaría está convencida de que, tarde o temprano, tendrá que pedirle al PSOE que adopte una postura más comprometida y clara frente al desafío secesionista. A escasos tres meses de la fecha señalada para el plebiscito ilegal, las fuerzas secesionistas mantienen, al menos de cara al exterior, una actitud de aparente firmeza en su proyecto de 'desconexión'.
En el Ejecutivo central rezuma un notable escepticismo con relación a la estrategia de Pedro Sánchez, empeñado en impulsar acuerdos con Podemos y otras fuerzas parlamentarias para dinamitar toda la labor llevada a cabo por Rajoy en sus cuatro años de mayoría absoluta. Ley de seguridad, reforma laboral, política fiscal...Sánchez pretende ir derribando una a una las iniciativas de Rajoy. Ausente de la Cámara, ya que no es diputado, el secretario general quiere llevar a cabo una labor de 'gota malaya' para desgastar la imagen del Gobierno y, al mismo tiempo, para erigirse en líder indiscutible de la izquierda.
"Más miedo les vamos a dar"
En este panorama de radical desencuentro, la vicepresidenta confía en mantener unido al frente constitucionalista. De ahí su empeño en engrasar los lazos con los socialistas. La batalla del referéndum se libra ahora en los ayuntamientos, a los que Puigdemont presiona para que colaboren en la celebración de la consulta, cediendo instalaciones y dependencias. "Les molestamos, les damos miedo y más miedo que les daremos", amenazó el presidente de la Generalitat en el acto con alcaldes secesionistas celebrado la semana pasada.
El PSC no ha dado muestra alguna de dudar sobre este asunto y ha anunciado a sus alcaldes que no pueden colaborar en iniciativas fuera de la ley. Algunos dirigentes municipales socialistas, como en Genora, se han mostrado poco identificados con esta postura. Santamaría, a través de Enric Millo, delegado del Gobierno, mantiene abierta la vía del diálogo con Miquel Iceta, secretario general del PSC. Miembros de su equipo en Moncloa hacen lo propio con la nueva dirección de Ferraz.
Mariano Rajoy conversó telefónicamente con Pedro Sánchez tras ser elegido nuevo líder del PSOE y centró buena parte de la conversación giró sobre el reto independentista. "El PSOE estará en defensa de la legalidad y la Constitución", le transmitió Sánchez. Las dudas han surgido después, cuando el propio Sänchez se ha abrazado a la explicación de que "estaremos con el Estado, no con el Gobierno", una frase rebosante de ambigüedades que alimenta el esceptismo de Moncloa.