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Los talibán matan a familiares de intérpretes afganos evacuados por el Ejército español

Los talibán cumplen su venganza cuando buena parte de la atención internacional ya ha abandonado Afganistán, especialmente en las regiones más aisladas del país. Su red de inteligencia conoce las

  • Militares y aviones del Ejército del Aire en el aeropuerto de Kabul, Afganistán, en una de las evacuaciones -

Los talibán cumplen su venganza cuando buena parte de la atención internacional ya ha abandonado Afganistán, especialmente en las regiones más aisladas del país. Su red de inteligencia conoce las localizaciones en las que vivían los intérpretes y colaboradores que trabajaron para las fuerzas extranjeras -diplomáticas y militares- durante dos décadas de intervención. También de los que sirvieron a España. Es hora de rendir cuentas, de comprobar sobre el terreno quién falta tras la gran evacuación de Kabul. Cuando no encuentran a estas personas en sus casas, visitan a sus familias para comprobar su fidelidad al nuevo régimen. En caso de sospecha, los talibán, al mismo tiempo jueces y verdugos, aplican su particular justicia sobre ellos.

Los primeros casos se registraron durante las semanas en las que se desató el caos en la capital. Los talibán avanzaron con suma rapidez sobre Kabul, a pesar de que la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, esperase un mínimo de oposición de las fuerzas oficiales afganas. Cualquier atisbo de orden en la evacuación se extinguió cuando las tropas del nuevo régimen se desplegaron por las calles y tomaron el poder. Decenas de miles de personas se agolparon junto al aeródromo Hamid Karzai. Muchas de ellas procedían de algunas de las regiones más alejadas, antiguos trabajadores de las fuerzas internacionales.

Uno de ellos fue un intérprete que colaboró con el Ejército español y que consiguió acceder al aeropuerto junto a su familia más cercana en una de las primeras jornadas de extracción. Según ha sabido Vozpópuli, este afgano renunció a su pasaje en el avión, empujó a su mujer e hijos en el interior, y se quedó a colaborar con militares y policías en la misión. No accedió a su propia evacuación hasta que partió uno de los últimos aviones A400M del Ejército del Aire que operaron entre Kabul y Dubai.

Fuentes de seguridad detallan que su labor fue "imprescindible" para localizar a los afganos que trabajaron para España y hacer de puente entre ellos y el personal español desplegado en el aeropuerto: diplomáticos, Ejército del Aire, Ejército de Tierra y Policía Nacional. También se implicó de modo directo en la extracción de civiles agolpados en el exterior del aeródromo, atrapados durante horas y días, hostigados por los talibán, en condiciones que atentaban directamente contra su salud; bien por permanecer en un canal de aguas fecales que discurría junto a las instalaciones, bien por el intenso calor y la falta de agua y alimentos.

Cuando el intérprete estaba a punto de subir al avión para abandonar definitivamente su país y reunirse de nuevo con su familia, comunicó que los talibán se habían presentado en su casa preguntando por él. Al no poder localizarlo, asesinaron a su hermana, a su cuñado y a los niños de ambos. El nuevo régimen había anunciado que respetaría el plazo pactado con Estados Unidos para la evacuación del personal, pero también instó a la población a permanecer en Afganistán para colaborar en su "reconstrucción". Tras tomar el poder, los talibán culpan a Estados Unidos de retrasar estas labores tras llevarse al personal cualificado.

Las prácticas de los talibán

Las mismas fuentes de seguridad señalan que los talibán extienden esas prácticas en todo Afganistán, más aún desde que la gran evacuación se diese por concluida y haya una menor atención internacional por lo que ocurre en el país. La imagen de moderación que ofrecieron ante el mundo comienza a desaparecer y los primeros informes revelan las represalias contra los grupos contrarios al régimen integrista que representan. Las represalias, como en el caso de este intérprete, se centran contra sus familias.

De acuerdo a los datos facilitados por el Ministerio de Defensa, el equipo desplegado en Kabul logró la extracción de 1.900 personas. En el dispositivo participaron miembros del Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo (EADA) y pilotos del Ala 31, ambos del Ejército del Aire; también miembros del Grupo de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra y personal especializado en cooperación cívico militar, del Regimiento de Operaciones de Información número 1. A todos ellos hay que sumar la veintena de agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) y del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional, que brindaban protección a la embajada española en Kabul y que decidieron quedarse en el aeródromo hasta el final de la evacuación.

La cifra de evacuados es muy superior a las 500 personas que contemplaban los primeros planes. A medida que avanzaba la extracción y la situación se recrudecía en Afganistán, los civiles incluían más familiares en las listas. También se colaboró en la evacuación de personal que trabajó para otros países. En el último vuelo, además, se dejó espacio para un reducido grupo de militares portugueses que no tenían medios propios para regresar a su país.

El Gobierno español insiste en que se mantienen activas otras vías para la evacuación del personal al que no se pudo sacar el pasado mes de agosto, aunque no se desvelan los pormenores del operativo por "razones de seguridad", indican fuentes de Moncloa. Los ciudadanos que quedaron atrapados en Afganistán buscan alternativas para huir del régimen talibán. Unos explotan la ruta terrestre hacia los países limítrofes, con escasas garantías de seguridad. También se contempla la posibilidad de volar desde el propio aeropuerto de Kabul, reabierto a vuelos comerciales que aterrizan a cuentagotas, aunque esta opción aún no es realizable debido al estrecho control de las autoridades locales sobre todos los pasajeros.

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