España

El año imposible de Yolanda Díaz, la 'otra política' maltratada por Pablo Iglesias

La vicepresidenta segunda del Gobierno se juega su proyecto político a la izquierda del PSOE en plena pelea a navajazos con Podemos

  • La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, el pasado 9 de noviembre en Logroño. -

Yolanda Díaz lleva 365 días asediada por Podemos y por su líder oficioso, Pablo Iglesias. Este domingo se cumple un año del primer paso que la 'dama roja' dio en Valencia para construir su proyecto junto a 'otras políticas'. Aquello fue el "comienzo de algo maravilloso". El problema es que aquel día, que la vicepresidenta segunda quiso que fuera la carta de presentación de su plan, cometió un pecado: desterrar a los morados, la fuerza que le abrió la puerta del liderazgo que ejerce en Moncloa.

Desde entonces, la también ministra de Trabajo vive en permanente conflicto con el partido que quiso asaltar los cielos. Y el transcurso de esa guerra plantea un incierto futuro a la izquierda a la izquierda del PSOE. Yolanda Díaz no ha dejado aún claro qué quiere ni cuáles son sus objetivos. Ni tan siquiera si será candidata, ya que se ha limitado a ofrecerse. Por el momento está impulsado Sumar, la asociación con la que está escuchando a la sociedad civil por todo el país para recoger sus demandas e intentar seducir el estómago de unos votantes hambrientos de ilusión.

No ha sido un año fácil para Yolanda Díaz. Más allá de la guerra con Podemos, el contexto político ha frenado en varias ocasiones su salto gran salto al vacío. Quiso aparecer ante la sociedad española con la bandera de reforma laboral para coger los galones de candidata, pero otra guerra (la de verdad) en Ucrania dio al traste con todo. La vicepresidenta va despacio y ella se jacta de ello. No quiere prisas, porque son malas consejeras. Y sabe que el blitzkrieg ya no forma parte del momentum político español. Lo suyo no es una segunda versión de Podemos pese a que busque con ansias otro 15-M que la impulse hasta lo más alto.

Si Pablo Iglesias se dedica a la política, que vuelva

La 'dama roja', no obstante, reparte optimismo mientras desdeña a Podemos. La relación con Iglesias está rota en lo personal y en lo político. En el equipo electoral de Sumar molesta mucho la influencia de Iglesias, porque le consideran un estorbo para la reconfiguración de la izquierda a la izquierda del PSOE. El razonamiento que hacen es que si ahora el exlíder morado vive de análisis políticos en medios y en su pódcast, que se dedique a ellos y a no a la política pura y dura en actos de partido que, además, cierra como si aún fuera el máximo dirigente del partido. Es más, le llegan a desafiar: "Si se dedica a la política, que vuelva".

Mientras, el exvicepresidente segundo aviva la tesis de que el PSOE tentará a Yolanda Díaz para que traicione a Podemos y concurra a las elecciones aliada con ellos. Algo que Iglesias no cree que su examiga haga, pero que está convencido de que le ofrecerán. En verdad, a medida que se acerca el ciclo electoral que se abrirá con las elecciones municipales y autonómicas de mayo del año que viene, la tensión entre el PSOE y lo que habrá a su izquierda crece, porque se está produciendo un combate en esa frontera ideológica.

Eso sí, por mucho que Yolanda Díaz se esfuerce, tiene otro problema añadido. Casi más importante que la guerra abierta con Podemos: el hecho de que los morados entraran en el Gobierno de España enfría la capacidad de dar respuesta al enfado social. Y es que la política pública tiene menos épica que una protesta en la calle, aunque sea la solventa los problemas.

Un reto ímprobo

El reto de Yolanda Díaz es ímprobo porque el espíritu de la Puerta del Sol y de otras tantas plazas españolas, que estuvo a punto de superar al PSOE en su día, ya no existe. Todo lo que viene del 15-M ya fue. En verdad, más allá de las escaramuzas internas que pueden quebrar la voluntad de Yolanda Díaz, lo cierto es que tiene casi imposible reconectar con el país como lo hizo en su día Pablo Iglesias, porque tanto la pandemia como la guerra, las dos crisis que constituyen la condición de posibilidad para armar una nueva mayoría social, no están siendo el carburante ideal para Podemos, preso en el Gobierno.

En verdad, Podemos y Yolanda Díaz se necesitan, aunque no se gusten. Son una suerte de matrimonio de conveniencia. El partido sabe que necesita a la titular de Trabajo para sobrevivir, por mucho que esté dispuesto a dar la batalla electoral por su cuenta, y ella sabe que, pese a sus esfuerzos por alejarse de los modos de las fuerzas políticas tradicionales, necesita la estructura interna y los cuadros intermedios morados para desplegar un tejido con el que llegar más lejos con Sumar'. Y, en esas, ambos han iniciado una campaña de desgaste mutuo encaminada a demostrar el poder de uno sobre el otro; a controlarse.

La situación interna de la izquierda a la izquierda del PSOE es crítica. Los puentes entre Podemos e Izquierda Unida también están rotos tras la debacle del lío andaluz el pasado 19 de junio. E Iglesias sigue empeñado en dinamitarlo todo. El exdirigente de Podemos sigue marcando la línea de Podemos a través de sus tribunas en prensa y de sus intervenciones en algunas de las tertulias radiofónicas más escuchadas de España, consciente de que puede ganarle el pulso a Yolanda Díaz. El gurú morado no tendrá reparo alguno en acelerar hasta el final. Casi hasta el punto de provocar el accidente que deje el coche de la izquierda siniestro total.

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