No ha sido un buen jueves para Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda del Gobierno ha lanzado dos misiles 'temerarios' a dos adversarios políticos: Pedro Sánchez e Íñigo Errejón. El problema es que la titular de Trabajo ha disparado al presidente del Gobierno por la gestión de la pandemia, un tema sensible entre los socios de la coalición porque durante meses la falta de reacción del Gobierno y la manifestación del 8M fueron el epicentro de los ataques al Ejecutivo.
Díaz ha recordado aquellos días, antes de que la covid-19 explotara, en una entrevista en Radiocable y se ha mostrado ante la opinión pública como una voz visionaria que alertó, en el seno del Gobierno, de la gravedad de la crisis económica que se avecinaba. Y lo hizo, según ha dicho, el 15 de febrero de 2020 —un mes antes de que se declarara el estado de alarma—: "Como la pandemia ya azotaba fuertemente a Italia, convoqué a mi equipo porque tenía la convicción de que Italia es España y necesitaba desplegar una manta de medidas porque veíamos lo que iba a pasar".
La vicepresidenta, además, ha puesto en valor que su equipo presentara el 4 de marzo de 2020 una guía que fue "enormemente polémica en el Gobierno y fuera". "Se me acusó de ser alarmista. Esto fue antesala del 8M", ha espetado. El entorno de la vicepresidenta explica a este diario que las palabras de Díaz no eran ningún ataque, sino una respuesta a la pregunta sobre lo que pasó en marzo de 2020. Pero el tiro le ha salido tan mal que ha tenido que aclarar en Twitter que su Gobierno fue "ejemplar y responsable en la gestión de la pandemia".
Un charco innecesario
Desde Unidas Podemos no se ha entrado a valorar la polémica. El partido de la vicepresidenta, que a la vez quiere trascender, no se ha posicionado públicamente y ha guardado un escrupuloso silencio. Aunque según ha podido saber Vozpópuli, algunos sectores del partido consideran que la entrevista de Díaz ha sido temeraria y con ella se ha metido en un charco innecesario justo en el día en el que tocaba sacar pecho por la novena bajada consecutiva del paro.
Lo cierto es que Díaz, que planea un proyecto político con el que trascender siglas para competir electoralmente en las elecciones generales de 2023, está inmersa en una competición con Pedro Sánchez. Díaz piensa disputarse con el PSOE el voto progresista. Y la pulla por la previsión de la crisis económica y sanitaria no ha sentado nada bien en el lado socialista del Gobierno.
Entre los socios de la coalición había un pacto de no agresión por la gestión de la pandemia, porque tanto Unidas Podemos como el PSOE entendían que era darse un tiro en el pie. Ahora, las palabras de la vicepresidenta segunda rompen esa entente.
Aguar buenos datos de empleo
Más allá de esa salida, Díaz, que ya ha entrado en modo electoral, se ha colgado la medalla del despliegue de los ERTES. La titular de Trabajo, que ha se ha despachado con las tensiones que lidió con su colega de Economía Nadia Calviño, considera que han sido la herramienta que ha permitido salvar el empelo que atacó la pandemia y consolidar los buenos datos de su departamento.
Esos números, además, son la única buena noticia macroeconómica que ha recibido el Gobierno este mes, asediado por recortes a la previsión de crecimiento del PIB provenientes de algunas de las instituciones económicas más relevantes: desde la OCDE, pasando por la Comisión Europea, hasta el Fondo Monetario Internacional. Mal día para meter la pata.
El otro dardo de Díaz ha ido dirigido a Íñigo Errejón. La vicepresidenta segunda ha concretado cuándo dará el pistoletazo de salida a su proceso de "escucha" para "pensar un país en el que quepan todos": será después de Navidad. Lo cierto es que la titular de Trabajo ha abrasado al líder de Más País, porque al detallar su proyecto ha fusilado la razón de ser la formación de Errejón.
El peso de una vicepresidencia apelando a la construcción de un 'pueblo' ilusionado que no sea "ni de izquierdas ni de derechas" deja sin espacio al único fundador de Podemos que sigue en política activa. Aunque no es menos cierto que cada vez que Díaz desmenuza sus intenciones, aparta más a Unidas Podemos. En el entorno morado se insiste en que la vicepresidenta está siguiendo la hoja de ruta planeada, pero cada vez está más lejos de concretarse el papel que tendrá Podemos y su actual cúpula dirigente.