Los todavía fieles al ex presidente, repartidos en las candidaturas de Alfredo Pérez Rubalcaba y de Carmen Chacón, reconocen que el balance que Zapatero defenderá el próximo fin de semana en Sevilla, durante la inauguración del 38º Congreso, será el más negro de cuantos se han presentado en las tres últimas décadas por parte de la dirección del partido. No solo le compromete a él, sino también a toda la ejecutiva, razón que ha movilizado a las diferentes corrientes del PSOE para impedir que un abultado voto de castigo rompa todavía más a la organización.
Desde 2008, fecha del último congreso federal, los socialistas han perdido 20.000 militantes, se han atado a una deuda que supera los 22 millones de euros, han tenido que encarar una sangría de ingresos que afecta al 36% de su presupuesto y han dejado de gestionar cerca de 300.000 millones en el Gobierno central, en las seis comunidades, en las 14 diputaciones y en los miles de ayuntamientos que han pasado a manos del PP.
Los datos desagregados de la tragedia reflejan que desde 2008 al PSOE se le ha escapado la gestión de 40.000 millones en el ámbito autonómico, cerca de 16.000 en el municipal, 3.000 en el provincial y 182.000 en el estatal, sangría a la que se suman los 34.000 millones públicos que pasaron al control del PP y de CiU tras el fracaso electoral de 2009 y 2010 en Galicia y Cataluña. En Andalucía, los dos grandes partidos se juegan el próximo 25 de marzo la autoridad sobre 34.000 millones de presupuesto y todo vuelve a pintar mal para el PSOE a la vista de las altas posibilidades de derrota que las encuestas adjudican a José Antonio Griñán, a la sazón presidente del 38º Congreso.
El informe de gestión que ampara Zapatero en su calidad de secretario general pasa por alto lo más sombrío de este recuento y se limita a vincular los principales fracasos electorales a la crisis económica. “La acción de nuestro partido se ha visto monopolizada por el apoyo al Gobierno en la lucha contra la crisis. Ha sido ésta tan intensa y cambiante, de consecuencias tan negativas, que, en la misma magnitud, ha condicionado nuestra actuación”, se lee en el texto que el ex presidente defenderá ante el 38º Congreso. “Los resultados electorales, extraordinariamente adversos, han reflejado el desgaste social que ha llevado aparejada la responsabilidad principal de combatir la crisis y sus efectos. Esos resultados no pueden desligarse del hecho, políticamente determinante, de que, desde su inicio, la crisis se haya mostrado incesante, de que a cada expectativa de mejoría haya sucedido una nueva recaída, un nuevo giro a peor. No puede sorprender que, llegado el momento de comparecer ante los ciudadanos, muchos de ellos hayan podido cifrar la esperanza de la superación de la crisis, como viene ocurriendo en los demás países europeos, en la alternancia política misma”, se concluye en el dossier. En ninguno de sus párrafos se recoge mención alguna al espejismo de los brotes verdes que el PSOE todavía veía en las postrimerías de su mandato.
Los dirigentes socialistas que más han acompañado a Zapatero en este viaje hacia la derrota están aprovechando sus llamadas a los delegados convocados al Congreso para pulsar de qué parte están y, de paso, para evitar que la rendición de cuentas del ex presidente se convierta en un linchamiento que divida aún más al Partido Socialista. “Nos tememos lo peor, porque la gente está muy enfadada por como se han hecho las cosas y, lo que es peor, es libre de votar lo que quiera porque no tiene nada que perder”, afirma un veterano diputado que forma parte del equipo de Rubalcaba.