Vinos

El nuevo Jerez: la alta costura del vino

El bodeguero Santiago Jordi elabora vinos con identidad, de ediciones limitadísimas y redefine audazmente las reglas preestablecidas

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El bodeguero Santiago Jordi está llevando a cabo una de las iniciativas más llamativas y singulares del panorama nacional si hablamos de vinos. Es una realidad que en el sector vinícola cada vez se buscan más recursos para diferenciarse de la competencia, como así damos fe día a día en Gastrópoli.

Vinos de parcela, de viñedos en altitud, ediciones limitadas, monovarietales elaborados con uvas recuperadas que estuvieron en trance de desaparición… Pero si una cosa está clara es que el Marco de Jerez está viviendo su propia revolución: las jóvenes generaciones buscan otros vinos más allá de los generosos, como también avanzamos en esta sección.

En Santiago Jordi (1977, Jerez de la Frontera) se han unido estas dos tendencias y vemos que su filosofía busca terruño y personalidad ante todo. Este ingeniero agrónomo, licenciado en Enología y Viticultura, ganador de la Nariz de Oro en 2009 y con un amplio bagaje, actualmente es Presidente de la Unión Internacional de Enología y participa en otras importantes asociaciones de su gremio. Vamos a hablar sobre tres de sus bodegas más especiales, ubicadas las tres en Jerez.

Marcan la diferencia

Jordi reivindica los vinos de pasto en su bodega Patrick Murphy, donde elabora a partir de variedades tan conocidas como la palomino y otras mucho mas minoritarias, como perruno, mantúo o cañonazo, uvas autóctonas en extinción que actualmente se están recobrando.

Santiago Jordi en su viñedo junto a sus espectaculares cepas.

Vinos ‘de albariza’- esa tierra blanca típica de Jerez donde crecen las cepas-, vinificados como hace dos siglos, con crianzas estáticas y sin adición de alcohol. Por otra parte, son elaborados prácticamente sin intervención de la bodega. “Son vinos naturales prácticamente, sólo se toca el PH” afirma Jordi. La diferenciación llevada a su máximo extremo.

Encaje de bolillos

Pero no sólo es el “cómo”, también es el “cuánto”: elaboraciones mínimas de pequeños pagos que Santiago Jordi atesora en aquellas tierras. Todos los vinos englobados en la firma Patrick Murphy, cada uno con el nombre de la bota de la que provienen.

Santiago Jordi está haciendo una valiosa labor en el Marco de Jerez con vinos de pequeñísimas tiradas, como 848, 1.149 botellas... algo pocas veces visto.

Ese es su objetivo y lo está consiguiendo paso a paso con varios vinos en el mercado. Puro encaje de bolillos cada uno, con pequeñísimas tiradas como 848 botellas, 1.149… algo pocas veces visto.

Sus vinos de pasto (y sus pagos)

1) Patrick Murphy M. Lara. Palomino fino de viñas de 80 años con crianza biológica en bota de fino durante 18 meses. Pago Añina.

2) Patrick Murphy Bota Ambrosi. Palomino fino de viñas de 28 años con 12 meses de crianza biológica y 12 meses de crianza oxidativa en bota de palo cortado. Pago Balbaína.  

3) Patrick Murphy Bota Valentina. Palomino fino de viñas de 30 años con crianza biológica en bota de amontillado durante 24 meses. Pago Macharnudo Alto.

4) Patrick Murphy J. Cordero. Variedad Perruno de viñas de 30 años con crianza oxidativa en bota de oloroso durante 12 meses. Pago Dulce.

5) Patrick Murphy Henley. Palomino fino de viñas de 35 años con 12 meses de crianza oxidativa y biológica en bota de amontillado. Pago Trebujena.

6) Patrick Murphy Cachón. Palomino fino de viñas de 35 años con 24 meses de crianza biológica intermitente en bota de manzanilla. Pago Bilbaína.

El nombre de la bodega, Patrick Murphy, es un homenaje a un granjero irlandés reconvertido en viticultor y afincado en Jerez en 1730. Él logró, tras un pleito con la Administración, y junto a su amigo francés Jean Nebot Haurie, que los vinos se guardasen antes de su venta en origen para que adquiriesen el valor económico y cualitativo que otorgan las crianzas mixtas.

Uvas que se salen (también) de la norma

Parece que Santiago Jordi no tenía aún suficiente y fue más allá, porque hay dos bodegas más en marcha. Eso sí, siempre con la misma filosofía: pequeñísimas ediciones de vinos muy especiales. Hacienda La Quintería, con etiquetas comercializadas como V.T. de Cádiz, se basa en la elaboración de varietales autóctonos según los diferentes tipos de tierra albariza- ojo, no es nada fácil- y el objetivo de conseguir viñedos longevos (por reinjerto).

Un rompecabezas que requiere mucha experiencia y conocimientos. Aquí Jordi introduce uvas ajenas a la cultura tradicional vitícola jerezana con castas universalmente reconocidas como Pinot Noir, Petit Verdot o Chardonnay, entre otros. Hay tintos, blancos (incluso un blanc de noirs), un rosado elaborado con tintilla… la mínima tirada entre ellos es de 607 botellas.

Finca Los Pinos es la tercera bodega y el proyecto más personal de Jordi. Tan sólo dos hectáreas de variedades tintas donde hace (también) vinos únicos y singulares, también como Vinos de la Tierra de Cádiz. Actualmente están en el mercado Assemblage (Tintilla y syrah a partes iguales, 18 meses de crianza y envejecida 18 meses), el monovarietal de Tintilla de Rota (26 meses de crianza, 1.148 botellas) y el Petit Verdot (30 meses de crianza, 864 botellas); en todos los casos, envejecidos en roble francés.

¿Los precios?, pensamos que para ese trabajo preciosista y tan minucioso poseen tarifas muy asequibles ya que oscilan, más o menos entre los 17 euros y los 35. Prácticamente todas sus referencias, de bonitas botellas y cuidadas etiquetas, se encuentran en la web Martina Trader, donde venden también a particulares. Eso sí, al ser de tan poca tirada hay varios ya agotados, pero encontrarás una información amplia y fiable.

Vinos del Marco de Jerez que rompen con lo establecido tradicionalmente y exploran nuevos caminos. Una joven generación de viticultores, bodegueros y enólogos que viene pisando fuerte lo está haciendo posible.

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