Una vez más, Angela Merkel irá a Francia para defender la candidatura de Nicolas Sarkozy. El presidente lo ha afirmado jueves en la radio gala Europe 1, añadiendo sin embargo que no habrá mitin común.
La canciller alemana ya había empezado a hacer campaña para el presidente francés incluso antes de que se declarase como candidato: "Apoyo a Nicolas Sarkozy en todos los planos, porque pertenecemos a partidos amigos" dijo en una entrevista común a principios de febrero, aunque no aclaró las verdaderas razones por las que tiene tanto interés a que Sarkozy gane las presidenciales de 2012.
Francia para esconder el verdadero poder alemán
Con la crisis de deuda, Alemania se queda como el único grande país solvente en Europa y adquiere un poder económico y político inmenso. Berlín puede ahora imponer sus voluntades a sus socios de la UE, pero teme levantar las sospechas con demasiado poder. Angela Merkel necesita a Francia para enseñar que tiene un verdadero aliado en la Unión y que sus propias decisiones son el resultado del compromiso y de la decisión colectiva -aunque no sea siempre verdad-. También Merkel necesita a Francia como país cercano a los del Sur, cuya situación financiera se parece más a la de Italia y España que a la de Alemania o Dinamarca.
Nicolas Sarkozy, además, nunca ha escondido que Alemania es un modelo que seguir, usándolo regularmente como ejemplo en su campaña, dando así su consentimiento a las decisiones alemanas a nivel europeo y asegurando implícitamente el poder de Angela Merkel sobre los 27.
François Hollande, amenaza a Europa y a Merkel
Pero tampoco habría que creer que la relación franco-alemana es de amor puro y verdadero. Los principios eran incluso muy difíciles, entre un Sarkozy hiperactivo, intervencionista y egocéntrico y una Merkel pausada, precavida y consensual. Pero la crisis europea ha obligado los antagonistas a buscar consenso y la alemana ha logrado 'adiestrar' al insumiso francés. El dúo 'Merkozy' ha nacido con dificultad y la victoria del rival de Sarkozy, François Hollande, representaría, para la canciller, una perdida de tiempo y una amenaza, pues el socialista valora renegociar del pacto fiscal que costó ya demasiado tiempo.
François Hollande no sólo es una amenaza para la unión de estabilidad que Merkel quiere, también lo es para el futuro de la misma canciller. Quizás ella no ha olvidado que Hollande declaró durante el congreso de los socialdemócratas alemanes: "Os ayudaré a vencer a Merkel". Pero ante todo, el socialista defiende posiciones incompatibles con las de la canciller, como la creación de los eurobonos. Peor, la victoria de la izquierda en Francia en 2012 daría una gran ventaja a la izquierda alemana para las elecciones generales de 2013. No extraña, entonces, el rumor de que Merkel hubiera hecho todo para que ningún dirigente europeo reciba al candidato socialista.
Una alianza problemática
A decir verdad, ambos dirigentes persiguen demostrar que la pareja franco-alemana funciona maravillosamente. El presidente hace creer en Francia que dirige Europa, la canciller pretende lo contrario. Y lo hace sabiendo que arriesga mucho. El diario Süddeutsche Zeitung contó que "Merkel apuesta todo sobre Sarkozy y se conforma con los viejos resentimientos que resurgen en Francia." De tal modo, la canciller muestra sin querer que tiene miedo a Hollande mientras los franceses podrían no ver con buenos ojos una intervención tan evidente en la campaña de Sarkozy. Lo que explica por qué el candidato de la derecha francesa hizo el pasado domingo un discurso muy euroescéptico en Villepinte, amenazando con dejar al espacio de Schengen si no se reformase en 2012. Una mala sorpresa para la canciller: incluso si tiene por seguro que quiere la victoria de Sarkozy en 2012, sabe también que tiene que armarse de paciencia con su ‘querido aliado’.