La decisión de la Reina Isabel II de suspender la actividad del Parlamento británico en los días previos a la fecha del brexit, planeado para el 31 de octubre, ha generado una grave crisis institucional en el Reino Unido. Lo ha hecho a petición del primer ministro, Boris Johnson, que no quiere que la oposición trunque en el último momento sus planes de llevar a cabo la salida del país de la Unión Europea a toda costa.Las sesiones parlamentarias se suspenderán entre el 9 y el 12 de septiembre, hasta el 14 de octubre, cuando se llevará a cabo la ceremonia de apertura de la nueva legislatura, el llamado "Discurso de la Reina". La oposición en bloque, incluidos algunos sectores conservadores, se ha manifestado en contra de la aprobación de este mecanismo, habitual en el Reino Unido tras la formación de un nuevo Ejecutivo, y la ha calificado de "antidemocrática".Esta suspensión, que se prolongará por cinco semanas, es la más larga desde 1945, lo que incrementa la sensación de que Johnson quiere atar de pies y manos a la Cámara para conseguir ser el artífice de un brexit que ya se ha llevado por delante a los dos primeros ministros que le precedieron, David Cameron y Theresa May, quien dimitió el pasado mes de junio.
Johnson esgrime una renegociación imposible
El primer ministro británico se ha manifestado en numerosas ocasiones a favor de renegociar el complejo acuerdo de salida firmado por todos los países de la UE. Sin embargo, Bruselas se ha mostrado en todo momento contraria a volver a abrir ese 'melón' y a cambiar el mecanismo de salvaguarda irlandesa, uno de los principales motivos por lo que un sector de los conservadores se opuso a dicho acuerdo. De esta manera, el brexit duro es hoy la opción más probable. Los dos principales mecanismos de los que dispone la oposición son una hipotética moción de censura a Johnson, que podría contar con el apoyo del sector crítico del partido conservador, o el trámite de una ley que no permita la salida del bloque sin acuerdo.