Un total de 156 personas han resistido, aterrorizadas, en Azovstal durante 15 días. Niños, madres, ancianos y militares han aguantado entre velas, polvo y temblores el ataque de la artillería de Putin en la planta siderúrgica de Azovstal, en Mariupol. El búnker fue asediado con el avance de las tropas rusas en la ciudad, que ya está bajo control del ejército del Kremlin después de que cayera hace dos semanas. La ciudad ha quedado maltrecha tras convertirse en un punto de contención militar, y conseguir agua y comida estas últimas semanas se había convertido en misión imposible para los supervivientes atrincherados en esta acería, que han vuelto a ver la luz del sol gracias a la apertura de un corredor humanitario. Estos evacuados se suman a otros pocos que consiguieron salir hace unos días,
Ya se encuentran en Zaporizhia, una ciudad a 230 kilómetros controlada por tropas ucranianas, donde han podido contar el calvario que padecieron. Relataron que habían sobrevivido en túneles entre las tropas fieles al presidente ucraniano, retirando cristales y otros materiales de su comida y en una angustiosa espera por recuperar la libertad. "Hemos estado bajo fuego permanente, durmiendo como podíamos, golpeados por ondas expansivas. Todo ha sido horrible", detallaba a The Guardian Ana Zaitseva, una evacuada. Se llevó a su bebé recién nacido en brazos y le apretó fuerte contra su pecho al salir, por fin, de Azovstal.
Aunque la historia de Ana no es la de todos los ucranianos que se vieron atrapados en una guerra urbana sin cuartel. Los funcionarios ucranianos señalaron que algunos civiles se quedaron atrás durante la operación, lo que generó nuevas preocupaciones sobre su destino después de que Kiev anunciara que las fuerzas rusas habían lanzado una ofensiva con tanques y vehículos blindados en el lugar.
Características de Azovstal
Con una extensión de más de 11 kilómetros cuadrados el complejo Azovstal es un laberinto en expansión de líneas ferroviarias, almacenes, hornos de carbón, fábricas, chimeneas y túneles que se consideran ideales para la guerra de guerrillas. Un laberinto bien conocido por Elyna Tsibulchenko, otra superviviente y empleada del lugar. Trabajaba llevando el control de calidad de la planta y se quedó atrapada al replegarse las tropas sobre la acería con el avance ruso. Los bombardeos destruyeron su casa y se vio sin nada. “Bombardeaban como cada segundo… todo temblaba. Los perros ladraban y los niños gritaban”, dijo.
La semana pasada, António Guterres, el presidente de las Naciones Unidas visitó Kiev y se implicó personalmente en analizar el avance del conflicto. Durante su visita hizo especial hincapié en la situación de Mariupol y la urgencia de evacuar a las personas atrapadas. Primero lo negoció directamente con el Kremlin, ya que visitó Rusia un día antes de visitar Kieva, algo por lo que fue severamente criticado. Después habló con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski en Kiev. Su presencia en la ciudad ucraniana coincidió con un ataque de alta precisión ruso, que se cobró una víctima mortal. Finalmente, con Cruz Roja organizó un corredor humanitario en la ciudad del sureste ucraniano pese a las dificultades impuestas desde el lado ruso de la negociación.
La semana pasada fuentes gubernamentales de Ucrania sumaban que quedaban 500 civiles en la planta, de los cuales una gran mayoría estaban heridos sin que pudiera llegar ayuda médica. Sin evacuación, la única posibilidad era resignarse a perder la vida. Las reservas de alimentos y de agua estaban a punto de agotarse cuando se abrió el corredor.