El presidente de EEUU, Barack Obama, se comprometió este miércoles, en su esperado discurso ante la Puerta de Brandeburgo de Berlín, a reducir "hasta en un tercio" sus armas nucleares si Moscú accede a acometer el mismo recorte. Obama enmarcó su propuesta dentro de una visión de futuro del mundo en lo que denominó "el espíritu de Berlín", y que persigue justicia y paz para todos, respeto a los derechos humanos, equilibrio entre seguridad y privacidad, y acabar con el "estado mental de guerra perpetua".
En un gesto dirigido especialmente a Moscú, el jefe de la Casa Blanca abogó por rebajar el número de cabezas atómicas estratégicas de las dos mayores potencias nucleares de las actuales 1.550 -el límite fijado en su último acuerdo bilateral (START III)- a algo más de 1.000 unidades. "Como presidente he reforzado nuestros esfuerzos por evitar la proliferación atómica, reducir el número de armas nucleares estadounidenses y revisar su papel", dijo Obama. La reducción necesita un nuevo acuerdo con Rusia, la otra gran potencia nuclear, para lo que se requeriría una cumbre específica.
Además, en 2016, Obama quiere convocar otra cumbre para "crear un marco internacional para el uso pacífico de la energía nuclear y mantener dentro de ciertos límites las ambiciones de Corea del Norte e Irán".
En su discurso, pronunciado en mangas de camisa y bajo un fuerte calor, aludió al simbolismo del lugar al señalar que "el Muro pertenece a la historia, pero tenemos historia por hacer" en alusión al ya inexistente Muro de Berlín, que durante décadas separó a las dos Alemania y fue el principal símbolo de la Guerra Fría.
El presidente destacó también que en la actualidad las personas ya no son ciudadanos de un país u otro, sino que también son "ciudadanos del mundo" y que el destino de los pueblos está "más ligado que nunca". Por eso nadie puede considerarse próspero si otro pasa hambre y nadie libre si hay seres humanos que sufren discriminación por motivo de su "raza", "religión", "género" u "orientación sexual".
Alusión al espionaje
Tanto en su discurso como en la rueda de prensa previa junto a la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente de EEUU, se refirió al escándalo del programa de espionaje masivo PRISM de los servicios de inteligencia de su país. Obama anunció a este respecto que desclasificará "parte de los programas" para "compartir" esa información y tranquilizar a ciudadanos y a países socios.
No obstante, reiteró que a su juicio se ha logrado en este ámbito un "equilibro adecuado" entre seguridad nacional, y libertades civiles y privacidad. El equilibrio entre seguridad y privacidad es también uno de los elementos en que se basa el abandono del "estado mental de guerra perpetua" que propuso y que también incluye, en su caso, "cerrar" Guantánamo y controlar el empleo de "drones".
El presidente estadounidense también aludió a la grave crisis económica en Europa y destacó que todas las personas "merecen una oportunidad" en términos laborales, ya se encuentren "en Chicago, en Cleveland, en Belfast, Berlín, Atenas o Madrid". Este tema fue abordado también en la rueda de prensa conjunta con Merkel, en la que el presidente de EEUU recordó que el objetivo de los gobiernos es mejorar la vida de sus ciudadanos y alertó del riesgo de perder una generación debido al elevado paro juvenil.
"Tenemos que garantizar que no perdemos una generación que puede que no sea nunca recuperada desde el punto de vista de su trayectoria laboral", manifestó Obama.
La canciller alemana, Angela Merkel, consideró un honor recibir a Obama ante la Puerta de Brandeburgo. "La puerta de Brandeburgo, cerrada durante décadas y abierta en 1989, es un símbolo de la libertad", dijo Merkel al comienzo de su discurso ante el emblemático monumento.
Merkel que señaló, junto a Obama, que la caída del Muro de Berlín fue posible en buena parte gracias al apoyo de EEUU, repasó la historia de la Puerta de Brandeburgo y recordó cómo hace 60 años ésta fue uno de los escenarios de la revuelta popular contra el régimen de la República Democrática Alemana (RDA) que fue aplastada por los tanques soviéticos. "La gente gritaba: 'Queremos ser libres'. La protesta fue aplastada por los tanques soviéticos, pero el anhelo de libertad se mantuvo y dio sus frutos en 1989 con la caída del muro de Berlín", recordó.
La canciller también rememoró el célebre discurso de John F. Kennedy desde el Ayuntamiento de Schöneberg y el de Ronald Reagan, en 1987, frente a la Puerta de Brandeburgo, pidiéndole a Mijáil Gorbachov, entonces líder de la ya extinta Unión Soviética, que derribara el Muro de Berlín.