Con todo el “lío enorme” -según el presidente del Gobierno- que es hoy la situación política española, hay una cosa que parece clara: habrá nueva ley educativa en esta legislatura. Tan seguro es, que el propio PP ya da por hecho que tendrá que acabar con la Lomce y va presentando a PSOE y C’s sus propias propuestas para un gran pacto por la educación. Y es que parece que el compromiso de todos los actores es llegar a un acuerdo y acabar de una vez por todas con el turnismo en materia educativa.
Esta necesidad explícita del sistema educativo nos hace mirar siempre afuera, siempre por encima, siempre hacia los países que salen de la boca de los políticos, aquellos que logran entrar en el podio del PISA o logran alumbrar al mundo por su eficiencia en este campo… pero ¿estos países tienen un pacto por la educación? ¿Desde cuándo? ¿Podremos ver los frutos en unos pocos años o habrá que esperar varios lustros hasta que este pacto aporte sus frutos?
Basándonos en los resultados del informe PISA en 2012 hemos elegido seis países entre los mejor posicionados para ilustrar cómo se trabaja desde las instituciones en Educación con una ley que dura décadas, si bien en algunos casos ha sido modificada recientemente tras 40 o 50 años en vigor:
Japón
El país nipón es uno de los casos más interesantes. En 1871, el país quiso acercarse a occidente en la educación de sus alumnos, razón por la que aprobó en 1872 su Código Fundamental de la Educación, que entendía que la ciudadanía era el principal recurso de la nación y que para prosperar debía formarla -un proceso que ha guiado a muchos países asiáticos en sus reformas-. Pero este avance fue revocado por los conservadores, que en 1890, a través del Edicto Imperial de Educación volvieron a los principios del confucianismo junto a los valores del sistema feudal previo.
El Código Fundamental de la Educación de Japón de 1872 entendía que la ciudadanía era el principal recurso de la nación y que para prosperar debía formarla
Este cambio perduró, con sus respectivas modificaciones parciales hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando bajo la ocupación aliada, en 1947, se promulgo la Ley de Educación escolar, que fijó los estándares de la educación en el país con nueve años de enseñanza obligatoria: seis años de primaria y tres de escuela secundaria, y un sistema similar al americano. Tras el fin de la ocupación, Japón fue dando marcha atrás poco a poco a alguno de los aspectos de esta ley y avanzando en la educación superior, pero los buenos resultados de la misma hicieron que el sistema perdurara hasta 2006, cuando el Gobierno Japonés del primer ministro Shinzo Abe decidió cambiar la ley con la oposición en contra -Partido Demócrata, Partido Comunista y socialdemócratas, que anunciaron su intención de abolirla- por la actual Ley Fundamental de Educación, polémica para algunos sectores por defender valores nacionalistas como el “amor al país” y “honrar el espíritu público”.
Japón, pese a estos cambios, sigue siendo uno de los países con un sistema de educación más laureados, situado entre los primeros puestos en todos los estudios internacionales. En él, los profesores están muy bien pagados y muy bien valorados socialmente, y los colegios apenas cuentan con autonomía, ya que las decisiones de carácter organizativo son tomadas por organismos superiores. En Japón, la enseñanza se entiende como una vocación. Pese a ello, el sistema japonés es un sistema muy competitivo, debido a que las enseñanzas superiores son, principalmente, de carácter privado, y los estudiantes más rezagados toman clases de refuerzo para no quedarse atrás respecto a sus compañeros.
Corea del Sur
Otro de los países con un sistema educativo que ha logrado pervivir durante años al paso de distintos Gobiernos ha sido Corea, que ahora se encuentra bajo debate debido a la altísima tasa de suicidios de sus estudiantes. En 1968, después de la Guerra de Corea, el país realizó un gran pacto por la educación que evitó el partidismo. La educación es uno de los principales motores económicos del país y, por ello, los políticos pidieron el consejo de la comunidad educativa, llevando a uno de los sistemas con mejores resultados pero más exigentes del mundo en sus niveles inferiores, dado que en Corea no lograr entrar en una de las tres mejores universidades del país es considerado un fracaso. Un joven coreano dedica de media al estudio, sumando las clases complementarias, 13 horas al día.
La presión familiar y el acceso a las grandes compañías del país -Samsung, Hyundai o LG- son algunos de los motivos que convierten a Corea en uno de los países, si no el que más, competitivo del mundo, y que está entre las naciones más punteras en los resultados del informe PISA. Pese a este duro sistema, basado sobre todo en la memorización y cuestionado por algunos sectores como una industria para aprobar exámenes y no para formar a través de las ideas -cosa que se intenta paliar en la formación superior-, en Corea los alumnos más brillantes son los que se convierten en profesores, y es que el país asiático considera la educación como su primer valor.
Finlandia
Es quizá el país más en boca de nuestros políticos a la hora de hablar del pacto por la educación. Finlandia, que lleva desde los años 70 con su sistema educativo actual -se implementó entre 1972 y 1977- ha alcanzado a ojos del mundo la excelencia educativa. Si bien en los casos asiáticos encontramos como denominador común la competitividad y el estrés, eso es algo que no sucede en el país escandinavo, que en los estudios se destaca la falta de estrés como una de las cualidades de un sistema gratuito en el que no se puede repetir curso -hay profesores especializados para ayudar a alumnos rezagados- y se pone énfasis en la calidad de los docentes.
El sistema finés apuesta principalmente por la conciliación familiar para que se impliquen en la educación de los niños y en la excelencia del profesorado
El antiguo sistema finés era, al contrario que el actual, un modelo de corte elitista que dejaba fuera de la educación a una gran cantidad niños desde una edad temprana. La respuesta de la sociedad finlandesa a ese modelo fue un sistema en el que los niños empiezan a cursar sus estudios de primaria a los 6-7 años, en donde hasta 5º no hay calificaciones numéricas, evitando así que surja la competencia.
El sistema, gratuito hasta la universidad en su totalidad -desde libros de texto hasta transporte si se vive a más de 5 km del centro escolar-, tiene su base en la implicación de los padres, el Gobierno apuesta decididamente por la conciliación familiar para que se impliquen en la educación de sus hijos acudiendo con ellos a bibliotecas o al cine, y en la alta calificación académica del profesorado. Y es que el país sitúa a sus mejores docentes en los primeros años de enseñanza -para ser maestro se necesita una calificación de más de un 9 sobre 10, siendo necesario además otras aptitudes y superar entrevistas y otros procesos, siendo unas de las pruebas más duras del país-. De esta forma, el país nórdico considera que la educación es clave para desarrollar su país y por eso dedica más del 10% de los presupuestos del Estado a un modelo que ha situado al país en la vanguardia del mundo en la educación.
China
Quizá hacer referencia a un país que no cambia de partido en el Gobierno no sea correcto para hablar de un pacto en la educación, pero el caso de China, dividido en las pruebas en Shanghái, Hong Kong y Macao, es necesario de recoger aquí, dado que se trata del país puntero en las pruebas de rendimiento de PISA y mantiene su sistema educativo desde hace más de 30 años.
Tras la Revolución Cultural, que afectó profundamente a los intelectuales y a la comunidad educativa del país, el ala modernizadora o abierta a una economía del mercado del partido, liderada por Deng Xiaoping, se hizo con el control tras la muerte de Mao Zedong iniciando lo que se conoce como las Cuatro Modernizaciones. De esta forma, en la educación en China comenzó a plantearse la necesidad de modernizar el país llevó a las autoridades a la reforma educativa de 1985, que cedió parte de su responsabilidad a los gobiernos locales y que puso énfasis en introducir en la política educativa la ciencia y la tecnología. Además, se buscó potenciar la élite educativa, llevando al país a una política orientada a aprender de otros países y que llevó a la entrada de capital privado en la educación del país comunista.
Los profesores de las regiones con mejores resultados académicos como Shanghái o Hong Kong pueden cobrar hasta el doble que los de otras regiones
El sistema educativo en China es muy competitivo y con una gran presión, al existir multitud de pruebas a lo largo de las diferentes etapas de la formación. Cabe destacar que los profesores de las regiones con mejores resultados académicos pueden cobrar hasta el doble que los de regiones más remotas, lo que ha llevado a algunos críticos a considerar que Shanghái u Hong Kong no son representativas del sistema chino en general. Pese a ello, se puede encontrar en la formación de los docentes, que reciben cursos extras de cualificación antes de entrar en el aula y se siguen formando en los siguientes años con otros cursos complementarios, una de las razones de su éxito.
Liechtenstein
Pese a que cuando hablamos de Liechtenstein lo hacemos de un país de cerca de 37.000 habitantes y con algo más de 4.500 alumnos en sus aulas, se trata de uno de los países que mejores resultados ha obtenido en el último PISA. Este buen resultado no es cosa del azar, o que los 350 examinados en la prueba -todos los alumnos de 15 años en el país participaron- sean una generación excepcional y única. Liechtenstein mantiene su sistema educativo desde el año 1971, que cambió otra normativa -modificada en diversas ocasiones- de 1929.
La educación en el pequeño país se caracteriza por las clases reducidas, que en primaria no supera la docena de alumnos y en secundaria la media está en 15 estudiantes por clase, y el alto salario de los docentes, que tienen un salario inicial de más de 80.000 euros anuales y con el tiempo esta cifra asciende hasta los 130.000 euros. Además, el sistema tiene tres niveles, Oberschule, Realschule y Gymnasium, que sería el equivalente una escuela secundaria de nivel básico, una de nivel intermedio y otra de nivel superior, en la que los docentes pueden mover a los estudiantes según su rendimiento.
Singapur
Pero si los países anteriores demuestran que confiar en un sistema a lo largo del tiempo acaba aportando sus frutos, hay otros ejemplos de cómo un cambio en el sistema eleva el rendimiento del país, según los resultados internacionales; es el caso de Singapur. El país asiático mantuvo durante 50 años, desde 1947 a 1997, el sistema educativo implantado por el imperio británico en la época de colonización. Este sistema, que fue reformado, pero no quitado, después de que el país se independizara, vivió diferentes procesos educativos en busca de la excelencia educacional hasta que fue finalmente sustituido por un sistema que busca potenciar a los alumnos desde que son niños.
Singapur recogió sus objetivos en Thinking Schools, Learning Nation, documento en donde se desprende la premisa de que ante la falta de recursos, la riqueza del país depende de la capacidad de sus ciudadanos de aprender
El sistema del país asiático está planteado para cambiar el marco educativo por uno más cercano a la nueva era económica, un conocimiento basado en la economía poniendo énfasis en la innovación y la creatividad. El pasado sistema ya proporcionaba buenos resultados en las pruebas Timss, pero en el 97 quisieron dar una vuelta de tuerca a su sistema. El Gobierno del primer ministro, Goh Chok Tong, recogió sus objetivos en su hoja de ruta: Thinking Schools, Learning Nation, en la que se desprende la premisa de que ante la falta de recursos naturales, la sostenibilidad y la riqueza del país dependen de la capacidad de sus ciudadanos de aprender y continuar el aprendizaje a lo largo de sus vidas. Esta visión llevó a las autoridades al cambio educativo que hoy ostenta Singapur, y que considera que para sobrevivir y prosperar en este siglo la calidad de la educación sería crítica para definir el éxito y las riquezas de la nación.
Debido a este cambio, el actual sistema educativo de la isla pone énfasis en prestar apoyo a los estudiantes con dificultades, así como a los más brillantes. Puede darse el caso que hasta en una escuela lleguen a implementarse dos maestros, uno para dar la materia y otro para ayudar a estudiantes específicos. Pese a ello, por la presión de los exámenes, el país tiene uno de los sistemas de clases particulares más lucrativos del mundo. Por ello, y para convencer a los padres de que no obliguen a sus hijos a memorizar solamente para superar los exámenes, el entonces primer ministro lanzó en 2004 un plan titulado Teach less, learn more, que busca fomentar la creatividad en lugar del aprendizaje de memoria.
Además, cabe destacar que Singapur destina gran parte de su dinero a la educación, formando a mejores maestros -reciben cerca de 100 horas de formación al año y tutorías de otros profesores- y retribuyéndolos en consecuencia. El sueldo de un maestro en el país asiático es, inicialmente, similar al de un ingeniero.