Centenares de miles de húngaros han visto revalorizarse sus hipotecas en moneda extranjera hasta un 70% en los últimos cinco años, lo que ha empujado a muchos de ellos a la ruina y ha creado un nuevo problema para el Gobierno del conservador Viktor Orbán. En tiempos mejores, las hipotecas en divisas extranjeras atrajeron a muchos húngaros por su bajo interés, especialmente el franco suizo, pero desde 2008 el florín se ha devaluado un 70% frente a la moneda helvétiva.
Kati, una secretaria de una empresa en Budapest, ha relatado a Efe cómo lo que en su momento pareció una buena idea ahora se ha convertido en una pesadilla financiera. En 2008, su hipoteca era de 43.000 florines al mes, unos 144 euros, mientras que este año se ha multiplicado hasta los 120.000 (400 euros). "No me quedaba nada para vivir", lamenta, ya que la hipoteca devoraba la totalidad de su salario. "Decidí no pagar más y buscar otra solución", explica Kati, que ya se ha resignado a perder su casa.
Ante este problema, a finales de 2011 Hungría aprobó una ley que ofrecía a los hipotecados la posibilidad de pagar sus deudas con un cambio fijo entre el florín y las divisas extranjeras, que en caso del franco suizo supone una rebaja del 22% respecto al cambio oficial del mercado. Desde que entró en vigor esta normativa, 170.000 personas se han acogido a ella.
Aunque resulta un alivio importante frente a la depreciación de la divisa húngara, ni siquiera así el 40% de ellos han podido seguir pagando sus letras, según la Asociación de Damnificados por Créditos Bancarios (BHKE). "Para muchos hipotecados el cambio fijo también significa una importante dificultad", simplemente no tienen bastante recursos como para seguir pagando las cuotas o perdieron su trabajo, explica Mariann Lénárd, la secretaria general de esa asociación, en declaraciones a Efe.
Un nuevo programa de ayuda
Para alguien como Kati esa salida era insuficiente, porque aún contando con la rebaja en las cuotas no tenía dinero suficiente para vivir. Y además, la diferencia entre el cambio fijo establecido por el Gobierno y lo que dicta el mercado se sigue acumulando y debe saldarse después de cinco años de moratoria. En resumen: la normativa sólo permite ganar tiempo.
Además de quienes se han acogido al programa de alivio, en este país de 10 millones de habitantes existen otros 520.000 hipotecados en moneda extranjera, muchos de los cuales pasan por grandes apuros para hacer frente a sus deudas.
Una nueva legislación amplía ahora las condiciones para que más personas puedan acogerse al programa de alivio, incluso quienes cuentan con cuotas sin pagar desde hace de más de 90 días, y aquellos que tienen un inmueble hipotecado por valor superior a los 67.000 euros, hasta ahora excluidos. "Por el momento no se sabe cuánta gente acudirá a este nuevo programa ampliado", indica Lénárd.
La nueva ley prohíbe también hasta abril las subastas de inmuebles salidos de hipotecas impagadas, para que nadie pueda perder su casa durante los meses de invierno.
Sobrecoste para la banca
Desde que ganase las elecciones en 2010, el Gobierno conservador de Viktor Orbán ha repetido que una de sus principales metas es ayudar a los hipotecados y anunció que la banca tendrá que asumir los "daños causados".
Las relaciones del Gobierno con la banca han sido conflictivas, sobre todo por los impuestos al sector que impuso desde 2010 y que sentaron mal en el sector.
Levente Kovács, secretario general de la Unión de Bancos de Hungría (MB) ha pronosticado que este nuevo paquete de alivio podría significar un sobrecoste de entre 10.000 y 20.000 millones de florines (entre 33 y 66 millones de euros) anuales, según el portal económico Privátbankár.
No faltan los que aseguran que estos alivios están relacionados con las próximas elecciones generales de abril de 2014 y que son parte de la campaña electoral de los conservadores.