La India quedó este lunes a unos miles de casos de alcanzar los 20 millones de infecciones por coronavirus desde el inicio de la pandemia, en una jornada en la que registró 368.147 nuevos positivos y 3.417 muertes.
Estas nuevas cifras, que suponen una ligera caída por segundo día consecutivo después de que el país superase el sábado por primera vez la barrera de los 400.000 positivos, elevaron los contagios a 19,9 millones de infecciones, según datos del Ministerio de Salud indio.
Los 3.417 nuevos decesos registrados en las últimas 24 horas elevaron el total de muertos a 218.959, una cifra oficial que según numerosos expertos podría ser mayor en realidad.
Esta cifra de mortalidad supone igualmente un ligero descenso frente a los datos registrados este domingo, aunque este país de unos 1.350 millones de habitantes sigue reportando las cifras de fallecimientos más altas del planeta.
El segundo país más afectado por la pandemia
El segundo país más afectado del mundo en términos absolutos por la pandemia, solo por detrás de Estados Unidos (32,4 millones), se encuentra sumido en una vertiginosa segunda ola que ha puesto al límite a su sistema de salud, con escasez de oxígeno y camas en grandes ciudades como Nueva Delhi.
El país asiático ve en la campaña de vacunación la gran salida a esta crisis sanitaria, sobre todo tras la nueva fase que comenzó el pasado fin de semana en la que se amplió los beneficiarios a todos los mayores de 18 años, frente a los mayores de 45 años previos, aunque algunas regiones anunciaron que aún no han podido comenzar a inmunizar a la población en este rango de edad por falta de dosis.
El ritmo de vacunación ha sido lento desde el inicio de la campaña de vacunación en enero, con unas 157 millones de dosis administradas hasta ahora.
En las últimas 24 horas, el país administró tan solo 1,2 millones de vacunas, uno de los números más bajos registrados en las últimas semanas.
Mientras tanto, más de 40 países han comenzado a enviar ayuda a la India para cooperar en la lucha contra la pandemia, con una situación crítica de falta de oxígeno en los hospitales o medicamentos para tratar a los pacientes más graves.