Lisboa será en 2020 "capital verde europea" y pretende aprovechar la ocasión organizando una auténtica revolución ecológica que incluirá una plantación masiva de árboles, exposiciones y hasta la preparación de la Conferencia de los Océanos de Naciones Unidas en junio.
El nombramiento, anunciado el pasado junio, ha supuesto un revulsivo para la ciudad, que ha destinado unos 60 millones de euros para levantar una programación que marque a residentes y visitantes, dejando claro que la capital lusa está a la cabeza de la evolución ecológica y también que no hay tiempo que perder.
"No vamos a usar el reconocimiento para un paseo de vanidades, sino para impulsar esta agenda de sostenibilidad que es absolutamente crítica en nuestros días", dijo el alcalde de Lisboa, Fernando Medina, al presentar la programación del año verde a finales de noviembre.
Medina ha hecho del medioambiente una de sus últimas causas políticas, algo que evidenció a principios de diciembre, cuando fue a recibir a la activista sueca Greta Thunberg, que acababa de atravesar en catamarán el Atlántico, a un muelle de la ciudad.
Le llovieron entonces las críticas por presunta incoherencia, dado que el alcalde ha sido firme defensor de la construcción del aeropuerto de Montijo, defendido como imprescindible para aliviar al saturado aeródromo de Lisboa, y al que se oponen movimientos ecologistas.
20.000 árboles, teatro y conferencias
La programación de Lisboa como "capital verde europea" arranca oficialmente el 10 de enero en el Parque Eduardo VII, donde se darán cita el secretario general de la ONU, el portugués António Guterres; el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el primer ministro, António Costa.
Habrá al día siguiente una exposición sobre el mar portugués en el Oceanário de Lisboa, aperitivo antes de uno de los eventos fuertes de la agenda anual, la plantación de 20.000 árboles por toda la ciudad el día 12 de enero.
Es una de las formas de aprovechar el año de capital verde europea para cambiar Lisboa, una obsesión de la alcaldía, que quiere que para 2021 haya 100.000 nuevos árboles plantados.
Más allá de la actividad sobre el paisaje, la capital portuguesa, que tendrá como lema "evolucionar", organizará charlas sobre medio ambiente y cambio climático, salud y alimentación saludable.
Habrá un ciclo de conferencias nacionales dentro de la Academia de las Ciencias de Lisboa, y exposiciones repartidas por espacios como los Jardines Históricos y Botánicos, la Biblioteca Nacional, el Museo de Historia Natural o la Torre do Pombo, entre otros.
Las iniciativas se repartirán durante todo el año y algunas de ellas coincidirán con otro de los platos fuertes, la Conferencia de los Océanos de la ONU, en junio, y también el Congreso Europeo de Movilidad en mayo.
Guerra a los plásticos y a las colillas
La ciudad acoge esta cita anual con experiencia acumulada en la lucha a favor del medio ambiente, gracias a medidas como las nuevas multas contra las colillas arrojadas al suelo, de entre 25 y 250 euros.
La medida fue aprobada este año por el Parlamento y aplica a todo el país, donde las empresas también deben disponer de ceniceros para que no haya excusas, bajo riesgo de sanciones de entre 250 y 1.500 euros.
A esto se une una cruzada contra el plástico que se escenificará a partir de 2020 con la prohibición de vender bebidas en vasos de este material en Lisboa, lo que cambiará una habitual estampa nocturna, la de los ciudadanos bebiendo en estos recipientes fuera de los bares.
La prohibición no afecta solo a los vasos, sino a otros recipientes de plástico desechable.
La idea ha calado entre el Gobierno de Portugal, que no llega a vetarlos pero sí los tasará en sus Presupuestos para 2020, en los que se contempla un nuevo impuesto a los embalajes "de un solo uso", utilizados especialmente para comida para llevar.