El hombre que cambió el juego. Silvio Berlusconi ha fallecido este lunes 12 de junio a sus 86 años en San Raffaele de Milán. Había sido ingresado el pasado viernes por culpa de la leucemia que padecía desde hace unos meses. Una enfermedad que se llevó por delante a Il Cavaliere y que ha dejado desolado a toda Italia que llora la muerte de su mandatario.
Reinventar, la palabra que mejor define al italiano. Desde la televisión tal y como la conocíamos, hasta el fútbol italiano con su entrada por la puerta grande en el AC Milán, el magnate supo como tocar la tecla y conseguir lo que muchos no eran capaces ni de imaginar.
Según el propio testimonio de la clínica en la que ingresó el viernes, su visita a los pasillos del hospital se debía a un chequeo de control que tenían programado para ver como evolucionaba su enfermedad. Lo que iba a ser un puro trámite de cinco minutos se complicó y acabó con una visita de sus cinco hijos y su hermano Paolo el lunes por la mañana en lo que parecía el adiós definitivo.
Y así fue. La leucemia le ganó el pulso al dirigente italiano, el cual había recibido el alta tras una larga estancia hospitalaria de 44 días por una pulmonía provocada por la enfermedad que le había lastrado durante el último año. Ahora solo queda vestirse de negro y honrar la memoria de Berlusconi.
Símbolos masónicos, cien toneladas de mármol... Un mausoleo esperpéntico propio de Berlusconi
Una figura tan extravagante tenía que tener un mausoleo a la altura de la cita. Una dualidad que Il Cavaliere no quería aceptar, pero que al mismo tiempo tenía en sus planes. Y es que parecía que el mandatario italiano tenía el síndrome de Peter Pan: no querer hacerse mayor.
Sus constantes pinchazos para mantener su rostro como a los 20 años, las operaciones estéticas para que la edad solo fuera un número y sus amoríos con veinteañeras, por el que tantas veces fue criticado, demostraba que Silvio no quería ver en su camino a la muerte.
Al mismo tiempo, Berlusconi no era un ingenuo y sabía que el día de su juicio final, tarde o temprano, iba a llegar. Como si se tratase del testamento, el magnate redactó todos los puntos que se debían seguir el día que sus familiares se vistieran de negro. Un plan que ya tenía confeccionado en los años 80.
En esos años, la figura de Berlusconi ya empezaba a coger renombre, gracias a su papel fundamental para llevar al AC Milán al elenco del fútbol europeo, y aprovechó el rebufo para pedir al escultor Pietro Cascella que le esculpiera una tumba jamás vista. Nada de connotación mortuoria, algo fuera de los escritos y de los esquemas.
El resultado: cien toneladas de mármol en mitad de su villa en la ciudad de Arcore. Como no, Berlusconi lo había vuelto a hacer. Llevó de nuevo la extravagancia al siguiente de nivel. La estética de la estructura es una mezcla entre el cubismo propio de Picasso y la tradición azteca. Dos estilos que, de primeras, no pegan ni con cola, pero que en manos del italiano todo cobraba sentido. Una obra que evoca al Guernica y que pocos son capaces de entender. Eso sí, la inmensidad de la pieza no deja a nadie indiferente.
El mausoleo carece de referencias religiosas, es más, la mayoría de representaciones que adornan la tumba tiene un significado masónico. Para añadirle más hierro al asunto. Uno de los símbolos más representativos es una cuerda con nudos que representa el vínculo de Il Cavaliere con sus antecesores y sus progenitores. Muchos relacionan emblema con la logia P2, una asociación de masones que operó desde 1877, hasta 1976. Es más, el propio italiano reconoció que la base en la que se inspiró radica en las tumbas egipcias y de los emperadores romanos como Augusto y Adriano.
Si ya es grande de por sí la propia tumba, la superficie en la que está situada reafirma una vez más que Berlusconi llevaba siempre lo exagerado a límites inimaginables. El monumento está compuesto por un total de 12 columnas de mármol que, como si fueran manos, sostienen cubos, esferas completas y partidas, triángulos dirigidos al cielo…
Todo eso acompañado por una escalera que desciende a la tumba, dando un toque aún más críptico al asunto. Unos peldaños también de mármol adornados, como si se tratase de una corona, por piedras rojizas y una puerta metálica que da la bienvenida a la cripta.
La pieza fundamental en torno a la que gira toda la obra es el sarcófago. Nada de madera y muy lejos de la forma típica de los sepulcros. Hecho de mármol blanco, con rosetones rojos y, como no, con la misma inspiración cubista azteca que da sentido y cohesión a la escultura. Cruzando una puerta corredera de mármol hay una segunda habitación que incluye espacio para unos 36 cuerpos, que seguramente serán donde descansen los cuerpos de sus hijos y nietos.
El hombre que reinventó la política, la televisión y el fútbol será enterrado este miércoles 14 de junio en su templo personal. Unos aposentos que ligan con la figura de Berlusconi: la de un caballero.