Un pueblo más propio de una distopía de George Orwell o Douglas Adams. Un lugar donde los hombres brillan por su ausencia y en el que las mujeres son las principales cabezas de familia. Así es, hay un pequeño pueblo en Brasil en donde la realidad supera a la fantasía. A menos de 500 kilómetros de Río de Janeiro, escondido entre la naturaleza del paraje, se encuentra Noiva do Cordeiro, una pequeña zona rural al sureste del país en el que habitan un total de 600 mujeres. Una sociedad fundada por mujeres en la que los varones, que se cuentan con los dedos de una mano, trabajan fuera de lunes a viernes y casi no están.
Una verdad a medias. Cuando se descubrió el paradero de este pequeño pueblo, las masas se revolucionaron y más tras escuchar la leyenda urbana de que las mujeres que habitan en sus casas estaban sedientas de encontrar un marido bueno. Y es que como todo lo que tiene repercusión se magnifica y se trata de llevar a un nivel más de lo absurdo. Eso no quiere decir que las mujeres no sean mayoritarias en este pueblo, de hecho lo son, sino que ni es un extremo, ni es el otro. Hay matices que explican mejor la peculiar característica de esta zona de Brasil.
El origen de este pueblo habitado por mujeres
Para conocer el origen de este pueblo nos tenemos que remontar al siglo XIX. Maria Senhorinha fue la que puso la primera piedra, una mujer que fue excomulgada por la Iglesia Catolótica por adulterio, es decir, que fue infiel a su marido. En el año 1891, varias mujeres capitaneadas por la matrona, decidieron poner punto y final a las críticas que recibían por haber puesto los cuernos y emigraron a un santuario lejos de la vorágine de las grandes ciudades y de las miradas despectivas de sus iguales.
Durante más de medio siglo, Noiva do Cordeiro fue una zona cero para los hombres, un lugar donde los varones no se atrevían a visitar a pesar de que eran consideradas mujeres 'fáciles'. Todo cambio con la abrupta llegada de Anisio Pereira, un pastor evangélico que se casó con Delina Fernandes Pereira cuando solo tenía 16 años. Fue en ese momento donde comenzó el infierno de Noiva do Cordeiro.
Ante el poder de ser el primer hombre en casarse con una mujer de ese pueblo habitado solo por mujeres, el pastor decidió tomar las riendas del gobierno, imponiendo a las habitantes ciertas normas que se asemejan a las de una dictadura. Nada de anticonceptivos, nada de alcohol y todas con el pelo corto. En un abrir y cerrar de ojos, las mujeres perdieron todo el poder de decisión y pasaron a acatar las normas que había impuesto a golpe de martillo Anisio Pereira. Unas normas patriacarles que rompieron en mil pedazos el idilio de vivir sin la cautela de los hombres.
Tuvieron que pasar más de 45 años para que las mujeres del pueblo pudieran volver a poner el orden en su Jardín del Edén. Tras la muerte del pastor se tomó la decisión unánime de erradicar las normas patriarcales y la prohibición de que cualquier hombre pudiera legislar la vida de las mujeres. Desde entonces, en el pueblo se pueden ver a hombres que forman partes de la familia. Eso sí, no tienen ni voz, ni voto en la legislación de la zona rural. Por lo que, de cierta manera, se podría decir que es el primer pueblo habitado por mujeres y gobernado por mujeres, aunque los hombres no tienen la entrada vetada siempre y cuando sean considerados buenos.