La madrugada del lunes 5 de junio se hizo por fin justicia con Kathleen Folbigg. La conocida como "la peor asesina en serie de Australia" fue condenada en el año 2003 por, supuestamente, estrangular a tres de sus cuatro hijos y un homicidio involuntario del cuarto. Un verdadero sacrilegio que la Justicia australiana no se lo pensó dos veces y dictó sentencia con un total de 20 años de cárcel. Dos décadas han pasado desde que la mujer ingresará en su celda que se convertiría en su nueva casa. Ella aseguró durante toda la investigación que jamás habría hecho eso a sus herederos y que el fallecimiento en cadena fue por causas naturales. Y así se ha demostrado.
La Jusiticia australiana ha retirado la sentencia de Kathleen Folbigg, dejándola en libertad. Pero: ¿Qué ha cambiado en la historia para que de un día para otro pasé de ser una psicópata y a una inocente que por culpa de la Justicia ha perdido 20 años de su precidada vida? En 2021, unos investigadores que cogieron el expediente de la mujer reclamaron que se le diera la libertad condicional a la madre de los cuatro niños fallecidos debido a que un nuevo informe forense señalaba que las muertes inexplicadas estaban ligadas a raras mutaciones genéticas. Entre los creyentes de Folbigg estaba la inmunóloga española Carola García Vinues. Tras muchas reclamaciones, el grupo de científicos han logrado sacar de entre rejas a la inocente australiana.
George Junius Stinney Jr., el niño de 14 años que fue condenado con pena de muerte
Los casos de inocentes que han sido condenados con años de cárcel e, incluso, con penas de muerte es infinita. Los jueces, ante la falta de pruebas o la incongruencia de los testimonios, tienen que tomar decisiones que a veces son apresuradas y por puro instinto, es decir, sin pruebas fehacientes que se les acredité los hechos al culpable. Así fue el caso de George Junius Stinney Jr., el niño más joven que fue condenado con la silla eléctrica.
Corría el año 1944, una época marcada en Estados Unidos por el racismo que se apoderaba de todos los condados del país. Y este caso lo demuestra. El joven de tan solo 14 años se sentó en el banquillo de los acusados de la sala del Tribunal del Condado Clarendon. El crimen por el que se juzgaba: ser negro. Fue tal el asco que sentían a su persona que hasta su propio abogado ni le miraba a la cara. Cómo no iba a ser condenado a pena de muerte si ni la persona que tenía al lado para defenderle quería salvarle de su trágico final.
Todo pintaba negro para el joven George. Su juicio duró 5 horas y todo el jurado, el cual iban a ser los responsables de subir o bajar el pulgar, estaba compuesto de chicos blancos. En menos de 10 minutos, el presunto asesino de Betty June Binnicker y Mary Emma Thames, dos niñas de 8 y 11 años, fue condenado en aras de la justicia a la silla eléctrica. En menos de 24 horas, George recorría el frío camino de su destino: una descarga eléctrica que le dejaría sin vida en un abrir y cerrar de ojos. Con apenas 14 años, George Junius Stinney Jr. se convirtió en la persona más joven de Estados Unidos en morir en la silla eléctrica.
Pasaron 60 años hasta que la propia policía local decidiera dar una segunda oportunidad al joven de 14 años que había fallecido por un asesinato que no había hecho. Porque sí, no era culpable. La hermana pequeña de George denunció durante toda su vida que su querido hermanos no había sido el responsable de la muerte de las dos chicas y que era el culpable de la mala gestión de la policía. Un cabeza de turco que encajaba a la perfección en el asesinato: joven y negro. Fue tal el nivel de manipulación que, tras encontrarle en la escena del crimen, la policía le golpeó hasta que confesara el crimen. Y así lo hizo.
En el año 2014, la Justicia de Carolina del Sur reabrió el caso de la mano de la jueza Carmen Tevis Mullen. Nada más abrir las primeras hojas del caso había algo que no tenía sentido y que se había dejado pasar por alto. Las dos niñas fueron asesinadas con una viga que pesaba 20 kilogramos. ¿Cómo es posible que un niño de 14 años que pesaba 45 kilos tuviera la suficiente fuerza para levantar el hormigón? Evidentemente, él no era el asesino; sin embargo, por como se había tratado al joven y el transcurso de los acontecimientos, está más que claro que interesaba juzgar a un niño negro. Un mártir del racismo en Estados Unidos que tuvo el peor final de todos: la silla eléctrica.