Un histórico de la política alemana atendió el viernes por la tarde durante tres horas a un batallón de periodistas españoles que entraron, uno por uno, en el salón Manuel Azaña del bello Ateneo de Madrid. Curtido en mil batallas, Oskar Lafontaine (Saarlouis, 1943) ha jugado todos los papeles en la izquierda germana desde antes del derrumbe del Muro. Y sigue vivo.
Invitado por el Ateneo para oficiar un acto que ayer tuvo lugar en el edificio modernista de la Calle del Prado sobre la unidad de la-izquierda-de-la-izquierda (un guiño a IU), el excandidato a canciller por el partido socialdemócrata (SPD) derrotado en 1990 por Helmut Kohl, presidente del länd del Sarre de 1985 a 1998 y fundador del partido La Izquierda (Die Linke, tras romper con el SPD en 2005: antes, durante cinco meses, fue ministro de Finanzas con Schröder, cargo del que cesó en 1999) continúa fresco como una lechuga, pese a recibir a Vozpópuli ya al borde del agotamiento.
El zorro Lafontaine habla francés y chapurrea un poco de español, pero ahora prefiere tirar del alemán. Bebe una copita de vino blanco mientras fustiga los parabienes de la primera economía continental, reconoce el repliegue de su partido en plena borrachera germana y denuncia la rendición del socialismo europeo (su antigua formación descarta de plano cualquier alianza con él). Sonríe cuando se le pregunta por las opciones de Syriza en las próximas elecciones griegas. “Cuando Syriza gane, asistiremos al principio de una nueva Unión Europea”. No en vano, Lafontaine invitó el año pasado a Berlín a Alexis Tsipras, líder de la coalición de izquierdas, en una visita que dio que hablar.
"La montaña de deuda es tan alta como los patrimonios de las grandes fortunas. ¡Desmontemos esa montaña, no golpeemos a pensionistas!"
“La política económica de Alemania es exitosa dependiendo de para quién”, dispara. “Hay un sector superpagado, un sector con bajos salarios y un tercer sector con bajos salario y una situación laboral pésima. Ahora, si hablamos solo de los resultados económicos de las empresas, la situación parece muy buena”.
Die Linke apoya la auditoría a la deuda que propone Syriza, gran parte de la cual compromete a los acreedores germanos. “La montaña de la deuda europea es tan alta como el patrimonio líquido de las grandes fortunas europeas. Cualquier niño puede ver que lo que hay que hacer es desmontar esa montaña de grandes patrimonios para poder avanzar ¡Paremos de una vez de golpear a los trabajadores o a los pensionistas!”.
A sus 70 años, Lafontaine se retiró de la política federal tras ser operado de un cáncer a finales de 2009, aunque conserva un asiento regional en su región del Sarre, donde Die Linke consiguió hace tres años un magnífico 21% con él a la cabeza. Pero en 2012 volvió el runrún sobre su vuelta, espoleado por su romance con otra dirigente 26 años menor y por un sucio caso parapolicial que relacionó a los servicios secretos con el espionaje a Lafontaine y a otros miembros carismáticos de La Izquierda como Gregor Gysi.
El León del Sarre siempre fue un animal aguerrido y llevó sus ideas más lejos que su antiguo partido, el SPD. En los ochenta se opuso al canciller socialdemócrata Helmut Schmidt por el despliegue de bases de la OTAN. En las elecciones de diciembre de 1990, su singular postura contra la reunificación de las dos Alemanias le valió ser vapuleado en el este por Herr Kohl. En abril de ese mismo año fue apuñalado por un perturbado en Colonia.
Se opuso a la OTAN y a la reunificación en el SPD. Ahora pertenece a la minoría germana contraria a la austeridad en la Eurozona.
Ahora pertenece a la minoría de su país que no cree en la cura de austeridad para la periferia. “Alemania ha practicado y practica el dumping salarial, y la cosa funcionó un tiempo. Pero ahora esto puede acarrear la destrucción de la zona euro. El estancamiento de otros países empieza a repercutir en Alemania, cuyo freno al crecimiento amenaza con agravar la recesión de la Eurozona. No vivimos en una isla”, critica.
“Nuestra tasa de actividad aumenta porque empeoran los salarios”, continúa. Nunca pierde la acidez: “Cada vez hay más problemas en las familias. ¡Podríamos seguir todos trabajando más por menos sueldo y así mejorar la estadística! Por favor, fijémonos en las rentas de los hogares y veamos cómo la cosa no va tan bien”.
¿Por qué la intención de voto a Die Linke, que alcalzó el 12% en los comicios federales de 2009, ronda ahora el 6%? “Tenemos numerosos problemas internos”. ¿Víctimas del éxito de la austeridad europea para Alemania? Lo niega. “En mi país tenemos un partido único con cuatro secciones”, el FDP (liberales), el SPD, la CDU de Angela Merkel y Los Verdes. “Con matices que los distinguen, la sustancia de este partido único es la misma porque los cuatro apoyan el pacto fiscal y las políticas de austeridad. La Izquierda ha cometido errores, pero eso no quita que seamos la única alternativa en Alemania”.
Lafontaine termina dirigiéndose a sus excompañeros de bancada socialista. “Se han comprometido demasiado con los poderosos, incluido el PSOE y Zapatero. Cada vez serán menos votados”, vaticina.