Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de EEUU, Joe Biden, se han reunido por primera vez este miércoles en la Villa La Grange en Ginebra, en un intento de "hallar áreas de cooperación y superar los desacuerdos". Antes del inicio del encuentro, el estadounidense ha remarcado que "siempre es mejor verse cara a cara", mientras que el ruso ha apuntado que espera una intercambio de ideas "productivo".
La reunión ha durado cerca de dos horas, según ha informado el Kremlin, y ambos presidentes han estado acompañados por sus respectivos ministros de Exteriores. En ella se han tratado temas como el estado actual y las perspectivas de las relaciones bilaterales, la estabilidad estratégica, temas de seguridad informática y la lucha contra la ciberdelincuencia, además de otros relativos a la cooperación económica, el clima, el Ártico y la lucha contra el coronavirus.
Además, los embajadores de Rusia en EE.UU. y de EE.UU. en Rusia, que fueron convocados para consultas en marzo y abril, respectivamente, volverán a sus puestos de trabajo tras el encuentro de ambos mandatarios. "Hemos solucionado este problema. Los embajadores van a regresar a su lugar de trabajo mañana o pasado mañana. Ese es un asunto técnico", afirmó Putin, que también señaló que, tras la reunión, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia y el Departamento de Estado de EEUU "iniciarán consultas sobre toda la agenda de interacción diplomática".
Además, los embajadores de Rusia en EE.UU. y de EE.UU. en Rusia, que fueron convocados para consultas en marzo y abril, respectivamente, volverán a sus puestos de trabajo tras el encuentro de ambos mandatarios. "Hemos solucionado este problema. Los embajadores van a regresar a su lugar de trabajo mañana o pasado mañana. Ese es un asunto técnico", afirmó Putin, que también señaló que, tras la reunión, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia y el Departamento de Estado de EEUU "iniciarán consultas sobre toda la agenda de interacción diplomática".
Putin llegó a las 13.05 hora local (11.05 GMT) en su limusina rusa Aurus a la mansión construida en el siglo XVIII directamente desde el aeropuerto de Cointrin, en donde había aterrizado minutos antes procedente de Moscú. El presidente suizo de turno, Guy Parmelin, le saludó sobre una alfombra roja en la entrada de la villa, flanqueada en ambos lados por las banderas de Rusia, EEUU y de Suiza y macetas de flores.
Biden llegó once minutos después desde el hotel en el que se aloja a la villa, donde, al igual que Putin, fue recibido por Parmelin. A diferencia de Putin, el avión presidencial estadounidense Air Force One aterrizó ya el martes por la tarde en la ciudad suiza, procedente de Bruselas, donde Biden participó el lunes en la cumbre de la OTAN y el martes en una entre EEUU y la Unión Europea (UE).
Temas espinosos
En la agenda figuraban temas espinosos para Putin como el apoyo del Kremlin al régimen de Bielorrusia, los derechos humanos y la persecución de la oposición rusa, en especial del encarcelado líder opositor Alexéi Navalni, el papel de Rusia en el este de Ucrania o los ciberataques en EEUU desde territorio ruso.
Ambos líderes también abordaron el estado actual y las perspectivas de las relaciones bilaterales, la estabilidad estratégica, los temas de seguridad informática y la lucha contra la ciberdelincuencia, la cooperación económica, el clima, el Ártico y la lucha contra el coronavirus.
Asimismo Putin y Biden evaluaron la situación en Oriente Medio, Siria, Libia, Afganistán y la península coreana, así como el programa nuclear iraní. También el conflicto en Nagorno Karabaj. El mandatario estadounidense acude a la cumbre con la intención de tratar con mano dura a Putin, pero también de avanzar en un sinfín de desacuerdos bilaterales.
La cita supone el mayor desafío diplomático del presidente estadounidense desde que llegó al poder en enero: plantar cara a un rival al que acusa de una retahíla de males mientras intenta contener la escalada con la mayor potencia nuclear.
Desde el inicio de su Presidencia, el estadounidense ha insistido en que busca una relación predecible con Moscú, pero ha advertido de que responderá si Rusia cruza las "líneas rojas" de Washington. La cumbre llega tres meses después de que Biden describiera a Putin como un "asesino", y diez años más tarde de un encuentro entre ambos en Moscú en el que el estadounidense, que entonces era vicepresidente, le dijo al ruso que "no tenía alma".