Los talibán se han comprometido a crear un Gobierno "inclusivo" y prometen "amnistía general" para todos los funcionarios. Multiplican los gestos tranquilizadores, se dejan entrevistar por mujeres y aseguran que no violarán los derechos humanos. Pero desde la histórica Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA) explican a Vozpópuli que "solo se trata de una nueva estrategia para buscar aliados internacionales".
Conscientes del protagonismo político y mediático de sus acciones -y favorecidos por el auge de numerosas redes sociales que hace 20 años no existían-, los talibán 2.0 aprovechan estos días para mostrar su cara más amable al mundo.
Montan en coches de choque con los fusiles de asalto al hombro, hacen abdominales en el gimnasio del palacio presidencial de Kabul y comen cucuruchos de helado por las calles. Pero pocos les creen. Prueba de ello es el intento de huida de miles de personas desde el aeropuerto de la capital, incluso, aferrándose a las ruedas de los aviones americanos para caer al vacío minutos después del despegue.
El precio de los burkas se ha disparado y los propietarios de algunos locales de belleza ya han comenzado a echar mano de la pintura blanca y negra para ocultar los rostros femeninos en los carteles de los escaparates.
Mucho menos les creen las mujeres que vivieron su anterior régimen sin poder hablar en alto ni reírse en espacios públicos. Algunas de ellas, como una suerte de 'hombre del tanque' en la plaza de Tiananmén, han salido a las calles con pancartas para luchar por los derechos conquistados a lo largo de los últimos años.
RAWA y la lista prohibiciones
Fareema es el nombre de una de las integrantes de RAWA. La organización a la que pertenece fue fundada en Kabul en 1977 con el fin de promover los derechos humanos y la justicia social en Afganistán.
Esta entidad apoya las protestas y es artífice del recopilatorio de prohibiciones y sanciones impuestas por los talibán a las mujeres que tanto se ha difundido estos días por las distintas plataformas digitales. Quieren desenmascararles.
"Definitivamente han cambiado de estrategia, pero su naturaleza y mentalidad nunca cambiarán. Siguen siendo misóginos y criminales terroristas, pero tratan de ganar aliados internacionales, así que intentan obligar a la gente a confiar en ellos", explica Fareema a este diario.
"En dos días, en numerosas provincias y pueblos ya han prohibido a las maestras seguir dando clase a los niños. Las niñas tampoco pueden tener profesores hombres. Y las mujeres no pueden salir de casa sin estar acompañadas de su esposo, padre o hermano, lo que se conoce como mahram", añade. "Las instrucciones no tardarán en llegar a Kabul", advierte. Muchas activistas denuncian que, al igual que a los traductores que han colaborado con los países occidentales, están siendo buscadas "puerta por puerta".
Siguen siendo misóginos y criminales terroristas, pero tratan de ganar aliados internacionales
En la asociación RAWA trabajan de forma clandestina. Fareema asegura que las mujeres y las niñas ya están obligadas a usar el hiyab y el burka en muchas provincias y que los estudios universitarios de las mujeres se limitan a literatura, enfermería y otros temas sanitarios.
"En provincias han anunciado que las trabajadoras no pueden ir a sus puestos. Ya sea el sector privado, los servicios bancarios o gubernamentales… Probablemente, tampoco se les permitiría viajar solas", cuenta.
Desde hace 20 años, recuerda Fareema, los talibanes existen en muchas partes de Afganistán, especialmente en pueblos fuera de Kabul. "Allí han continuado aplicando sus reglas. Incluso en Kabul se han cometido secuestros y asesinatos", denuncia.
Según RAWA, para conocer la situación de las mujeres afganas no se debe mirar solo a unas pocas que están en el parlamento o en las ONG y que tienen el apoyo de las autoridades de EEUU. "Ni ellas ni sus familias están aquí en Afganistán", apuntan.
Cargan contra la "misoginia" talibán
La asociación se define como "independiente" y aboga por un gobierno "laico y demócrata". Sus miembros se han mostrado muy críticas a los regímenes socialista, muyahidín y, sobre todo, talibán que sucesivamente han regido el país. De la misma forma, la organización se ha mostrado crítica con la ocupación estadounidense.
"Los afganos tenemos la experiencia de los talibanes moviendo los hilos del país y muchos recuerdos oscuros. En aquellos años, la situación para las mujeres era mucho peor, ni siquiera podíamos ir al colegio, a la universidad, trabajar o salir de casa solas. El burka era obligatorio. Son los mismos talibanes con las mismas reglas, por lo que la situación no será mejor, sino peor aún que en el pasado", lamenta Fareema.
Por supuesto, insiste, bajo presión internacional, intentan mostrar una cara diferente y fingen estar más avanzados que antes. "En un país donde no se te permite ir a la escuela por ser niña, donde una niña de 10 años está casada con un hombre de 50, donde nos disparan a muerte por tratar de alzar la voz contra los fundamentalistas, ¿Cómo pueden ser nuestras vidas?", se pregunta.
La gente está herida mental y espiritualmente. Bajo el control talibán, las mujeres dicen adiós a todos sus sueños
Desde que los talibán entrasen en Kabul, son muy pocas las mujeres que han salido a la calle. Su ausencia en los alrededores del aeropuerto desde el que miles de personas han tratado de huir en los últimos días es buen ejemplo de ello. "Alguna lo ha conseguido. Pero la mayoría eran hombres, algunos de ellos han tratado de llevarse a su familia, pero otros muchos se han ido solos dejando atrás a sus mujeres e hijos", apunta.
Y añade que, en las imágenes y vídeos que han trascendido del aeródromo, se ve claramente lo asustada que está la gente. "La gente está herida mental y espiritualmente. En el caso de las mujeres es peor porque no tienen la libertad ni los derechos para hacer lo que quieran por sí mismas. Bajo el control talibán, dicen adiós a todos sus sueños... Están quebrados", declara Fareema.
Llaman a las mujeres a resistir
Pese a todo, la organización no pierde la esperanza. "Creemos que las mujeres solo pueden tener igualdad cuando son plenamente conscientes de su derechos. La única manera de tener un futuro brillante para todas las mujeres y niñas es estar de pie, fuertes, resistiendo y luchando contra los talibanes, los fundamentalistas y los yihadistas. Ésta es la única forma de lograr la igualdad en Afganistán", defienden.
La única manera de tener un futuro brillante para todas las niñas es estar de pie, fuertes, resistiendo y luchando
Sabedoras de que todas tendrán que trabajar "bajo tierra", Fareema y sus compañeras advierten que las mujeres de su país no son las mismas que hace 20 años: "Han aprendido mucho y seguro que encontrarán caminos para superar la situación".
RAWA fue fundada a finales de los 70 por varias estudiantes lideradas por la activista Meena Keshwar, quien en 1987 fue asesinada en Quetta, Pakistán, por agentes afganos de la entonces KGB. Más de 40 años después su llama no se ha apagado y muchas otras mujeres continúan el trabajo que no le dejaron terminar.