El resultado es un sabor a cacao puro fruto de que los flamencos no utilizan grasa vegetal en su elaboración. Por eso llaman a esta parte del mundo el paraíso chocolatero más distinguido del planeta. Y para muestra, ahí van unos números: Bélgica produce 172.000 toneladas de chocolate al año en unas 2.130 chocolaterías. Aunque el chocolate es aquí casi un símbolo nacional que se puede encontrar en los centenares de bombonerías, chocolaterías, talleres artesanos y fábricas que se reparten por todo el país, esta es nuestra propuesta para un dulce viaje lleno de seductores sabores.
Si me voy a Brujas, puedo comenzar la ruta del chocolate haciendo una parada en un sitio que es toda una obligación para los adictos al cacao. Aquí se encuentra Choco-Story, el famoso museo del chocolate, donde se puede conocer de cerca la historia del cacao y el chocolate, desde los mayas hasta los conquistadores españoles o los contemporáneos epicúreos. ¿Lo mejor? Que al acabar la visita se pueden degustar los pralinés elaborados in situ.
Pero además, Brujas es el cuartel general de uno de los mejores chocolateros del mundo, Dominique Persoone. Su taller, The Chocolate Line, es un escenario de experimentación por el que han pasado desde Heston Blumenthal a Albert Adrià, pasando por una larga lista de chefs con varias estrellas Michelin con quienes colabora de forma habitual. Uno de sus secretos es una portentosa imaginación con la que da forma a sus creaciones ayudado por Bernard Lahousse, el investigador de la química del gusto. En su taller se puede disfrutar de creaciones tan sorprendentes como un bombón de praliné con polvo de gambas o cacao fundido con semillas de amapola.
De Amberes a Lovaina
Aunque en Amberes hay decenas de talleres artesanos y comercios relacionados con el chocolate donde elegir, una tienda de paso obligado es Günter Watté Chocolade Café. Además de poder ver de primera mano cómo elaboran sus chocolates en el taller, es uno de los paraísos de los adictos al cacao por la enorme cantidad de nuevos sabores que permite probar. Una advertencia para los indecisos: la variedad es tanta que no resulta nada fácil elegir, así que es mejor no entrar con prisas. Otras dos chocolaterías que merecen una visita son Burie y Del Rey.
¿Gante o Lovaina? Pues las dos. En Lovaina también es fácil dar con una buena chocolatería sin pretenderlo porque hay decenas en la ciudad, pero una de las más conocidas es Godiva, la tienda de la archiconocida fábrica de chocolates que lleva casi un siglo entrando en las casas de los flamencos. Perfecta para el disfrute propio o para llevar un regalo con el que acertar sí o sí. También hacen empaquetados y envíos personalizados.
En Gante y en Bruselas
Una de las imprescindibles de Gante es las chocolaterías Van Hecke, que ahora regenta la cuarta generación de una familia de maestros chocolateros. El año pasado celebraron sus 75 años de vida con la creación del chocolate Euforie 75. También organizan talleres de chocolate en sus instalaciones.
Antes de coger el avión…. Siempre podemos llegar a Bruselas. Además de que en esta ciudad se encuentran las fábricas de un sinfín de marcas, hay que pasarse por Planete Chocolat, un lugar donde aprender todos los secretos de los maestros chocolateros en donde hacen demostraciones los fines de semana. También aquí se encuentra, junto a la Grand Place, el Museo del Cacao y el Chocolate, donde explican de dónde viene la tradición chocolatera.