Pero que no os engañen los anuncios de automóviles que circulan por paraísos lejanos: aunque haya que saber encontrarlas, no hay que recorrerse medio mundo para asistir a su espectáculo. En muchos puntos de España tenemos algunas de las más alucinantes a la vuelta de la esquina. Las siguientes son sólo algunas de ellas.
Cascada del río Xallas (A Coruña)
¿Una cascada que desemboca en el mar? Dicen que son una rareza, pero una de ellas se encuentra precisamente en España, concretamente en la Costa da Morte. Se trata de la desembocadura del Xallas, que se precipita desde una altura de más de 100 metros frente al cabo Finisterre, y allí sus aguas se mezclan con las del océano Atlántico. Arriba, a un kilómetro, encontraréis el mirador de Ézaro desde el que se divisa toda la ría de Corcubión. Un espectáculo asombroso.
Nacimiento del río Mundo (Albacete)
A unos seis kilómetros de Riópar, atravesando la espectacular Sierra del Agua, encontraréis los Chorros del Río Mundo, una gran cascada que se forma por el desbordamiento de las aguas subterráneas que emanan de la cueva de los Chorros. Tiene una caída de 80 metros, pero quizá lo más atractivo de este rincón albaceteño no es su altura sino la fuerza con la que cae el agua cuando se produce el llamado “reventón”. Para no perdérselo.
Cascada Saut deth Pish (Lleida)
Si buscáis una de esas cascadas de postal, situadas en un entorno impresionante donde se mezclan decenas de tonalidades verdes, una apuesta segura es la cascada Saut deth Pish, cerca de Pont d’Arròs. Una caminata por el valle de Varradós os llevará directamente a este gran salto de agua junto al bosque de Siesso. En realidad, el Saut deth Pish está formado por dos cascadas: la principal, de unos 20 metros de altura, y la inferior, de aproximadamente 5 metros. Nos os olvidéis la cámara porque tiene una foto de las de enmarcar.
Cascadas del Monasterio de Piedra (Zaragoza)
Hace ya casi diez siglos que unos monjes cistercienses levantaron este monasterio en medio de un entorno como sacado de una película. Lo hicieron en la comarca de Calatayud, entre las montañas que ha ido cincelando la corriente del río Piedra. Ahora podréis ver allí casi una decena de cascadas, entre ellas la llamada Cola de Caballo, de unos 50 metros de altura. ¿Lo mejor? Que si tenéis suerte y ese día no encontráis mucha gente visitando el Parque Natural, os parecerá estar a miles de kilómetros de la civilización disfrutando de un rincón alucinante.
Cascada de Gujuli (Álava)
A unos 30 kilómetros al noroeste de Vitoria, en el municipio de Urcabustaiz, podéis ver una cascada de las que impresionan. Se trata del salto de unos 100 metros de altura del arroyo Oiardo, un afluente del Altube que acaba desembocando en el Nervión. La llaman la cascada de Gujuli o Goiuri porque se encuentra en este pueblo, perteneciente al municipio alavés de Zuia, y tiene una caída de nada menos que 100 metros. Uno de los regalos del Parque Natural de Gorbeia que no podéis perderos.
Cascada de Soaso (Huesca)
Casi todos los que han tenido el privilegio de recorrer el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido han visto esta impresionante cascada llamada Soaso pero también conocida como Cola de Caballo a donde llega la caminata que discurre paralela al río Arazas. Se trata de un sendero que comienza en la Pradera de Ordesa y termina en esta espectacular cascada, aunque en el camino también atraviesa otros saltos de agua como los de Arripas o la cascada del Estrecho. Un buen plan para esta época del año.
Cascada de Colores (La Palma)
El parque nacional de la Caldera de Taburiente, en La Palma, tiene un largo listado de atractivos que hacen de la visita una imprescindible. Uno de ellos es la curiosa cascada que se encuentra en el barranco de Rivaceras, donde se mezclan tonos que van desde el rojo al verde pasando por los ocres debido a las aguas ferruginosas que brotan de la tierra y contienen diferentes elementos minerales. De ahí el nombre de cascada de Colores, una rareza que no os defraudará.
Cascada Grande de Maro (Málaga)
Otra de esas cascadas que merecen una visita sin prisa es la que se encuentra en el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo. Tiene una caída de 15 metros de altura a la que podéis acercaros en kayak para ver desde muy cerca la fuerza con la que cae el agua que viene desde las Cuevas de Nerja a través del arroyo Sanguino. Además, las vistas desde el mirador de la Torre de Maro, con montañas y acantilados que dividen la costa en playas y calas, son un regalo que tampoco podéis perderos.