Recorriendo mundo podemos encontrar el Museo del Arte Malo de Massachusetts - “arte demasiado malo para ser ignorado” es su carta de presentación-; el poético Museo de las Relaciones Rotas de Zagreb, donde exhiben símbolos de ruptura de parejas reales, como una lavadora o una prueba de embarazo; el Museo Alienígena de Gruyères; el Museo de las Pompas Fúnebres de Viena...
Y en nuestro país no íbamos a ser menos: además de contar con algunos de los museos de arte más prestigiosos del mundo, contribuimos con una buena cuota al colectivo de museos más surrealistas de la Tierra. Todo un derroche de imaginación que ha dado como resultado una lista muy completa. Hoy os dejamos un aperitivo de ella.
Museo de Saleros y Pimenteros (http://www.museodesalerosypimenteros.es/). Dice la Real Academia Española que los museos son lugares que acogen colecciones en general de valor cultural de objetos artísticos, científicos o de otro tipo. Y con ese “de otro tipo” se abrió la veda para las mentes más inquietas. Entre ellas está la de Andrea Ludden, que ha acabado reuniendo en Guadalest más de 20.000 saleros y pimenteros en todas las formas imaginables. Dan buena cuenta de lo importante que han sido estos objetos en las mesas de todo el mundo a lo largo de las últimas décadas. Un museo “único en Europa”, como bien dice su web.
Casa Museo Ratón Pérez
Hay museos que muestran la vida y obra de personajes ilustres, de artistas, de inventores... y hubo a quien se le ocurrió que también un personaje mítico para los niños podía tener su propio museo. Así nació la casa museo del ratón obsesionado con la dentadura de los españoles. Se encuentra en Madrid, y cuenta la historia de la familia Pérez, de los roedores de toda la vida. Para niños y no tan niños.
Museo del Orinal
En Ciudad Rodrigo hay unas cuantas cosas que hacer porque esta localidad tiene atractivos de sobra para el turista. Pero desde que José María del Arco abrió el original Museo del Orinal son muchos los que hacen hueco para sumar una actividad más a su lista de tareas turísticas. Al fin y al cabo, ver la historia del orinal en vivo y en directo tiene su punto. En el museo se encuentran unos 1.300 orinales, algunos de ellos con nada menos que siete siglos de antigüedad, procedentes de casi una treintena de países. Ahí queda eso.
Museo del Botijo
Uno de los imprescindibles para los amantes de la alfarería, y dicen que tan especial que merece la pena una visita sin prisa a esta colección de Jesús Gil Gilbernau que apareció en el Libro Guinness en 2008 como la mayor colección de botijos del mundo. Cuenta nada menos que con 2.000 piezas de distintas partes del mundo, todas ellas con su propia historia. Se encuentra en Toral de los Guzmanes, al sur de la provincia de León, en un palacio del siglo XIII que suma puntos a la visita.
Museo de la tortura
¿Cómo se torturaba a los presuntos “herejes” en la época de la Inquisición? Para los interesados, en Santillana del Mar lo muestran sin medias tintas: los instrumentos de tortura, castigo, humillación y también pena de muerte usados durante esta época son la base de este museo en el que se pueden ver cosas que ni hubieras imaginado. Si algo deja claro este museo es que para hacer el mal también hace falta imaginación. Y mucha.
Museo del bandolero
¿Qué hay de los legendarios personajes que actuaron fuera de la ley en la España de los siglos XVIII y XIX principalmente? ¿No se merecen ellos también un museo? En Ronda pensaron que sí y crearon el Museo del Bandolero, que poco a poco se ha convertido en un centro de referencia para los estudiosos del bandolerismo. Órdenes de busca y captura, armamento de la época, fotografías antiguas y restos de todo un género de vida al margen de la ley son el tema central de este museo. Entre otras cosas recrea vidas como las de José Ulloa ‘El Tragabuches’ o Juan José Mingolla ‘Pasos Largos’ a través de testimonios gráficos y documentación de todo tipo.
Museo de esculturas eróticas
No es estrictamente un museo, pero sí una muestra al aire libre de lo más original. Obra del escultor catalán Xicu Cabayanes, ocupa alrededor de seis hectáreas del bosque Can Ginebreda, en Porqueres. Alrededor de un centenar de esculturas de contenido erótico se alzan en medio de este frondoso bosque dándole un toque muy original. Una buena opción para los difíciles de sorprender.