Los tiempos cambian. Antes se pensaba que Toledo tenía de recorrerse a pie. Sin embargo, todo el mundo sabe que las mejores vistas se nos ofrecen desde las afueras de la ciudad imperial, con miradores que son perfectos para una ruta diferente. Si además tenemos la posibilidad de jugar al golf en el campo de Layos, nuestro fin de semana puede ser perfecto.
Y lo hacemos a bordo del pequeño y sorprendente i10, con la excusa perfecta para adentrarnos por las estrechas calles toledanas, que esconden miles de años de fascinante historia. Las recortadas dimensiones del i10 lo convierten en el arma perfecta para descubrir el corazón de Toledo -pero disfrutando de él ya en el recorrido que nos lleva desde Madrid- con un modelo que ofrece más de lo puede parecer a tenor de su tamaño. Confortable, suficientemente amplio y con un motor económico en su consumo, sin tener problema alguno en movernos -incluso a velocidades algo por encima de lo que debiéramos-.
Monumentos de día, historias de noche
La ciudad imperial guarda muchas sorpresas, y, junto con el IV centenario de la muerte de El Greco, se combinan las opciones de ocio y cultura hasta lo insospechado… De día para acercarnos a los monumentos, y por la noche, para poder imaginar historias de enmascarados recorriendo sigilosos sus tortuosas callejas, blandiendo espadas de acero toledano en busca de aventuras o queriendo ajustar cuentas por diferencias de juego o amores, no muy bien entendidos.
Toledo ofrece todo lo necesario para disfrutar de un completo fin de semana: cultura, gastronomía y deportes al aire libre
Además de las numerosas exposiciones relacionadas con la figura de El Greco, la catedral es un reclamo obligado. Su interior es sobrecogedor y muestra el esplendor histórico y religioso de la ciudad durante siglos. Es obligado detenerse en el altar mayor para admirar el retablo con escenas de la vida de Cristo. El coro y su sillería; la verja de hierro de la capilla mozárabe; el sepulcro plateresco de la capilla de San Ildefonso; la sala capitular, cuyo artesonado mudéjar es único en la ciudad; el transparente que rima con sorprendente pero es indescriptible.
Cuenta la leyenda una historia que sucedió allá por 1521, cuando los comuneros entraron en la catedral de Toledo con Antonio de Acuña para hacerle arzobispo, interrumpiendo la oración de tinieblas del viernes santo. Se dice que desde entonces, todos los viernes santo se oyen unos murmullos de los comuneros que salen en procesión como pago a la afrenta que cometieron al interrumpir la solemne celebración.
Turismo cultural por la ciudad
Un pequeño paseo nos puede llevar hasta palacio del arzobispado -al que un arco une a la catedral- o al ayuntamiento. Si cogemos la calle que pasa entre los dos edificios, llegamos a la plaza de El Salvador; a su izquierda está el taller del Moro. Se trata del único monumento de carácter civil de la primera mitad del siglo XIV que se ha conservado en Toledo; muestra en su interior arquitectura y artesanía mudéjar.
Este año la estrella es el museo de El Greco. Domenikos Theotokopoulos nació en Creta, y durante muchos años fue un inmigrante en distintas ciudades hasta establecerse definitivamente en Toledo. Dicen los estudiosos que nada más llegar a España inició una relación con doña Jerónima de las Cuevas, de la que en 1578 nació Jorge Manuel. Sobre doña Jerónima se ha especulado mucho considerándose que se trataba de una noble o descendiente de una familia morisca. El caso es que no existen noticias sobre el matrimonio entre ambos amantes, y ella acabó sus días en un convento.
Pegado al museo de El Greco se erige la sinagoga del tránsito. La sinagoga de Samuel ha Leví, fue mandada erigir entre los años 1336 y 1357 por este importante personaje que ocupó diversas funciones en la corte del rey Pedro I de Castilla.
Dejamos atrás Toledo y sus estrechas calles y nos dirigimos a sus alrededores, donde sus cigarrales siguen siendo el mejor ejemplo de la arquitectura popular. En Layos, a poco más de diez minutos, podemos disfrutar de uno de los campos de golf más atractivos de la zona centro… y de la gastronomía que en él se ofrece. Sus 18 hoyos son todo un reto, especialmente si sopla el temido viento, algo bastante habitual en esta comarca de los montes de Toledo. Un recorrido muy variado, con hoyos asequibles, otros que imponen mucho y algunos tan emblemáticos como el hoyo 15 -de apenas 100 metros pero con un green en isla completamente rodeado de agua-. Los cuatro lagos con los que cuenta el campo afectan a otros cinco hoyos más, pero ninguno de ellos resulta tan desafiante como aquel.