1. Sultanhamet. Es el barrio turístico de Estambul, y con razón: aquí está la Mezquita Azul, el Palacio Topkapi, la explanada del Hipódromo, algunos museos excepcionales y, sobre todo, Aya Sofya, Santa Sofía. La iglesia que fue el centro del imperio bizantino y que fue convertida en la mezquita que fue el centro del imperio otomano es desde hace unas décadas un museo. El edificio más noble del mundo. Que nadie piense que la espera en la entrada y el precio relativamente alto no compensa la visita. Hay que entrar.
Al costado del Cuerno de Oro, aparecen algunos de los barrios más interesantes de todo Estambul
2. El Cuerno de Oro. El brazo de mar que entra en el lado europeo tiene una parte muy visitada y otra menos. Por un lado está el puente de Gálata, el mercado de las especias, los embarcaderos de donde salen los barcos que enfilan hacia el Bósforo y el lado asiático. Hay un barquito que va en sentido contrario y navega el Cuerno de Oro. Hay que ir hasta Eyup, la mezquita que está al final de todo y llegar hasta el Café Pierre Loti. En el camino aparecen, al costado del Cuerno de Oro, algunos de los barrios más interesantes de todo Estambul. Hay que investigar, indagar y perderse por sus calles.
3. Los mosaicos. Está un poco apartada de los circuitos más trillados, pero hay que ir porque es de lo mejor que hay. El museo Kariye , en la iglesia Chora, guarda la mejor colección de mosaicos bizantinos de la ciudad. Son del siglo XIV y son maravillosos. Dos consejos: llevar unos prismáticos pequeños viene muy bien; y atención, aunque es un museo no cierra los lunes sino los miércoles.
Es un sueño navegar estas aguas llenas de historia, pasando bajo los dos puentes que unen Asia y Europa
4. El Bósforo. El estrecho que separa Europa de Asia es el que une el mar Negro con el de Mármara y el Mediterráneo. Hay que saltar, en un día que haga bueno, al barco que recorre casi todo el Bósforo hasta Anadolu Kavagi. Es un sueño navegar estas aguas llenas de historia, pasando bajo los dos puentes que unen Asia y Europa, viendo las casas de madera de los ricos y cruzándote con los grandes barcos llenos de contenedores. En Anadolu Kavagi hay tiempo de subir a la fortaleza, echar un vistazo al mar Negro y comer un pescadito antes de coger el barco de vuelta. Un día perfecto.
5. El Gran Bazar. Dicen que es el mercado cubierto más grande del mundo. Probablemente lo sea. Pero además es un verdadero mundo en sí mismo, calles y calles llenas de tiendas, almacenes, baños, mezquitas, bancos, cafés, mercancías maravillosas, mercancías vulgares, mercaderes que hablan todos los idiomas y esa luz que entra por algunas lumbreras.
Sinan fue el Miguel Ángel otomano, un genio que revolucionó la arquitectura
6. Sinan. Sinan fue el Miguel Ángel otomano, un genio que revolucionó la arquitectura y que ha dado numerosas obras maestras. Dos mezquitas fundamentales, de las muchas que construyó, son las de Suleiman (tal vez la más grande y espectacular) y la de Rustem Pachá (una de las más pequeñas y preciosas). También fue el responsable de la rehabilitación de Santa Sofía y el que consiguió que todavía esté en pie.
7. Istambul Modern. No todo son mezquitas y palacios antiguos en Estambul. Este museo, en un emplazamiento magnífico justo donde el Cuerno de Oro se junta con el Bósforo, es el lugar para dar un repaso a la historia del arte moderno turco, que sí existe y alcanza alturas comparables a las de cualquier otro país. También tiene exposiciones que ya nos gustaría ver por estos lares. Las vistas desde la cafetería son para quedarse hasta que te echen.
8. Istiklal Caddesi. Es la gran avenida que cruza el barrio de Beyoglu, el barrio que quiso ser Europa en las últimas décadas del imperio otomano. Es la Gran Vía convertida en zona peatonal, llena de tiendas, cafés, librerías, heladerías, galerías comerciales, restaurantes, iglesias, consulados… Un tranvía pasa de vez en cuando. Si se baja hacia el puente de Gálata se pasa por la torre, la de Gálata
9. Besiktas y Ortaköy. Más allá, al borde del Bósforo, están estos dos barrios repletos de monumentos: los palacios Çiragan y Dolmabahçe, la mezquita Ortaköy y, sobre todo, restaurantes, cafés y salas de fiesta a orillas del estrecho. Fundamental en las noches de buen tiempo.
10. Pasear sin rumbo. Estambul es una ciudad inmensa en la que las distancias son mucho mayores de lo que puede parecer a primera vista. Por eso hay que centrarse en algunos puntos y allí caminar para sentir las calles. Y para moverse de un barrio a otro, lo mejor es el tranvía, que consigue evitar los problemas de tráfico.