Cuando podamos volver a una Siria en paz, éstas serán las ocho etapas más importantes de nuestro recorrido:
1. Damasco. La capital de Siria siempre ha mezclado lo tradicional con lo moderno, la historia con los movimientos actuales del país. Afirma ser la ciudad habitada sin interrupción más antigua del mundo, y muy probablemente lo sea. La Ciudad Vieja está rodeada de murallas y es un laberinto de callejuelas sin salida, zocos, mansiones antiguas y mezquitas. Un monumento urbano por el que uno podía vagar durante días para captar todos sus matices. La mezquita de los Omeyas es el edificio más importante de todo el país, un lugar monumental y tranquilo que aparte de para rezar muchos visitan para descansar al fresco o incluso echarse la siesta. El palacio de Azem y Khan As’ad Pasha son dos extraordinarios ejemplos de la arquitectura damascena. Los zocos no están pensados para los turistas, por lo que en ellos se vivía de verdad la experiencia de los mercados de Oriente Medio.
2. Maalaula. Relativamente cerca de Damasco, Maalula es una de las pocas poblaciones sirias con casas pintadas de colores. Está colgada de un acantilado, y al lado hay un cañón estrecho y espectacular, además del monasterio de San Sergio (Deir Mar Sarkis). Maalula es uno de los últimos lugares del mundo donde se habla arameo, la lengua usada por Jesucristo.
3. Palmira. Palmira es un oasis en medio del desierto y una de las grandes ciudades de la antigüedad. En este oasis ha habido una ciudad desde el año 2.000 a.C., pero su etapa de gloria se alcanzó bajo la reina Zenobia que en el siglo III de nuestra era se rebeló contra Roma. Luego fue destruida y olvidada. La estructura más importante es el templo de Bel, uno de los dioses más poderosos del panteón local. Al otro lado de la carretera aparece el arco monumental y la gran avenida con columnas que llega al Templo Funerario. También están los restos del Ágora, el Teatro, el templo de Bel-Shamin (el dios fenicio de las tormentas) y los baños de Diocleciano. Un poco alejadas, al pie de las colinas, están las torres funerarias. Al atardecer, desde lo alto del castillo de Qala’at ibn Maan, se disfrutaba de un panorama extraordinario.
4. Krak des Chevaliers. El Krak des Chevaliers (Krak de los Caballeros) es el castillo de los cruzados más espectacular del mundo. Su muralla exterior con 13 torres y su fortaleza interior con sus salas, capillas y torreones forman el cuadro perfecto para sentirte un caballero medieval durante las Cruzadas en busca de la liberación del Santo Sepulcro.
5. Alepo. En este país de historia milenaria, Alepo también pide el título de ser la ciudad habitada sin interrupción más antigua del mundo. Y tal vez lo sea... Igual que Damasco, se divide en la parte Vieja y la Nueva. Entrar en la Ciudad Vieja era como traspasar los muros del tiempo. El zoco era uno de los mejores de todo Oriente Medio, un lugar aparentemente inacabable donde se te daba la posibilidad de contemplar la vida tal como siempre ha sido en los mercados de Oriente. Por un lado estaban las joyas, por otro las alfombras, por allá las especias, luego los perfumes... Aunque no lo parezca a primera vista, la calle principal era la decumanus de la ciudad romana. El monumento más espectacular de Alepo es la Ciudadela, que domina toda la ciudad. Hay que pasar un puente y los bastiones fortificados antes de acceder al palacio y a la mezquita.
6. Qelaat Semaan. Aquí se recuerda la historia de Simeón el Estilita, el eremita que, en busca de la soledad se subió a lo alto de una columna y no bajó en años. Con el paso de los siglos allí se levantó una basílica imponente. Quedan los restos de la basílica y de la columna.
7. Ciudades Muertas. Las Ciudades Muertas son aldeas y pequeñas ciudades de la época bizantina, abandonadas desde hace siglos y algunas de las cuales guardan verdaderos tesoros. Hay más de 700. Entre las más interesantes están Sergilla (la que tiene mejores edificios) y Al-Bara (la más grande, con unas curiosas tumbas en forma de pirámide).
8. Bosra. Bosra es uno de los lugares más extraños de todo Oriente Medio, una curiosa mezcla de historia (deslumbrante y milenaria) y vida actual en una aldea. De su gloria antigua hablan sus restos desperdigados por todas partes. En sus 3.500 años de historia por aquí han pasado todos los ejércitos que han cruzado la región, y de casi todos ellos hay huellas. El resultado es una aldea en la que la grandeza antigua es mucho mayor que la realidad diaria. De los tiempos romanos queda el trazado de la decumanus, la calle principal, bordeada de columnas, restos del nymphaeum (la fuente), los baños públicos, la puerta de la Linterna y, sobre todo, el teatro romano mejor conservado del mundo (rodeado por una ciudadela árabe que fue construida para resistir los ataques de los cruzados). De tiempos posteriores hay santuarios paganos, la mezquita de Omar, el hammam Manjak, la mezquita de Fátima, los restos de la catedral, el arco nabateo y un largo etcétera. Todo está desperdigado al lado de la ciudad moderna.