Durante la segunda guerra mundial, Canfranc se convirtió en el corredor más importante de personas y mercancías. Todo pasaba por allí, encubierto o a la vista, pero pasaba: los recados y los radiotransmisores de la resistencia francesa; el wolframio y el hierro que los regímenes neutrales de Franco y Salazar vendían a Hitler para su maquinaria de guerra; el oro robado por los nazis –periodistas como Ramón J. Campos hablan de hasta 8 toneladas- que pasaba gracias a la vista gorda de los funcionarios franquistas.
Ubicado en el valle aragonés, Canfranc es un pequeño joyero. No sólo por su belleza natural, sino por la inmensa riqueza histórica que posee: desde su imponene estación hasta la llamada ruta de los Búnkers, ubicada entre las pistas que unen Picaubé con el Paseo de los Melancólicos, en la cima de Picaubé, y en la pista que une Coll de Ladrones con Los Melancólicos.
Se trata de la llamada La Línea P en Aragón, ideada por Franco
Se trata de la llamada La Línea P en Aragón, un proyecto de "Organización Defensiva de los Pirineos" ideada por el dictador Francisco Franco para fortificar la cordillera, desde el Mediterráneo hasta el Atlántico, por temor a una invasión terrestre de países vecinos ante la previsible derrota alemana en la II Guerra Mundial y una posible revancha contra España por su apoyo a los países del Eje.
Su origen radica en la firma, en verano de 1944, de la instrucción C-15 y los trabajos se empezaron ese mismo otoño a lo largo de todos los valles pirenaicos. el plan incluía entre 8.000 y 10.000 asentamientos, de los que se llegaron a construir en torno a 4.000.
Dos años antes se habían levantado obras defensivas en la zona catalana de la Junquera y en el País Vasco, que fueron integradas en la Línea P. Dentro de ese plan, el valle del Aragón responde al sector 24 y se divide en seis núcleos de resistencia que habrían supuesto la existencia de unos 200 ó 300 búnkers. Estaban destinados a albergar diferentes tipos de armas: fusiles ametralladoras, ametralladoras, morteros, cañones antitanque, ametralladoras antiaéreas y observatorios puestos de mando.
En el valle del Aragón se planificó la construcción de unos 200 ó 300 búnkers
Junto a estos debían construirse abrigos, depósitos de municiones y víveres y, según el proyecto, estarían protegidas por pozos de tirador, alambradas e incluso campos de minas y contarían todas ellas con puertas blindadas. La Ruta de los Búnkers de Canfranc propone un recorrido por parte de los núcleos 111 y 112 correspondientes a Arañones y Coll de Ladrones, respectivamente. Algunas de estas fortificaciones han desaparecido, otras se encuentran en propiedades privadas que hacen difícil su visita y muchas de ellas en lugares "recónditos" que dificultan su localización. Por ese motivo, la Oficina de Turismo ha decidido recuperar los tramos esenciales a través de visitas guiadas.