Por un lado está el componente étnico: aquí dominan las tribus indígenas, con más de 25 comunidades diferentes, incluidos los inmigrantes indonesios e indios. Por otro lado está su gran riqueza natural: una zona de montañas escarpadas cubiertas de una densa vegetación tropical que muchos aprovechan para unas vacaciones de aventura como se puede encontrar ya en muy pocos lugares del mundo. ¿Más? Pues una historia de película.
Esta su curiosa historia, que bien podría ser el argumento de una novela o de una película de aventuras: James Broke, un joven inglés, llegó a Borneo a principios del siglo pasado en busca de aventuras y fortuna. Tras enfrentarse a piratas y cazadores de cabezas y ayudar al sultán de Brunei a sofocar una rebelión local, fue recompensado por éste con el territorio de Sarawak, convirtiéndose así en el primer rajá blanco, en 1842, en uno de los hechos más significativos del colonialismo británico.
Arquitectura neoclásica
A su muerte en 1868 le sucedió su sobrino Charles Broke, que se dedicó a desarrollar económicamente el país, y tras él vino su hijo, en 1917, Charles Vyner Broke. De esta trepidante historia en la que no faltan batallas contra piratas e intrigas locales, queda sobre todo un interesante centro histórico en Kuching, la capital, con impresionantes edificios neoclásicos, como la Oficina de Correos, el Pavilion, la Torre Redonda, que fue una farmacia, el Castillo Cuadrado, el Palacio Astana, el Fort Margherita o el Tribunal de Justicia, edificios del siglo pasado construidos todos ellos por los Broke. Junto a estos edificios se mantienen los comercios indios, las mezquitas de todas las épocas y el interesante museo con una de las mejores colecciones etnológicas del Sudeste Asiático.
Todavía hoy se puede pernoctar en alguna de las casas más representativas de la variedad étnica de la zona.
Hoy en Sarawak se pueden encontrar de todo. Desde el simpático tren North Borneo Railway hasta algunos complejos turísticos, como los de Damai Beach o Satubong, a unos 45 kilómetros de Kuching, donde no faltan instalaciones de lujo, como un campo de golf y por supuesto todo tipo de actividades en la naturaleza, desde excursiones a la selva hasta deportes acuáticos.
Sin duda, lo más atractivo es su componente étnico. Todavía se puede pernoctar en alguna de las casas más representativas, como las casas comunales de los bidayuh, los iban y los orang ulu, con su cabaña comunal de madera melanau, una vivienda malaya y una granja china.
Naturaleza en estado puro
Hay además espectáculos multiculturales, no falta la tienda de recuerdos y un restaurante para probar las delicias locales. Otra posibilidad es visitar una casa comunal, la vivienda tradicional con habitaciones separadas para cada una de las 80 familias que habitan en ellas. Se puede ir a pasar una noche con ellos, renunciando, eso sí, a las comodidades e informándose bien antes sobre sus costumbres para ser respetuosos con las etnias locales.
Los amantes de la naturaleza tienen una cita imprescindible con el Parque Nacional Bako, a 37 kilómetros de Kuching, con magníficas calas de arena y espectaculares rocas de colores que parecen obras abstractas. Otra de las visitas imprescindibles es el Centro de Orangutanes Semengoh, a 22 kms de Kuching, en la carretera a Serian. Es necesario un permiso para visitarla pero resulta apasionante para quienes se interesen por los orangutanes, que aquí son recogidos para ser recuperados tras ser rescatados del cautiverio o haber sido heridos por cazadores.
En el norte se encuentran los parques nacionales de Niah y Mulu, ambos horadados por fascinantes cuevas.
La otra zona digna de visitarse es en el norte, en torno a la ciudad de Miri, convertida desde hace unos años en un gran centro petrolífero. Allí están los parques nacionales de Niah, con interesantes cuevas y el Parque Nacional Mulu, también dominado por las cuevas, entre las que destaca la Deer Cave, la zona más amplia del mundo.
Flora exótica en Kinabalu
El vecino estado de Sabah es otro destino para amantes de los deportes y la naturaleza. El gran atractivo turístico es el Parque Nacional Kinabalu, a unas dos horas en coche desde la capital del estado, Kota Kinabalu. Entre la enorme variedad de flora y fauna destacan las orquídeas salvajes y la flor más grande del mundo, la Rafflesia, que alcanza los 45 centímetros de diámetro. El parque es perfecto para recorrer con un guía y terminar con un baño de aguas sulfurosas al aire libre en las fuentes termales de Poring en medio de un enorme jardín. Con un poco de esfuerzo se puede subir al monte Kinabalu, un lugar lleno de leyendas y misterios, en una ruta que lleva tres días y dos noches, haciendo noche en los refugios que hay en el camino.
El Sabah Oriental es la gran meca de los amantes del submarinismo. Allí está Sipadan, un paraíso submarino en medio del mar de las Célebes donde es fácil ver tortugas, tiburones, corales, peces de todos los colores y barracudas. Las opciones son casi infinitas.