Eso es precisamente lo que ofrecen las vías ferratas, itinerarios en mitad de parajes naturales equipados para facilitar el paso. Se trata de despejar los “imposibles” de las montañas, haciendo más accesibles las vías de escalada. Un cóctel demasiado bueno para no probarlo al menos una vez. Os dejamos con algunas de las ferratas más especiales, aunque como podéis comprobar en muchos sitios web, el listado es mucho más largo. Sólo una advertencia a los que nunca lo hayáis probado: cuidado, que envicia.
La Teresina (Montserrat, Barcelona)
Una de las clásicas que no podéis perderos si os gustan los parajes auténticos con mucho de mágicos. Según los expertos fue la primera ferrata considerada como tal, y hay que agradecérselo al escalador Antonio García Picazo, que fue quien la instaló hace ya 22 años. Para acceder a ella hay que llegar al monasterio de Santa Cecilia, desde el que unas señales indican el camino hasta el inicio. No es sencilla pero está perfectamente equipada y es una de las más completas. Perfecta para los amantes de los desafíos.
Tajo de Ronda (Ronda, Málaga)
Si buscáis una panorámica como hay pocas, esta es muy buena opción. La Serranía de Ronda cuenta con unas cuantas ferratas con diferentes niveles de dificultad que se han ido instalando en los últimos años, pero la primera de ellas, y quizá la más conocida, fue la de Tajo de Ronda, que ya en los años 30 sirvió a los trabajadores de la Sevillana para levantar muros de mampostería tras un desprendimiento de las paredes del desfiladero. Tiene 80 metros de desnivel, no resulta muy complicada y el recorrido es alucinante, por lo que reúne todas las condiciones para que los novatos puedan estrenarse a lo grande.
El Ranero (Huerta de Rey, Burgos)
Prueba de que el turismo de altura está ganando adeptos a mucha velocidad es que recientemente han inaugurado varias nuevas ferratas en entornos que merecen mucho la pena. Una de ellas es la del paraje conocido como Cueva del Ratón, en la localidad burgalesa de Huerta de Rey. Con puentes tibetanos, grapas y pasamanos, es un buen ejemplo de ferrata bien equipada en la que se disfruta, y mucho, de la travesía con la dosis justa de adrenalina. Para los que prefieran elevar un poco más la dificultad y pasar de un K3 a un K4, a apenas 12 kilómetros encontrarán otra ferrata, la de Espeja de San Marcelino, que supera el desfiladero de La Torca con tirolina y puente nepalí incluidos y está considerada una de las más interesantes de la zona.
La faja de las flores (Torla, Huesca)
En realidad es un recorrido que incluye el que se considera primer camino equipado de España, que no es otro que el tramo cableado junto a la cascada de Cotatuero conocido como las clavijas de Cotatuero, instaladas algo antes de que acabara el siglo XIX. Se trata de un paso equipado corto pero muy expuesto, aunque hay agarres para manos y pies y un cable de acero que garantizan la seguridad. Dicen que es una de las travesías más espectaculares si vais en busca de panorámicas de película, con el aliciente de que transcurre en lo alto del impresionante Valle de Ordesa.
La Norte de Cid (Petrer, Alicante)
Otra de las primeras en abrir camino, y una de las más concurridas del Levante. Tiene unos cuantos puntos fuertes, pero quizá el más atractivo para los amantes del turismo de altura es que permite llegar a la cima de la Silla del Cid, un espléndido mirador natural del que tener una panorámica de toda la comarca. En cuanto al nivel de dificultad, tiene tramos bastante expuestos que sólo disponen del cable de seguridad, pero eso también le da su atractivo. Muy recomendable para los que ya tienen alguna experiencia en ferratas.
Hoces del Salado (Santamera, Guadalajara)
Para los que no se hayan estrenado todavía, esta ferrata puede ser un buen bautismo porque es lo suficientemente atractiva como para que pique el gusanillo pero al mismo tiempo tiene un nivel de dificultad bajo, y eso anima en una primera experiencia. Al principio os encontraréis con clavijas y agarres naturales que llevan hasta la escalera. Al final de esa escalera que da nombre a la ferrata -también se la conoce como Escaleras al cielo- se llega a la cima. Un buen plan del que seguro no os arrepentiréis.