EXT.DIA – PUERTA DEL SOL
ABRIMOS TRAS LA SECUENCIA DE CRÉDITOS A esa puerta que Julián, Amelia y Alonso atraviesan. Una puerta que desemboca en la mismísima Puerta del Sol de Madrid. Pero, un momento, el cielo encapotado refleja bien los rostros cabizbajos de los transeúntes que pasan por allí, vestidos por cierto con ropas algo estrafalarias.
ALONSO: Bien, ya nos hallamos aquí: Madrid a 27 de junio de 2016. Y recordemos, nuestra misión…
AMELIA: Sí, sí, hablar con esos cuatro hombres para desbloquear la situación política que podría sumir a España en un infinito bucle espacio-temporal.
JULIÁN: ¡Cuidado!
De repente, Julián salta sobre ellos, evitándoles ser arrollados por ese fugaz destello metálico que pronto se eleva hacia el cielo.
ALONSO: ¡Voto a bríos! ¿Eso era… un automóvil volador?
AMELIA: Pero entonces, ¿dónde estamos exactamente?
Confuso, el trío entonces se vuelve hacia el reloj de la Puerta del Sol y descubre que ha sido sustituido por un futurista marcador digital.
…Y la fecha: 27 DE JUNIO DE 2036. La patrulla acaba de quedarse lívida. Los rostros de sus tres integrantes paralizados, en shock.
CORTAMOS A un oscuro y desierto pasillo en lo profundo del Palacio de La Moncloa. Amelia, Julián y Alonso lo atraviesan sigilosos, pero aún confusos.
ALONSO: El Palacio de la Moncloa. Mucho ha cambiado desde…
JULIÁN: Ya, ya. Lo que me mosquea es ese error. Ernesto e Irene deberían estar informados. Sino no entiendo qué hacemos aquí.
Los tres desembocan entonces en esa vasta estancia donde apenas se filtran unos rayos de sol por entre las contraventanas cerradas. Y sentado al fondo junto a estas, un anciano decrépito y barbudo comiendo una naranja con mano temblorosa.
MARIANO RAJOY: ¿Q-quiénes son ustedes? ¿C-cómo han entrado?
JULIÁN: Espere un momento… ¿Mariano Rajoy?
MARIANO RAJOY: Puede que sí o puede que no. Bah, la cosa es que soy el único que queda aquí. Incluso la pobre Soraya. Ay, aquellas partidas de brisca…
AMELIA: Entonces, ¿sigue siendo presidente?
MARIANO RAJOY: Al final todos desaparecieron. Al final… tenía yo razón: sólo tenía que esperar… y esperar… y esperar.
CORTAMOS A lo que parece un camerino, con luces y espejo, pero que en realidad es un despacho en la calle Ferraz. Y ante la confusa patrulla se vuelve con pose dramática ese sexagenario atractivo al que dos asistentes terminan de estirar su enésimo lifting.
PEDRO SÁNCHEZ: Mariano Rajoy, sí. Allí sigue el muy indecente. Pero yo también. Cada día reuniendo más apoyos… (Le guiña un ojo a Amelia) Seduciendo por el cambio.
AMELIA: Uh, vale, pero ¿cómo ha podido mantenerse usted también aquí tanto tiempo? Me refiero a…
Entretanto, Alonso curiosea por el despacho y apenas se fija en esa puerta en un rincón:
PEDRO SÁNCHEZ: ¡EH, ALATRISTE, APÁRTATE DE AHÍ! Eso es, bigotitos, tan sólo es el cuarto de la limpieza. (Se vuelve a Amelia) Carisma, querida. En realidad todos quieren ser como yo.
CORTAMOS A la recepción de Ferraz. El trío camina hacia la salida cuando de pronto Julián se fija en ese tipo bajito pertrechado tras una enorme gabardina que también sale a la calle.
JULIÁN: ¡Eh, yo conozco a ese tío! Es él, justo a quien íbamos a ir a ver precisamente ahora.
ALONSO: ¿El tal “naranjito”? Vive Dios y deténgase ahí, buen hombre.
ALBERT RIVERA: ¿Quién yo? Um, lo cierto es que llevo algo de prisa. (Se sube las solapas) Es decir, ni siquiera debería estar aquí.
AMELIA: ¿A qué se refiere? Todo el mundo le conoce.
ALBERT RIVERA: Sí, pero eso de pactar con unos y con otros… debo ser cuidadoso. Créame, llevo más de 20 años haciéndolo. Menos mal que tuve aquella visión… ¡Taxi! ¡A la calle Génova, por favor!
AMELIA: Espere, ¿”una visión”? ¿Qué quiere decir con “una visión”?
CORTAMOS A la Puerta del Sol. La patrulla ha vuelto al lugar de origen, solo que allí hay ahora arremolinada una pequeña multitud de ancianos asintiendo catatónica a las consignas de otro con coleta y megáfono subido en una caja de cartón.
PABLO IGLESIAS: ¡Porque nosotros somos el progreso! ¡Somos el futuro! ¡Y hay que hacer algo y estamos enfadados y hay que cambiar esta situación!
AMELIA: Vaya, usted es aquel tipo, Pablo Iglesias. Leí algo sobre cómo inspiró a salir a la calle a toda una generación, pero ¿y luego?
PABLO IGLESIAS: Pues aquí seguimos. En la calle. Con la gente. Con la juventud. Porque la casta… (a un adolescente que camina cerca) ¡Eh, chaval, ¿a que tú también estás cabreado?! ¡Sí, el Atleti perdió anoche, eso hay que cambiarlo, ¿eh?!
ALONSO: (viendo huir al chaval) No sé vos, pero lo que se dice inspirar…
PABLO IGLESIAS: Calla, calla, compañero. Yo lo vi, este es mi propósito: esperar a que las viejas generaciones desaparezcan para poder enganchar a las nuevas.
JULIÁN: Un momento, ¿qué lo vió? ¿Cómo que “lo vió”?
De repente, una conmoción y tras unos gritos, la multitud de ancianos se aparta como zombis para dejar pasar a ANGUSTIAS, la secretaria de Salvador, que llega a toda prisa hasta la patrulla.
ANGUSTIAS: ¡Quietos! ¡Quietos! Ay, desde luego esto sí que no está en el sueldo… JULIÁN: Angustias. ¿Qué… qué haces tú aquí?
ANGUSTIAS: L-lo siento, se cancela la misión. Salvador ha descubierto una filtración y ahora todos debemos volver.
AMELIA: ¿Una filtración? ¿Eso quiere decir que nos enfrentamos de nuevo a Lola Mendieta?
ANGUSTIAS: Bueno, no lo sé. La cosa es que allá por 2016 los cuatro dirigentes encontraron cada uno una puerta del tiempo y vieron su destino. Por eso todos decidieron no moverse de sus posiciones y así han pasado veinte años sin que nadie pudiera cambiar nada.
ALONSO: ¿Y entonces España?
ANGUSTIAS: España no tiene remedio, asi que el Ministerio ha decidido abrir todas las puertas temporales y que todos los españoles se marchen por ellas a la época que mejor le convenga a cada uno.
AMELIA: Pero eso es… Eso podría ser…
JULIÁN: ¡Una idea brillante, claro que sí! ¡Hala, venga, larguémonos!
Así, el trío se marcha con Angustias y pronto esa multitud de ancianos decide también seguirles. Atrás sólo queda el vetusto Pablo Iglesias, que no sabe qué hacer para retener al gentío y al que pronto se unen unos sorprendidos Rajoy, Sánchez y Rivera.
PABLO IGLESIAS: ¡Eh, pero volved, regresad! ¡El cambio… estamos enfadados… la casta… la casta!
ANCIANO: El cambio, sí. Ya era hora de que por fin llegara.
Y con esto FUNDIMOS A NEGRO Y FIN.