Siempre me quejo de ella. Sus llamadas pueden resultar agotadoras. Pero a veces su ayuda es inconmensurable. Esta vez, para romper la tradición, yo, asediado por las dudas, cogí el teléfono para hablar con mi amiga enfurecida.
-Hombre, qué sorpresa, Alberto. Precisamente pensaba llamarte para comentarte una cosilla...
-Me he adelantado porque estoy hundido.
-¿Y qué te ocurre alma de cántaro?
-No tengo tema para escribir esta semana. O, mejor dicho, tengo demasiados temas y no me decido. En los últimos días han vuelto los buitres para hablar sobre el caso de Marta del Castillo, se ha desatado un espectáculo lamentable con el tratamiento alarmista de todo lo relacionado con el coronavirus, he visto cómo Risto Mejide expulsaba a Juan Carlos Girauta en directo, se ha sabido que el BBVA espiaba a periodistas con la colaboración del maravilloso Villarejo y el Gobierno ha fulminado sin ton ni son a Fernando Garea en Efe.
-¿Fernando qué? ¿Ese quién es?
-A ver, es un periodista con una larga trayectoria en muchos periódicos. Pedro Sánchez lo eligió como presidente de la agencia Efe hace año y medio. Y esta semana, de repente y sin que nadie lo esperara, el propio Sánchez se lo ha cargado y va a colocar en su lugar a Gabriela Cañas, una excorresponsal de El País en su lugar.
-Vaya, Sánchez sigue a lo suyo con los medios, ¿no?
-Sí, hija, sí, sigue a lo suyo. Y claro, podría escribir que es lamentable la utilización partidista de un puesto tan relevante como la presidencia de la agencia de noticias. Pero creo que ya es repetirse. Al final, todos los que gobiernan hacen lo mismo con Efe o con Televisión Española o con las televisiones autonómicas. Ponen y quitan a dedo, no respetan los procesos ni nada, patrimonializan las instituciones como si fueran sus cortijos personales...
-Eso ya lo has contado mil veces. En estos últimos meses y hace unos años. Así que nada, amigo, deja ese tema para otro día. No te me repitas.
Necesité un silencio para encajar los golpes, quizás dolorosos por certeros. Pensaba retomar el hilo pero ella lo impidió.
-De lo que tienes que hablar es del coronavirus. De cómo lo estáis contando en todos los medios de comunicación, pero sobre todo en las televisiones. Una ve el telediario y piensa que estamos en el apocalipsis. Y hasta suspendieron el Mobile de Barcelona. Un primo mío iba a ir para allí, como va todos los años, pero tuvo que joderse. Y todavía no entiende por qué.
-Si os sirve de consuelo, a ti y a tu primo, a estas alturas tampoco yo entiendo por qué se ha suspendido.
-También has mencionado a Villarejo. ¿Y ahora qué pasa con ese pieza?
-Pasa que investigó para el BBVA los correos y las llamadas de periodistas que cubrían la información del banco. Un escándalo. Uno más, claro. Y lo peor está por llegar.
-¿A qué te refieres?
-Me refiero que esto del espionaje para el BBVA es hasta lógico, si lo ves desde el punto de vista de una empresa que quiere evitar filtraciones. Lo peor del caso Villarejo y los periodistas llegará cuando se empiecen a conocer unas cuantas de las conversaciones que tiene grabadas. Dicen que ahí sale todo bicho viviente de la prensa en Madrid. Va a resultar que lo de las cloacas está más extendido de lo que parece.
-Un poco más de fama para los de tu oficio.
-Será bien merecida, imagino. Pero ya veremos.
-Tampoco ha estado mal lo de la investigación del caso de Marta del Castillo. Se ha liado una muy gorda hasta entre los periodistas, ¿no?
-Sí, aquí ahora todos, incluso los que más han exprimido el tema en programas vomitivos, dan lecciones morales de cómo tratar un caso así. Eso sí, cuando resurge el tema, nadie se resiste a hurgar otra vez en la herida. Esto es un círculo vicioso sin remedio.
-Chico, va a ser verdad que estás deprimido. Pero quizás no es para tanto. El problema de los periodistas es que pensáis que todo gira a vuestro alrededor.
-Amén. Esa es la principal de nuestras plagas.
-Tienes que relajarte como hago yo, viendo El Chiringuito de Pedrerol. Siempre me lo paso bien. Hasta otra.
-Hasta otra.