Los primeros gritos de “independencia” se escucharon este jueves en TV3 a las 22.07 horas. La televisión pública catalana conectaba con la sede de la ANC y mostraba a un centenar de personas que celebraba el resultado entre banderas ‘esteladas’. Las dos asociaciones lideradas por ‘los Jordis’ (ANC y Òmnium) fueron importantes para que el proceso soberanista no cayera en desgracia tras las elecciones del 27 de septiembre de 2015, en las que los resultados de Junts pel Sí fueron peores de lo esperado. En este tiempo, también ha sido fundamental la labor de TV3, un medio de comunicación que ha difundido entre los hogares de esta comunidad autónoma, día, tarde y noche, los dogmas independentistas. Tramposos, pero eficientes. Muy eficientes. Los que en las últimas semanas ha auspiciado la ‘glorificación’ de Puigdemont. El factor clave en estas elecciones.
El titular de este artículo lo pronunció este jueves el director del programa ‘Polonia’, Toni Soler, en la mesa de debate de TV3. Lo hizo en referencia a Inés Arrimadas, aunque la frase podría aplicarse a cualquiera de los dos bloques, en mayor o menor grado. Los secesionistas no han sobrepasado la barrera simbólica del 50% del voto, al igual que ocurrió en 2012 (47,84%) y en 2015 (47,74). Ciudadanos se ha convertido en la principal fuerza política, pero no podrá gobernar. Y el PSC y, sobre todo, el PP, han fracasado estrepitosamente en sus aspiraciones. Rajoy convocó estos comicios en un momento de máxima tensión con la esperanza de desbloquear esta situación y, con los resultados de la mano, se podría decir que el problema se enquistará aún más. Lo comentaba Ernesto Ekaizer en TV3: el presidente ha sacrificado a su partido en Cataluña para nada.
Lo que ha ocurrido durante las últimas semanas en la televisión pública catalana lo ha resumido este medio de comunicación en dos minutos durante la tarde de este jueves. Exactamente, entre las 19.58 y las 20.00 horas. En ese momento, ha emitido un vídeo en el que aparecían imágenes de las cargas policiales del pasado 1 de octubre, de las manifestaciones de los días posteriores, de ‘los Jordis’, del proceso judicial contra varios miembros del exGovern y de esa ‘marea amarilla’ que se gestó hablando de represión y de presos políticos, obviando que el Estado de derecho tiene el deber de responder a las agresiones que recibe. La persona que más imágenes acaparaba en este documento audiovisual era Carles Puigdemont.
De desahuciado a rey en pocas semanas
Los medios públicos catalanes se han esforzado durante las últimas semanas en ensalzar la figura del expresident, un político que en poco menos de dos años ha pasado de ser un actor secundario a un líder en cierne. Alguien que en siete semanas ha pasado de un presidente cuestionado por sus socios independentistas al gran jefe de ‘la resistance’. TV3 ha retransmitido sus paseos desde el “exilio”, sus reuniones, sus discursos, sus movilizaciones y hasta sus rondas de cervezas. Puigdemont, la vida en directo. El presidente legítimo. El líder que quiere volver a su tierra. El convergente al que apoyó la republicana Mónica Terribas. Todo sea por la causa. Todo por la patria.
Resulta curioso echar la vista atrás y fijarla en el pasado 26 de octubre, cuando se propagó el rumor de que el Govern y Moncloa habían llegado a un acuerdo para evitar la declaración unilateral de independencia y el artículo 155 y comenzaron a sonar las voces que hablaban de traición. Buen ejemplo de la ciclotimia que ha tomado Cataluña. Con TV3 sonando, de fondo. Creando héroes y villanos. Día, tarde y noche.
El vídeo emitido por TV3 durante los dos últimos minutos de la jornada electoral finalizaba con Xavier García Albiol afirmando: “A por ellos”. Una frase desafortunada e inoportuna que no se ha elegido ni de forma gratuita ni casual. Los responsables del aparato de propaganda independentista han sabido aprovechar al máximo las astracanadas del rival para transmitir la idea de que esta guerra enfrentaba a opresores contra libertarios. Democracia contra imperio. Pacifismo contra violencia. Gobierno contra fuerzas de ocupación.
Mariano, suspenso
Las críticas a la radio-televisión pública catalana no deben servir para camuflar el fracaso de la estrategia del Gobierno, que, al contrario que los soberanistas, no supo valorar la importancia de contar de su lado con una televisión pública potente y bien dotada de recursos. Entregó RTVE a un periodista cuyo nombre figura en los papeles de Bárcenas y que tiene el dudoso honor de haber sido director general de la Telemadrid más oscura de su historia: la de la ‘era Aguirre’. La que veían 4 de cada 100 madrileños.
TV3 obtuvo en octubre un 17,5% de cuota de pantalla en Cataluña. TVE, un 7,4%. En noviembre, lograron el 13,8 y el 7,3%, respectivamente. Una se ha erigido como el gran altavoz del agitprop independentista. La otra, en una antigualla muy cara y que casi nadie tiene en cuenta. La catalana exhibía este jueves músculo y acompañaba el especial informativo de este jueves de todo tipo de recursos gráficos y audiovisuales que transmitían la impresión de que es una televisión que se ha sabido adaptar a los nuevos tiempos. TVE es tierra baldía. Sin audiencia ni influencia.
Quienes manejan TV3 saben muy bien lo que hacen y para qué sirve este instrumento. Son los mismos que pagaban viajes a los corresponsales extranjeros para ganarse su favor y reclutaban ‘influencers’ –de dudosa reputación- para difundir sus reivindicaciones a miles de kilómetros de España. Mientras tanto, Moncloa ninguneaba a TVE y se negaba a utilizar sus recursos para ganar influencia en la ultra-subvencionada prensa catalana. Un auténtico desastre.
Pocos minutos antes de las 23.00 horas, el director de Política de TV3, Jordi Pons, aseguraba en la mesa de debate de este canal que “el 155 ha sido claramente derrotado en estas elecciones”. Esta televisión ha tenido claro el discurso que debía transmitir durante la campaña y lo ha demostrado hasta el último momento. Había que glorificar a Puigdemont para rescatarle a él y al PdeCAT, había que convertir en mártires a los políticos procesados y había que exhibir una falsa imagen de unidad en las filas independentistas. Lo ha cumplido a rajatabla. Y los resultados están ahí.
El independentismo ha vuelto a salvarse de la quema.