Julio de 2013. Un restaurante de Madrid. Durante una conversación animada un alto cargo del Gobierno suelta la bomba: “Con sus informaciones sobre el caso Bárcenas, sobre todo con la entrevista del otro día, Pedro J. ha cavado su propia tumba”. La afirmación suena a bravuconada típica en los turbios círculos de poder. Enero de 2014. Redacción de El Mundo. En la despedida de su plantilla, Pedro J. Ramírez asegura: “Con la portada de las cuatro horas con Bárcenas llegó nuestro viacrucis, ay, en buena hora me dio por hacer de reportero”. Parece una excusa de mal perdedor, pero el primer aserto mencionado cobra visos de realidad...
Seis meses separan ambas secuencias. Un tiempo en que se ha ido cocinando, poco a poco, la salida de Ramírez como director del rotativo que fundó en 1989. Como es de sobra conocido, la creación de El Mundo llegó tras la destitución de Pedro J. como director de Diario 16. Fue un despido fulminante orquestado por el Gobierno de Felipe González, al que el periodista cañoneaba día sí y día también con la intención de hundirlo. Aquel despido fue su primer naufragio profesional. Ahora, 25 años después, el mismo protagonista sale por la borda del buque que creó. Le han tirado sin bote salvavidas ni misericordia. Su segundo naufragio. ¿El motivo es otra vez su enfrentamiento sin cuartel con el Ejecutivo, en este caso de Rajoy, tesis que el periodista deja entrever y azuza, o, por el contrario, la causa es el conjunto de problemas económicos de Unidad Editorial que además agravan las dificultades de la matriz italiana, RCS Mediagroup? No está claro. Quizás sea una mezcla de ambas razones. Demasiado pronto para saberlo.
En la redacción de 'El Mundo' aseguran que "el Gobierno se ha cargado al director" y se muestran indignados, pero no aportan pruebas
Lógicamente, en el Gobierno dicen que nada tienen que ver con la salida del veterano periodista. En público argumentan que no se meten en los problemas de las empresas y en privado desmienten cualquier teoría de la conspiración. En el sector de los medios, repleto de piratas que trabajan a cambio de cualquier tesoro y donde cada vez quedan menos tripulantes libres, ambas negativas suenan a risa. Esta semana un redactor de El Mundo se manifestaba así: “La sensación que más tenemos es de pura indignación, porque aquí está claro lo que ha pasado, y es que el Gobierno se ha cargado al director”. Y otra fuente del rotativo contaba que “sabemos que los bancos han dicho que no a los intentos de la empresa por conseguir financiación para salir adelante, y eso no parece casualidad”. ¿Y qué pruebas tienen para hacer esas afirmaciones? ¿Son solo excusas para no asumir la cruda realidad de la empresa, con unos números en caída libre? “El Gobierno tiene muchos resortes para hablar con anunciantes o con banqueros y ayudar a asfixiar al periódico”, contestan, seguros de sus tesis pero carentes de pruebas que las sustenten.
Dos ejemplos de un desencuentro
Es imposible, absolutamente imposible demostrar esas presuntas maniobras del Ejecutivo para lograr el hundimiento de Pedro J. Ramírez. Pero es impensable, absolutamente impensable creer que el Ejecutivo ha sido un mero observador de la destitución. En todo caso, lo evidente y palpable es el enorme distanciamiento entre el ya exdirector del rotativo y el Gabinete de Mariano Rajoy. Como informó Vozpópuli el pasado miércoles, al desvelar en exclusiva del relevo que se avecinaba, hay dos detalles públicos muy reveladores. Primero, cuando El Mundo presentó en Madrid su "cambio de piel". Nadie del Gabinete pasó por allí y, precisamente el mismo día, ocho ministros y el propio Rajoy estuvieron en el acto de aniversario de La Razón. En segundo lugar, al acto de entrega de los premios periodísticos de El Mundo, celebrada en la sede de Unidad Editorial y con presencia de algún que otro mandamás de RCS, no acudió representante alguno del Ejecutivo. Al día siguiente, El Mundo publicó que el Gobierno había "boicoteado" los galardones.
Además del 'caso Bárcenas', Pedro J. fue especialmente crítico con las políticas económica y antiterrorista de Rajoy
De hecho, si se echa la vista atrás, en la anterior edición de estos mismos premios, celebrados en Cádiz, estuvo la vicepresidenta del Gabinete, Soraya Sáenz de Santamaría. Evidentemente, con su ausencia el Ejecutivo simbolizaba su desprecio a Ramírez. Un desprecio que respondía a las furibundas críticas del periodista al equipo gobernante sobre todo en tres asuntos: el caso Bárcenas, la política económica y la política antiterrorista. En los tres casos el exdirector acusaba, acusa y acusará a Rajoy de falta de transparencia y de incumplimientos flagrantes de su programa electoral. Algunas de las cartas dominicales de Ramírez fueron potentes torpedos dirigidos a la línea de flotación del Ejecutivo. Y tampoco puede olvidarse que el veterano informador siempre ha defendido que el Gobierno del PP no tomaba iniciativas para ayudar al sector de la prensa.
En su entrevista con Vozpópuli del pasado diciembre, la última concedida como director, Pedro J. se refería así al boicot del Ejecutivo a los galardones de El Mundo. “Para mí es inaudito que este Gobierno tenga una política de comunicación tan mezquina, tan miope, de tan cortas miras que sea incapaz de deslindar el ámbito de representación institucional de las discrepancias, el debate y el ‘me tratas bien, me tratas mal’. Yo creo que ese boicot empequeñece a Mariano Rajoy y no digamos a sus colaboradores, que le debieron aconsejar que actuase en esa dirección. Porque estos premios reflejan los valores más básicos. (…) La política de este Gobierno en relación a los medios de comunicación me recuerda a la de Nixon. Tenían las listas negras. Probablemente Rajoy no es una persona de gran envergadura política, pero el equipo que tiene en La Moncloa es de personas de muy bajo nivel. Vamos a ser exactos: es un grupo de personas muy por debajo de las aptitudes que requieren las tareas que desempeñan”. Ahí es nada. Un mensaje que sin duda escoció a Soraya, ocupada de las relaciones del Gobierno con los medios.
En su comunicado oficial sobre el relevo en la dirección del rotativo, Unidad Editorial no aporta ni un solo dato que explique la decisión
¿Explican estas malísimas relaciones entre Rajoy y Pedro J. la destitución de este último? No es posible saberlo si se observa la versión de la propia Unidad Editorial. En su comunicado oficial para explicar el relevo en la dirección de El Mundo no aparece explicación alguna. Ni un solo motivo. Hay que imaginárselos. Acaso por ello son tantas las teorías al respecto. A este paso, habrá que esperar a que el propio Ramírez lo explique en el libro que sin duda escribirá para narrar su salida… Eso sí, la compañía presidida por Antonio Fernández Galiano aseguraba que con Casimiro García-Abadillo como director “se pondrán las bases que permitan restablecer el equilibrio económico y financiero de la cabecera”. Suena maravilloso, genial, insuperable, pero ¿cómo se sentarán esas bases?
Posible fusión en marcha
Tanto en la redacción del periódico como en las múltiples fuentes del sector consultadas estos días se impone la sensación de que la marcha de Ramírez es solo el primer paso de una operación mayor destinada a garantizar la supervivencia de Unidad Editorial, que podría fusionarse con otro grupo nacional –de momento, Planeta y Vocento niegan esa posibilidad- o incluso venderse a un nuevo inversor. Pura incertidumbre. Pero esa posibilidad, la de una operación mayor en marcha, abona la opción, quizás la más consistente, de que Pedro J. haya salido del periódico que fundó por una mezcla de los motivos económico y político. A saber, Unidad Editorial necesita salvarse de sus apuros y los posibles salvadores, bendecidos o apoyados o empujados por el Gobierno del PP, han exigido la cabeza del ya exdirector. ¿O fue casualidad que Raúl del Pozo titulase su columna de despedida a Ramírez con un simbólico ‘El Mundo necesario’? ¿Qué es exactamente lo que puede hacer García-Abadillo para sentar esas bases de la recuperación? Por su perfil, parece que va a llevarse mejor con el Gobierno y, por ello, moderará la línea editorial. O quizás es que es la persona elegida para pilotar esa posible fusión…
La antigua Unedisa cometió un grave error con la compra de Recoletos en 2007, pero otros grupos arruinados, como Prisa, sí han sido socorridos por los bancos con apoyo del Gobierno
En todo caso, hipótesis aparte, algunas de esas fuentes del sector recuerdan con insistencia, para quien tenga poca memoria, que el verdadero detonante de los problemas económicos que padece la antigua Unedisa fue la ruinosa operación de adquirir el grupo Recoletos por la friolera de mil millones de euros en 2007. Ahí llegaron los problemas que obligaron a la matriz italiana a inyectar 400 millones de euros a su ramificación española el pasado otoño. Es sabido que todos los barcos periodísticos están a la deriva, sacudidos por el brutal oleaje de la crisis e incapaces de impedir que sus ingresos se esfumen como si hubieran sido abordados. La diferencia es que algunos, como Prisa, con 3.200 millones de euros de deuda, sí han sido remolcados por una flota de bancos que cuentan con el apoyo del Gobierno.
¿Y el futuro del exdirector?
En la citada entrevista, Vozpópuli también preguntó a Pedro J. por su posible salida y él respondió que tenía sus ansias y su vanidad colmadas pero advertía que, en caso de ver una operación contra la forma de hacer periodismo de El Mundo, volvería a la carga. Ahora, consumado su despido, el periodista, con su pericia habitual, deja abierta la posibilidad de volver a los astilleros para crear y botar otro barco, quizás digital y quizás llamado El Universal, con el mismo argumento: estará vigilante por si acaso “se produjera una fusión que desvirtuara la condición del periódico”. Y agrega que el gran periodista italiano Indro Montanelli montó periódicos con 65 y 83 años, frase que sin duda le habrá comentado Luis María Anson, que tiene el copyright de la misma a fuerza de repetirla.
Así las cosas, mientras Unidad Editorial cambia de brújula y decide su rumbo, la gran incógnita es si este genuino y astuto capitán de periódicos tendrá fuerzas, apoyos y tripulación para no ahogarse en los mares de la indiferencia y el olvido y volver a navegar. Al presentar la nueva página web del rotativo, el pasado noviembre, Pedro J. basó su exposición, como puede verse en la imagen superior, en la obra de Rembrandt titulada La tormenta en el mar de Galilea. A su juicio, esa pintura muestra las dos actitudes posibles de quienes se ven ensombrecidos por la adversidad: unos observan su propio declive sin mover un dedo y otros pelean contra la tormenta para sobrevivir. Él se identificó con los que no se quedan quietos. Además, quienes le conocen saben que Pedro J. se aferra con fuerzas, como siempre se aferran los náufragos a cualquier esperanza, a la cita que abre su último libro publicado, casualmente titulado El primer naufragio: "Una idea me atormenta: ¿no será mejor esperar la libertad que poseerla?". Y es que, paradójicamente, la búsqueda de una libertad imposible es el destino de cualquier timonel de un periódico.