La pareja formada por el empresario Fernando Fernández-Tapias y Nuria González ha concedido una entrevista en exclusiva a la revista Vanity Fair, acompañada de sorprendentes declaraciones. La pareja posa por primera vez para la prensa en una portada y se sinceran sobre su historia de amor, fuerte y sólida a pesar de los 30 años de edad que los separan.
Su pasión por los toros les unió
Su fama de seductor le precede ya que el empresario no dudó en enviarle unas invitaciones a la ex modelo para que asistiera a una corrida en la plaza de Toros de Las Ventas. González relata como al principio quiso evitar una relación con Fernández-Tapias. “Cuando me rozó la mano, me dije: yo a este hombre no puedo verle nunca más”, cuenta. A pesar de ello la pareja comenzó a verse a escondidas, un hecho provocado probablemente por la mediática relación que el empresario vivió con la también modelo Mar Flores.
Un año más tarde el empresario le pidió matrimonio a la ex modelo. Los dos divorcios anteriores del empresario no fueron un impedimento para ella ya que, como pensó en ese momento “que no tenga la nulidad no es tan grave, si hay un Dios sabrá que le quiero”.
Como cuenta Nuria González en la entrevista, la diferencia de edad no le importa, “cada vez lo pienso menos. Hay que aprovechar los momentos”, dice. “Él ha tenido la generosidad de hacer cosas por mí que ya había hecho antes y ya no le divertían”, añade la ex modelo. Una edad que, a pesar de su espíritu joven, ha provocado que el empresario haya tenido que pasar por el quirófano. Fernández-Tapias viva actualmente con siete stents, una cánula utilizada para abrir venas obstruidas, que, a pesar de todo, no han influido para nada en su actividad cotidiana.
Comienzos en una fábrica de conservas
Fernando Fernández-Tapias no siempre ha sido el hombre de éxito que hoy en día conocemos. Como explica en Vanity Fair, comenzó a trabajar a los 16 años en la fábrica de conservas de su padre en Cambados, Pontevedra. “Me levantaba a las 5 de la mañana cada día y pedaleaba 7 kilómetros a comprar el pescado”, añade. Esta rutina se repitió cada día hasta que cumplió 25 años. Su primer suegro, el almirante Riva Suardíaz, le hizo acudir a la universidad de Deusto a hacer un curso de dirección de empresas. Y esta fue la primera piedra hacia lo que es hoy en día, un empresario de éxito que llego a ser el primer naviero de España, tercero de Europa y décimo del mundo. Un éxito, que, como asegura, se ha basado siempre en la absoluta legalidad. “No he dado un pelotazo ilegal en mi vida. A mí no me compra nadie”.
Pero su vida no solo ha estado bañada por el éxito. En 2010 el hijo del empresario desapareció mientras buceaba en Playa Chica, en el municipio de Tías, al sur de Lanzarote. No fue hasta dos años después cuando otro submarinista halló el cuerpo del joven. “Es duro recuperarse de la muerte de un hijo. Yo supe desde el primer momento que Bosco estaba muerto. Hice el duelo hacia dentro, sin misa, funeral ni nada”, cuenta Fernández-Tapias.