¿Cuántos de ustedes han podido pasar unos días de descanso en una habitación de hotel a razón de mil euros por noche? Pueden ir levantando la mano sin miramientos que no nos vamos a comer a nadie. En España ha terminado la crisis, o eso se empeñan en hacernos creer a pocos meses de elecciones. Parece que el año pasado no teníamos nada y este nadamos entre billetes verdes. Aunque, claro, algunos tienen más billetes entre los que nada que otros.
Mientras los pobres ciudadanos se rascan el bolsillo para mitigar los calores infernales en un apartamento cercano a la playa -compartido con dos o tres familias más para ahorrar costes-, los políticos prefieren un entorno más exclusivo, más lujoso, más acorde con su posición, sea esta la que sea.
Cuando todavía no habíamos ni comenzado la operación salida, ya teníamos polémica vacacional en el gobierno. El ministro Soria tenía que salir al paso para explicar una estancia en un complejo hotelero en Punta Cana, inaugurado por él mismo años antes, a razón de casi mil euros por noche. Eso sí, vistas tropicales, piscinas, restaurantes, hoteles de cinco estrellas y mucho lujo. Desde el ministerio, rápidamente, informaron que el propio Soria había corrido con los costes del mismo -aspecto fundamental en la polémica-, pero, claro, ¿cómo vendes ahora la austeridad, el ahorro y la contención si no predicas con el ejemplo? ¡Así cualquiera se aprieta el cinturón!
Las vacaciones de lujo de los políticos no son nada nuevo. Cada cierto tiempo, se cuelan en todos los periódicos los excesos presupuestarios que derrochan los representantes públicos cuando creen que nadie les ve. Pequeños escándalos que quedan soterrados debajo de la constante actualidad y cuyo debate se ciñe a si se ha pagado o no con dinero público, obviando las circunstancias en las que se desarrollan. En España parece que somos especialistas en eso de mirar hacia otro lado cuando hablamos de políticos y lujos, pero no somos los únicos. Fuera también se las saben todas:
Al estilo francés
El matrimonio Sarkozy también ha soliviantado en más de una ocasión a la opinión pública francesa por sus gastos vacaciones. La pareja alquiló una exclusiva residencia en Córcega para disfrutar de los meses de verano, a razón de 34.000 euros la semana -con un magnífico descuenta si llegaban a tres semanas, quedándose el importe en 90.000 euros-. Para no aburrirse durante el descanso, la residencia contaba con sauna, golf, paseos a caballo, fitness y comodidades y servicios exclusivos. No tenían ni que salir a hacer la compra, ya que podían encargarlo todo a domicilio. Así cualquiera se anima a llevarse a la familia.
Al estilo italiano
Las vacaciones en grupo son más vacaciones. Mientras los italianos las pasaban canutas para llegar a fin de mes, algunos de sus representantes políticos se lo pasaban en grande durante las vacaciones. La prensa recogió la escapada que habían organizado Renato Schifani, presidente del Senado, Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de diputados, Pier Ferdinando Casini, líder de Unión de Centro Democrático, y el centrista Francesco Rutelli, ex alcalde de Roma, con sus respectivas mujeres, a un complejo hotelero en el Océano Índico. “Unas vacaciones compuesta de sol, inmersiones submarinas y cenas a base de pescado, antes de volver a las batallas políticas”, tituló la prensa italiana. Seguro que los pobres, entre ostra y ostra, pensaban en las políticas para mejorar el empleo.
Al estilo americano
Los Obama tampoco han reparado en gastos para olvidarse de las rutinas diarias. Pese a que tampoco han desaparecido de la Casa Blanca durante muchos días, sí se han dejado tentar por uno de los destinos más exclusivos del mundo, Martha's Vineyard. Allí les esperaba una casa con 17 habitaciones, cancha de tenis y baloncesto, gimnasio y unas vistas espectaculares por unos 12 millones de dólares. Una minucia si tenemos en cuenta que las dos escapadas del presidente para jugar al golf habían costado ya tres millones. ¿Cómo se puede descansar con menos? Cuando uno es el líder más poderoso del mundo debe tener muchos quebraderos de cabeza y por menos es imposible conciliar el sueño.
Todo esto no es más que pura envidia, no se crean. Ya nos gustaría a nosotros poder colarnos en la maleta de cualquier político y trasladarnos por unos días a entornos de lujo que nunca vamos a conocer. Si lo hubiésemos pensado antes, nos hubiésemos colado en listas de cualquier partido político y a vivir. ¡Qué fácil se ven las cosas en nombre de la democracia!