Semana superdeportiva en las redes sociales. Hemos tenido la Super Bowl, el evento más visto en Estados Unidos, el equivalente americano al Sálvame Deluxe. No sé quién ganó pero sí que Taylor Swift llegó a tiempo en jet privado desde su concierto de Tokio para ver al novio pegarle patadas al melón.
Luego volvió a Tokio a recoger la maleta, luego a Los Ángeles y luego otra vez a Japón, que se le había olvidado el móvil. Como Taylor Swift no termine pronto la gira, nos vamos a comer las uvas en chanclas en 2030.
Hemos tenido también una entrevista de Nadal con Ana Pastor en la que Rafa ha completado su proceso de transformación en Aznar criticando abiertamente el feminismo postmoderno. Tampoco dijo ninguna barbaridad: que es el mercado el que fija los precios, que si el fútbol femenino genera menos que el masculino es normal que genere menos sueldos y que nadie se acuerda de contra quién jugó España la final del Mundial de fútbol femenino.
Le faltó apostillar un "¿Pero cómo voy a ser yo machista si tengo madre y hermana?". Un clásico en estos casos. Nadal ahora es embajador del tenis en Arabia Saudí y cuentan que cuando empezó a despotricar del feminismo hasta los saudís le mandaron un WhatsApp para que echase un poquito el freno.
Y este fin de semana se disputa el cinturón de peso pluma de las UFC, un deporte parecido al boxeo pero donde valen patadas en los huevos.
Las artes marciales mixtas están dominadas normalmente por luchadores del este, de esa parte lejana de Rusia que ya no es Rusia, donde son musulmanes, llevan barbas y ordeñan cabras, pero este año se ha colado un español, Ilia Topuria.
En realidad, Topuria no es español, es georgiano aunque criado aquí y en el Twitter casposo se ha creado el debate de si considerarlo o no español. La respuesta ha sido unánime: si es campeón del mundo es español.
De todo esto se ha hablado en X esta semana, también de la cobertura de Inés Hernand en los Goya, de San Valentín y del fichaje de Mbappé por el Madrid.